domingo, 21 de septiembre de 2014

Estamos en campaña / Joaquín Abad *

Pues si. Por si no lo tienen claro, dentro de ocho meses tenemos municipales y algunas autonómicas. Y visto el panorama, parece que es imparable el terremoto político donde nada será igual. Vamos, que después de mayo se acabó el bipartidismo que con tanta comodidad ha alternado el estado de corrupción desde que los socialistas de Felipe González ganaron el 28-O de un mil novecientos ochenta y dos. Un año y varios meses después de que el coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, entrara en el Congreso y diera un susto de muerte a media España que creyó, en ese momento, que el nacimiento de la democracia se iba a pique.

Pero a partir de esa fecha, del 28-O, se institucionalizó un régimen corrupto, de comisiones, de reparto de cargos no por la excelencia sino por la endogamia que ha llegado hasta aquí. Con millones de parados, sin horizonte, mientras la clase política, la casta, vive como Dios sin dar palo al agua. Y los jóvenes revolucionarios de Podemos han sabido aglutinar a los millones de ciudadanos asqueados de un bipartidismo cómplice. Por eso, en este periodo electoral que ya ha comenzado, veremos a Rajoy tratando de salvar la nave del pepé después de haber gozado de una mayoría absoluta que le permitía regenerar el sistema.

Pero nos encontramos con un personaje que estaba cómodo como jefe de la oposición, sin responsabilidades molestas, y que tras el fracasado de Zapatero se encontró con que España le entregó el poder, absoluto, y lo ha desperdiciado quizá porque no es amigo de grandes decisiones, sino de dejar hacer y que se resuelvan por sí los problemas. Y han pasado los años y como no ha movido un dedo, ni uno, para darle un vuelto al sistema corrupto y regenerar la democracia, pues nos encontramos con un Partido Popular que tiene sus meses contados de poder, en Madrid, en muchos ayuntamientos y en muchas autonomías. 

Y si hablamos de la izquierda que representa Pedro Sánchez, con ese aura de buenismo que emanaba de Zapatero, y con un partido que no controla en Cataluña y le votan a favor de la consulta separatista, pues la tenemos clara. Hasta el viejo zorro de Felipe González, mil millonario tras su paso por la política, ya ha anunciado que el descalabro de su partido será mayúsculo, y si conservan cuarenta escaños, se dará por satisfecho.

En las elecciones de mayo la masa, los millones, votarán con las vísceras a gentes como Podemos, sin importarles que sean revolucionarios, sin conocer su programa electoral. En realidad votarán para que los de la casta, el bipartidismo, se vaya al carajo de una vez por todas. Votarán en la esperanza de que alguien acabe con esa corrupción que ha gangrenado el sistema político. Votarán con el corazón para decir basta ya. Basta de abusos, de robar, de corromperlo todo.
 
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com

Hallado muerto uno de los primeros denunciantes de la corrupción de Magaluf

PALMA DE MALLORCA.- El cuerpo sin vida de un empresario de la zona de Magaluf ha sido hallado a primera hora de la mañana de ayer sábado en uno de los caminos que conducen hasta el Castell d'Alaró, después de que dejase una carta de suicidio.

Según han informado fuentes de la Guardia Civil se trata de Javier Pierotti, quien en la misiva, expresó sus intenciones de suicidarse y el punto en el que pensaba hacerlo.
La Guardia Civil inició su búsqueda y halló el cuerpo en una zona escarpada y de difícil acceso, por lo que tuvo que ser trasladado por el helicóptero del Instituto Armado.
Según publica un diario local este domingo, Pierotti fue uno de los primeros denunciantes de la corrupción de Magaluf y de apuntar al jefe de la Policía, Antonio Navarro, quien se encuentra en prisión.

Pedro Sánchez califica de 'insensato' a Artur Mas

BARCELONA.- El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha calificado hoy de "insensato" que un gobernante provoque el "desgarro" de "obligar" a tener que elegir entre ser catalán o ser español y, de forma "alta y clara", ha asegurado que los socialistas "queremos ser catalanes y queremos ser españoles".

