La manera como se calcula la tasa de desempleo es mirando cuánta
gente desea trabajar y no encuentra trabajo. El porcentaje que este
número representa sobre el primero se llama tasa de desempleo. Se dice
que en España es ya casi el 23% (lo cual quiere decir que el 23% de la
población que quiere trabajar no encuentra trabajo) y no se descarta que
se aumente el año próximo a un 26% (e incluso algunas instituciones más
pesimistas hablan del 29%).
El problema con esta tasa de desempleo es que es un indicador muy
sencillo que no refleja suficientemente la naturaleza del problema del
desempleo. Tal tasa incluye a la gente que ha estado buscando trabajo
activamente en las últimas cuatro semanas. Pero hay muchísima gente que
ya ha abandonado el intento de encontrar trabajo, pues lo han estado
buscando por mucho tiempo sin encontrarlo. Tales cifras no son siempre
fáciles de encontrar. Y tal número no aparece reflejado en las cifras de
la tasa de desempleo.
Otro problema es que encontrar trabajo no dice nada sobre el tipo de
trabajo que la persona ha encontrado. En realidad, puede que una persona
tenga un trabajo parcial, por solo unas horas, cuando verdaderamente le
hubiera gustado trabajar a tiempo completo. O puede tenerlo por un
periodo muy corto, cuando le hubiera gustado tener un trabajo por un
periodo más largo o indefinido. La tasa de desempleo no nos dice nada
del tipo de empleo que el trabajador ha conseguido. Estas situaciones,
de abandono de búsqueda de trabajo o de tener un trabajo muy temporal,
son situaciones muy generalizadas que la tasa de desempleo no clarifica.
En EEUU, la agencia estatal equivalente al Ministerio de Trabajo del
gobierno español recoge cifras creíbles de la situación del mercado de
trabajo y calcula que la tasa de desempleo que incluye a las personas
que desean trabajo pero que, al no encontrarlo, se han desmotivado y han
dejado de buscarlo, así como a las personas que están trabajando
parcialmente, por no encontrar trabajo a tiempo completo, es un 16%, un
porcentaje que es casi el doble de la tasa de desempleo oficial (9%).
En España, aplicando el mismo criterio, la tasa de desempleo sería mucho
mayor. Y podría casi doblar el porcentaje de personas desempleadas.
Otro indicador también importante es el que recoge el porcentaje de
la población que está trabajando. En este caso, el denominador es toda
la población que podría trabajar. La importancia de este indicador es
que nos orienta hacia saber cuanta gente está empleada, tanto a nivel de
toda la población, como entre las mujeres y entre los jóvenes. Este
indicador nos informa de cuanta población está creando riqueza, está
contribuyendo a la seguridad social y está pagando impuestos. Muestra
también la capacidad de producir puestos de trabajo en una sociedad.
Gran parte de la mayor riqueza que tienen los países nórdicos
escandinavos sobre los países del sur de Europa se debe a que el
porcentaje de la población adulta que trabaja es mucho mayor en aquellos
países que en éstos y ello como consecuencia de la mayor integración de
la mujer al mercado de trabajo, mediante una red de servicios públicos
que permiten y facilitan tal integración.
¿Por qué el desempleo en España es elevado?
Las causas son varias. Pero una de las más importantes es que la
economía está en baja forma. En realidad, en España, la economía, medida
por el tamaño del PIB, está decreciendo en lugar de creciendo. No hay
suficiente demanda de bienes y servicios, con lo cual, las empresas han
dejado de producir. Y, si pueden, han estado despidiendo a más y más
trabajadores aumentando con ello el desempleo. Este aumento del
desempleo contribuye, a su vez, a que disminuya más y más la demanda,
generándose así un círculo vicioso, en el que España está metida.
Este aumento del desempleo afecta también a la población empleada,
temerosa de que pueda también perder el trabajo, lo cual hace que acepte
rebajas de salario que contribuyen también a que disminuya la demanda.
Esto es también lo que está ocurriendo en España donde los salarios
están bajando y bajando dificultando con ello la recuperación económica
que requiere un aumento y no un descenso de la demanda.
Otro factor que contribuye al descenso de los salarios es la
respuesta de los empresarios a la crisis que además de reducir el número
de trabajadores y disminuir salarios exportan también parte de la
producción a otros países que tienen menores costes salariales y peores
condiciones de trabajo.
