miércoles, 8 de enero de 2014

España no es país para jueces, dice el magistrado Elpidio Silva

MADRID.- Hace ocho meses el juez instructor Elpidio José Silva estaba investigando un caso de corrupción de primer nivel que llevó unos días a la cárcel al expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa, un banquero con excelentes conexiones políticas.

Ahora Silva está preparando su propia defensa después de que Blesa, que presidió la caja de ahorros ahora integrada en Bankia entre 1996 y 2009, se querellara contra él argumentando que estaba siendo perseguido.
La delicada situación del juez nace de una garantía procesal española que permite a los acusados querellarse contra jueces, uno de los muchos factores que han ralentizado una serie de destacados casos de fraude, mermando la confianza en el sistema judicial y planteando dudas sobre la influencia política, según las encuestas.
Silva, que niega que actuara de forma contraria a la ley, fue apartado del caso y aunque luego fue reasignado, finalmente se abstuvo por conflicto de interés ya que podría enfrentarse a un juicio por prevaricación en la investigación de los posibles delitos cometidos en Caja Madrid antes de que la entidad se integrara en Bankia, que luego precisó el mayor rescate bancario de la historia de España.
Los abogados de Blesa declinaron hacer comentarios en esta historia, pero en documentos judiciales han negado los delitos de falsedad en documento mercantil, y apropiación indebida en la compra de un banco en 2008.
Silva continúa trabajando en otros casos y está escribiendo un libro. Dice que lo va a titular: "La justicia desahuciada: España no es país para jueces".
La percepción que la población tiene del fraude en España es una de las más altas de Europa. Más de un 90 por ciento dijo sentirse frustrado por el tiempo que se demoran las investigaciones y culpan mayoritariamente a los recursos de los acusados, según una encuesta independiente de Metroscopia.
"Por las demoras, a la gente le da la impresión de que hay poco interés en investigar, o que hay algún tipo de colusión entre el Gobierno y los jueces. El proceso lento da la sensación de unos estándares bajos", dijo José Juan Toharia, presidente de Metroscopia.
España también cuenta con un número de jueces proporcionalmente menor que Alemania, Francia, Italia o Portugal, y muchos cambian de puesto a mitad de la instrucción, lo que contribuye a los retrasos.
Silva ha lanzado una campaña mediática para afirmar que las acusaciones en su contra tienen motivaciones políticas y tienen un efecto negativo en las investigaciones de casos de corrupción.
"La querella contra mí es una querella abusiva y política, no es jurídica. Tendrían que haberla archivado ya. No tienen nada contra mí", dijo Silva en su piso de Madrid, mientras respondía a llamadas de personas que estaban recogiendo firmas para apoyarle.
Baltasar Garzón, el exjuez español internacionalmente conocido por perseguir al dictador chileno Augusto Pinochet, también fue acusado de prevaricación y suspendido de la carrera judicial en 2010 por grabar ilegalmente las conversaciones de algunos sospechosos del "caso Gurtel".
Garzón, que ahora es asesor en derechos humanos a nivel mundial, afirma que fue perseguido políticamente por intentar investigar los delitos cometidos durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).
Tras la muerte de Franco, el sistema judicial se rediseñó para salvaguardar los derechos de los acusados, pero las querellas sin fundamento contra jueces han conllevado largos retrasos en varios casos, como los ocho años que transcurrieron hasta que se condenó a políticos y promotores inmobiliarios en Marbella y la década que pasó hasta que el político del PP Carlos Fabra fue juzgado por fraude a la Hacienda Pública. Fabra fue condenado a cuatro años de cárcel, pero ha recurrido el caso.