Sánchez ha participado hoy en la tradicional Fiesta de la Rosa que los socialistas catalanes junto al primer secretario del PSC, Miquel Iceta, y en un momento marcado por la espera a que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, firme el decreto de convocatoria de una consulta para el 9 de noviembre.
Sánchez ha comenzado su intervención con un breve saludo en catalán y, acto seguido, ha reivindicado la unidad de España: "No se puede entender Cataluña sin España ni España sin Cataluña, y eso es lo que representamos los socialistas", ha asegurado.
En este sentido, ha añadido: "me parece tan insensato que haya gobernantes que nos obliguen a elegir entre ser catalanes o ser españoles, nosotros decimos alto y claro que queremos ser catalanes y queremos ser españoles. Un gobierno no tiene el derecho a producir ese desgarro".
El secretario general de PSOE, que ha denunciado el "inmovilismo" del Gobierno del PP y su "no, no, no" como respuesta a las reivindicaciones catalanas, así como a los que quieren la ruptura, ha ofrecido de nuevo la reforma de la Constitución en la línea federal como la "solución" al encaje de Cataluña en España y a las puertas de lo que ha calificado como una "crisis de Estado".
Una reforma de la Constitución, ha precisado Sánchez, que reconozca la singularidad catalana y un "futuro común con España", como la "mejor solución" tanto para el Estado como para Europa.
Ante la actitud "inmovilista" del Ejecutivo, Sánchez ha pedido al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que deje de estar "de perfil" y "coja el toro por los cuernos", haciendo así frente al problema catalán con "diálogo, pacto, y negociación".
Sánchez ha insistido en la necesidad de cambiar la terminología y comenzar a hablar de los "beneficios" de la unión en lugar de debatir sobre los "costes" de la ruptura, y ha dicho que para avanzar juntos es preciso "tender puentes" en lugar de "seguir cavando fosos", como hacen los independentistas.
El dirigente del PSOE ha dicho no ser una persona de "fronteras" y ha agregado que las "peores" son las "mentales, las ideológicas, las que dicen que un vecino es un extraño porque no comparte sus ideas".
Sánchez ha mostrado durante su intervención su sintonía con el PSC, a los que ha dicho: "estamos orgullosos de los socialistas catalanes porque en un momento de choque de trenes son los únicos que han levantado la bandera de la concordia y el acuerdo".
En este sentido, el líder del PSOE ha asegurado que "no os vamos a fallar (al PSC) en la defensa de la unión de España y en la defensa de su diversidad".

El reto de 'Podemos' / Ramón Cotarelo *

Twitter es parte decisiva del ágora pública digital. Una corrala tecnetrónica en donde las noticias se dan simultáneas a los hechos de que informan. Anoche saltó una: Pablo Iglesias retaba en directo en La Sexta a un debate cara a cara a Pedro Sánchez. Un terremoto. Los tuiteros se enzarzaron. Los socialistas estaban enconados; unos criticando que Podemos fuera la oposición de la oposición, lo cual favorece al gobierno; otros señalando que era el PSOE quien ya había retado a Podemos infructuosamente. Ignoro si Sánchez ha recogido el guante. Supongo que sí.

Iglesias es ante todo un animal mediático. Su capacidad para hacer política a través de los medios tiene al respetable maravillado. Si Guy Debord hubiera alcanzado a ver el auge de Podemos, se sentiría vindicado en su veredicto de la sociedad del espectáculo; y Baudrillard hubiera detectado de inmediato el simulacro. La política se hace valiéndose de los medios de comunicación. En ellos está la llave del poder. No el poder mismo. Con los medios se ganan las elecciones. En ese terreno es donde Pedro Sánchez ha salido también a la reconquista del electorado perdido. El nuevo secretario general del PSOE sigue de cerca a Iglesias, lo imita, al tiempo que lo distingue con sus críticas al populismo y, siguiendo su ejemplo, se multiplica en lo medios.