¿Qué debería hacer el gobierno?
La respuesta es clara: crear empleo a fin de recuperar la demanda.
Debería hacer lo opuesto a lo que está haciendo. Hoy está destruyendo
puestos de trabajo en el sector público y facilitando que tal
destrucción ocurra también en el sector privado. Y sus sucesivas
reformas laborales tienen como objetivo disminuir los salarios, en parte
mediante el crecimiento del desempleo. Esto raramente se dice pero es
obvio que es lo que tales reformas deseaban pues no podían llevar a otro
resultado que al que han llegado: el bajón salarial. Es lo que llaman “devaluación doméstica”,
es decir que los salarios bajen, en teoría para hacer “al país más
competitivo”. Lo que están logrando es acentuar más y más la recesión,
como consecuencia del descenso de la demanda.
El gobierno puede facilitar la creación de empleo de muchas maneras.
Una de ellas es invirtiendo en sectores que necesitan mucho empleo. Y
entre ellos, los más deficitarios son los servicios públicos del estado
del bienestar, tales como sanidad, educación, escuelas de infancia,
servicios domiciliarios, servicios sociales y otros. En España, sólo un
adulto de cada diez trabaja en tales servicios. En Suecia, en cambio, es
uno de cada cuatro. Si en España tuviéramos uno de cada cuatro habrían 5
millones más de puestos de trabajo, (con lo cual, se eliminaría el
desempleo). No existe plena conciencia en el establishment político y
mediático del país del enorme déficit de personal en tales servicios, en
parte porque tales establishments no utilizan los servicios públicos.
Utilizan más los servicios privados y no son conscientes (no lo viven en
su propia carne) de las enormes insuficiencias que tienen tales
servicios públicos, insuficiencias que están acentuándose con los
recortes de gasto en tales servicios, los cuales tienen un papel
esencial en garantizar el bienestar y calidad de vida de las clases
populares.
Tampoco la estructura de poder, la mayoría hombres (y algunas
mujeres) de la burguesía, pequeña burguesía, y de la clase media de
renta alta profesional, son conscientes del enorme impacto positivo que
tales inversiones sociales tienen sobre la economía española, aumentando
su productividad. El único sector que ven que tiene utilidad económica
es la educación sin cerciorarse de que los otros servicios públicos del
estado del bienestar (desde la sanidad a las escuelas de infancia)
tienen un enorme valor no solo humano y social (aumentando la cohesión
social) sino también económico. El Estado puede obtener los ingresos que
permitirían financiar tales inversiones, tal como hemos señalado Juan
Torres, Alberto Garzón y yo, en Hay Alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España.
Otro sector que genera gran cantidad de empleo son las inversiones
verdes. Está bien documentado que estos sectores crean gran número de
empleos, sobre todo en España donde tal sector está todavía poco
desarrollado.
Otra medida que el estado podría tomar para facilitar la creación de
empleo es garantizar el crédito, a base primero de establecer bancos
públicos y cooperativas de crédito, en lugar de las excesivas ayudas que
se han dado a la banca privada que han tenido resultados muy
insuficientes para cubrir las necesidades de las pequeñas y medianas
empresas, así como de las familias súper endeudadas. Tal medida debería
ir acompañada de medidas más contundentes para estimular el mercado
inmobiliario (hoy paralizado por el sector bancario), gravando
enormemente las casas vacías, impidiendo su existencia.
Ni que decir tiene que tales medidas serían facilitadas, con otro
marco europeo diferente al existente. Por ejemplo, facilitaría la
recuperación económica que el Banco Central Europeo fuera un Banco
Central, que como otros bancos centrales tuviera como misión no solo
controlar la inflación sino también estimular el crecimiento económico,
mediante la bajada de intereses que facilitaría el acceso al crédito, y
que comprara deuda pública de los Estados, impidiendo que los mercados
financieros especularan sobre los intereses de su deuda pública. Pero la
ausencia de tales cambios, no debería paralizar al gobierno y éste
tendría que tomar las medidas brevemente citadas en este artículo y
expandidas en otros escritos (ver Lo que España necesita que hemos escrito Juan Torres, Alberto Garzón y yo).
(*) Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Es también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 35 años. Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio Social de España.