Incluso la familia real española se ha visto salpicada por una larga investigación por corrupción cuya fase de instrucción aún no ha terminado. El juez lleva más de tres años investigando al yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, por malversación y fraude, entre otros, a través de una fundación sin ánimo de lucro. El juez imputó el martes a su esposa, la infanta Cristina, por un delito fiscal y otro de blanqueo de capitales.
La infanta y su marido, que defienden la legalidad de sus acciones, no han presentado ninguna querella para ralentizar el proceso, pero el juez y el fiscal anticorrupción han discrepado sobre cómo continuar la instrucción del caso.
La élite política española también se ha visto sacudida por la acusación de que Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular, acumuló hasta 48 millones de euros en cuentas bancarias en Suiza y llevaba una contabilidad paralela de la formación en el poder con dinero de los magnates de la construcción.
Cuatro años después de iniciarse la investigación, está en prisión provisional acusado de blanqueo de capitales y otros delitos, pero el juicio podría demorarse aún varios años. También niega haber cometido ninguna irregularidad.
Aunque pocas personas querrían volver a un sistema menos garantista con los acusados, y cada año se plantean un puñado de casos contra jueces por conducta impropia, el lento ritmo de la rendición de cuentas ha dañado la fe en las instituciones públicas, según las encuestas, que muestran que los partidos minoritarios podrían salir beneficiados en las próximas elecciones.
La investigación de Silva -suspendido cuatro meses el año pasado por falta de motivación de otras de sus resoluciones- siempre iba a ser un caso delicado, ya que Caja Madrid, como muchas cajas de ahorros españolas, estaba estrechamente ligada al poder político, y Blesa era amigo del expresidente del Gobierno José María Aznar.
Caja Madrid se vio inmersa en problemas tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008. Fue rebautizada como Bankia tras fusionase en 2010 con otras seis cajas, pero con miles de millones de préstamos tóxicos a promotores inmobiliarios, pronto necesitó un rescate de 22.500 millones de euros.
El rescate de la caja, su desastrosa salida a bolsa de 2011, y los complejos instrumentos de deuda disfrazados de depósitos de ahorro desencadenaron una serie de investigaciones penales.
Silva estaba investigando si Blesa esquivó las normas sobre la gestión de riesgos cuando Caja Madrid compró City National Bank of Florida en 2008. En junio emitió un auto en el que dijo que había evidencias de cuatro delitos: societario, de administración desleal, falsedad de documento mercantil, y apropiación indebida y decretó prisión provisional para Blesa.
Blesa quedó en libertad tras pagar una fianza y sus abogados luego se quejaron de que Silva había abusado de su autoridad. La fiscalía de Madrid abrió una investigación sobre el juez por prevaricación y retardo malicioso en la administración de justicia y delitos contra la libertad individual de Blesa.
El sustituto de Silva en el caso ordenó el martes a Blesa comparecer este mes para responder sobre la compra en Florida y determinar si perjudicó a Caja Madrid. Los abogados de Blesa no han contestado aún al auto.
Mientras, Silva recoge firmas para demostrar que tiene apoyo público.
"Si no me condenaran es porque lo pararíamos, porque toda la ciudadanía se movería".

Evo Morales defiende un mundo "sin oligarquías ni monarquías" al asumir el G77

NUEVA YORK.- El presidente de Bolivia, Evo Morales, abogó hoy por un mundo diferente, "sin oligarquías ni monarquías", al asumir formalmente la presidencia del Grupo de los 77 países en desarrollo (G77) y China, desde la que aseguró que trabajará para "socializar la riqueza para erradicar la pobreza".

"Estamos en tiempos de pueblos y no de imperios (...) Queremos un mundo sin monarquías, oligarquías ni jerarquías", dijo Morales durante un acto en la sede del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (Ecosoc) en el que recibió la presidencia del G77 de manos del ministro de Exteriores de Fiji, Ratu Inoke Kubuabola.
El presidente boliviano, que defendió el respeto a la diversidad de visiones y enfoques de modelos de desarrollo "sin imposiciones y sin exigencias paternalistas ni colonialistas", dijo que el mundo capitalista se enfrenta a una crisis sin precedentes, por lo que ahora "es el tiempo de los países del sur".
"Para el pueblo boliviano, el 8 de enero de 2014 es un día histórico e inédito por confiarnos presidir y coordinar este año el G77", dijo Morales durante el acto, en el que estuvo acompañado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el presidente de la Asamblea General, John Ashe.
En este sentido, aseguró que trabajará en los próximos doce meses para que el G77 se convierta en uno de los principales "actores de cambio en este momento histórico" y resumió sus objetivos para su presidencia: "socializar la riqueza para erradicar la pobreza, universalizar los servicios básicos y ampliar la democracia".
Para ello, planteó diez "tareas fundamentales" que van desde pasar de un desarrollo sostenible a uno integral, y que los servicios básicos sean un derecho universal hasta "descolonizar" la economía, la cultura y el mundo, erradicar el hambre y la pobreza y poner la ciencia y tecnología al servicio de la Humanidad.
Morales abogó también por "refundar la democracia" para que sea "participativa y comunitaria", una nueva arquitectura económica mundial, restablecer la soberanía sobre los recursos naturales, crear instituciones internacionales al servicio del pueblo y promover la integración complementaria de los pueblos del mundo.
El presidente anunció que la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G77 y China se celebrará en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra el próximo 15 de junio -el mismo día en que se fundó el grupo hace cincuenta años- y aseguró que el secretario general de la ONU aceptó hoy su invitación para asistir a la cita.
El G77, fundado en 1964 por 77 estados en vías de desarrollo, agrupa a casi toda América Latina, África y las naciones del sur de Asia, y en la actualidad incluye a un total de 133 países que representan dos tercios de los miembros de Naciones Unidas y en torno al 60 por ciento de la población mundial.
Después del acto protocolario y de agasajar a los invitados con un almuerzo en el que el producto estrella fue la quinua, Morales ofreció una rueda de prensa en la que aseguró que su próxima tarea será retirar a la hoja de coca de la lista de estupefacientes de la Convención antidrogas de la ONU de 1961.
"Hoy hemos comido nuevamente la quinua y lo único que me falta es pijchear (mascar) la hoja de coca, y será en la próxima con muchas autoridades", advirtió el presidente, quien defendió entre sus bondades medicinales que "algunos bolivianos y sudamericanos se curan de diabetes".
Por otro lado, reiteró ante la prensa su intención de seguir trabajando para que su país tenga energía atómica "con fines pacíficos y medicinales" de tal manera que a los bolivianos "no les falte energía", después de defender nuevamente la nacionalización de los hidrocarburos decretada por su gobierno.
Sobre la situación que atraviesan algunos países africanos como Mali o República Centroafricana, Morales denunció que se enfrentan a conflictos "muy preocupantes" que son "provocados, organizados y financiados por el imperio" para, según dijo, poder adueñarse de sus recursos naturales.
Por último, en cuanto al problema del cambio climático, uno de los temas que dominarán los debates de la cumbre del G77 de junio, el mandatario boliviano criticó a los países "exageradamente industrializados" por no asumir sus responsabilidades y echar las culpas a los países del sur.

50 millones de estadounidenses viven bajo el umbral de pobreza

NUEVA YORK.- Hace hoy 50 años, el presidente Lyndon Johnson declaró ante el Congreso "una guerra incondicional contra la pobreza en EEUU". Su arsenal incluyó los programas de salud públicos Medicaid y Medicare, los cupones de alimentos, más gastos en educación y recortes de impuestos para ayudar a crear empleos.

En 1964, 1 de cada 5 estadounidenses era pobre. Hoy, un 16% sigue siéndolo, según un informe del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. Las cifras plantean una inevitable pregunta: ¿ha fracasado la guerra contra la pobreza? En 2012, había 49,7 millones de americanos por debajo de la línea de la pobreza, incluyendo a 13,4 millones de niños, según las cifras de la Casa Blanca.
Existen muchas discrepancias sobre cómo se calcula quién es pobre en EE.UU. El índice que utiliza el informe de la Casa Blanca es el que usa la oficina del Censo, que tiene en cuenta, además de los ingresos por renta, si las familias obtienen ayuda de algunos de los programas del gobierno. De esta forma, el umbral de pobreza para una familia compuesta por dos adultos y dos niños fue de 23.283 dólares (unos 17.100 euros) en 2012.
Otro estudio de la Universidad de Michigan señala que uno de cada 10 niños afroamericanos y 3 de cada 10 latinos son pobres. 1,7 millones de hogares en EEUU viven en pobreza extrema según la definición del Banco Mundial (menos de 2 dólares de dinero en efectivo por persona al día). "Nuestro trabajo está lejos de terminar", ha dicho el presidente Barack Obama en un comunicado. "En la nación más rica de la tierra, demasiados niños todavía nacen en la pobreza, demasiados pocos tienen posibilidades de escapar de ella".
Cincuenta años después del discurso de Johnson, el debate sobre el papel que debe cumplir el gobierno para fomentar las oportunidades económicas está más vivo que nunca. Los programas como los seguros de desempleo y los cupones de alimentos mantienen a millones de familias a flote. Los republicanos están intentando recortar ambos programas en una muestra del intenso desacuerdo de los dos partidos sobre la mejor solución.
Demócratas y Republicanos coinciden en que la mejor ayuda para los más pobres sería una recuperación económica más fuerte que bajara el nivel de desempleo más allá del 7% actual. La tasa de pobreza para trabajadores a tiempo completo es del 3%; para los que no trabajan es del 33%. Sin embargo, no hay acuerdo en cómo conseguir que la economía se recupere y cómo ayudar a los necesitados mientras eso ocurre.
Obama ha dicho que la desigualdad "es el desafío que define nuestro tiempo". Para afrontarlo, quiere expander el programa de salud para los pobres, Medicaid, y conseguir un aumento del salario mínimo y de los fondos para las escuelas infantiles. "Si no hubiéramos declarado la guerra incondicional a la pobreza en EEUU, millones más de estadounidenses estarían viviendo en la pobreza hoy", ha escrito Obama. "Eso significa que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para asegurarnos de que nuestra economía funciona para todos los estadounidenses que trabajan".
Para el presidente, eso supone "ayudar a nuestras empresas a crear nuevos trabajos con salarios más fuertes y beneficios, expandir el acceso a la educación y la sanidad, reconstruir las comunidades que están al margen de la esperanza y construir nuevas laderas de oportunidad para que nuestra gente escale". Los Republicanos argumentan que la debilidad de la economía y el sufrimiento de las familias son la prueba de que las iniciativas demócratas han fracasado.
Los conservadores, como el Congresista Paul Ryan, miran a las estadísticas de pobreza con más escepticismo. Consideran que el gobierno malgasta dinero en la red de protección social y necesita destinarlo a la economía y oportunidades de empleo.
Varias iniciativas en el Congreso ilustran la batalla entre los dos partidos. El Senado debate prorrogar los subsidios para desempleados de larga duración. Los pagos del seguro expiraron al final del año pasado porque los republicanos se negaron a renovarlos, con el argumento de que el programa tenía naturaleza temporal y su extensión disuade a quienes están en paro de buscar activamente un nuevo puesto laboral. Además, existe la propuesta de aumentar el salario mínimo a 10,10 dólares la hora, desde los 7,25 actuales. Según un estudio de la Universidad de Massachusetts, eso permitiría reducir el índice de pobreza en 1,7 puntos porcentuales o lo que es lo mismo, sacar a 5 millones de personas de la pobreza.
Tanto Ryan como Marco Rubio presentarán sus propuestas para reducir la pobreza esta semana. "El presidente ha definido la pobreza y la desigualdad de ingresos como el hecho que define nuestro tiempo y su solución es aumentar los impuestos a los americanos más ricos y aumentar el salario mínimo a los 10,10 dólares la hora", dijo Rubio. "Eso no es una solución, 10,10 dólares no es el sueño americano. Yo quiero que ganen 50 dólares". Entre las ideas republicanas está fijar requisitos de empleo para conseguir ayudas, mejorar la formación y educación y reducir impuestos a los más necesitados. Los demócratas argumentan que las ideas republicanas recortarán la red de seguridad con el pretexto de reformarla y que la economía necesita más apoyo para salir de la recesión.