Casi suena a una historia para etólogos, con dos machos marcando territorio y luchando por la jefatura de la manada. O para politólogos, con dos líderes delimitando campos y compitiendo por la hegemonía sobre el electorado. El reto de Iglesias es el desafío a combate singular de los dos jefes por ver cuál señorea el campo mediático. Eso es lo que más irrita a los socialistas, el hecho de que, como buen táctico, el de Podemos escoja el momento y el lugar de la confrontación. De nada sirve recordarle que los socialistas lo habían retado antes o que el deber de la oposición es oponerse al gobierno y no a la oposición. Son consideraciones irrelevantes para el cálculo pragmático que late en el reto.

No estando en el Parlamento, Iglesias tiene escasa base para invitar a un debate televisado a Rajoy que, por otro lado solo se pone delante de una cámara cuando no hay nadie más en kilómetros a la redonda. Ese reto corresponde a Sánchez a quien, aun siendo parlamentario, no se le había ocurrido. O no lo tiene por necesario pues, en principio, ya se mide con Rajoy los miércoles en el Congreso. Aunque esto no sea en nada comparable a un debate de televisión.

El reto llega el mismo día en que, entre noticias contradictorias, parece fijo que Podemos concurrirá solo a las elecciones municipales, dejando las alianzas para después de la votación. En realidad, la organización/movimiento ha fagocitado a IU, pero no le interesa la fusión porque, procediendo de la misma cultura comunista en sentido genérico, no quiere que se la confunda con ella. Esta actitud pretende reproducir el ejemplo de la Syriza griega que, viniendo de la izquierda marxista, no es el partido comunista. Al plantear el reto al PSOE, Podemos ya da por amortizada IU, se sitúa a la par con el PSOE y le riñe el territorio. Convierte de esta forma en acción política los resultados de los últimos sondeos que dan a Podemos como segunda fuerza política en Madrid.

Así se muestra la  iniciativa política pero también se abre cierta paradoja. Iglesias aparece ahora como  el defensor de la plaza mediática frente al forastero que quiere entrar en ella. Justo lo que era él hace un par de años. Los dos están bastante nivelados en edad, formación, actividad política. Pero uno defiende las murallas y el otro las asalta. Son Eteocles y Polinices en la lucha por Tebas y por la herencia maldita de Edipo: el poder. Hay mucho de personal en este enfrentamiento. Pero discurrirá por los cauces dialécticos. Iglesias querrá dejar probado que el aparato del PSOE es pura casta, si bien no así su militancia, mientras que Sánchez probará el peligroso populismo de su adversario quien, por ganarse el favor de las mayorías, arruinará el país. 

Ese reto apunta a un debate con un significado que va mucho más allá de la circunstancia actual. Es un debate en el territorio de la ya casi ancestral división de la izquierda entre, para entendernos, socialistas y comunistas; un debate histórico, interno a la izquierda. Una pelea que los comunistas han perdido siempre cuando la competición era a través de elecciones democráticas. La tradición comunista, queriéndose pura y considerando traidora a la socialista, es la eterna derrotada. De ahí que Podemos, procedente de esa tradición pero con voluntad de triunfo y de representar algo nuevo, evite toda asociación con el comunismo; pero su objetivo principal sigue siendo la socialdemocracia. Pues la miel de la victoria solo se degusta cuando el adversario prueba la hiel de la derrota.

La diferencia entre este enésimo enfrentamiento y los anteriores es que los retadores tienen una voluntad deliberada de dar la batalla en el discurso. En lugar de enfrentarse a la socialdemocracia -a la que previamente relegan al campo de la derecha- mediante el radicalismo de la palabra, ahora se hace mediante un discurso templado, neutro, moderado, relativista para no asustar a nadie, pero con promesa de reformas de calado. Una versión actualizada del reformismo radical a que se apuntó la izquierda alemana posterior a los años sesenta. Si al poder solo se llega por vía electoral, hay que ganar el apoyo de la mayoría, cosa que se hace diciendo a esta lo que esta quiere oír; y oír a través de la televisión. Por eso es imprescindible cuidar el lenguaje, convertirlo en un telelenguaje, que no asuste, ni crispe, que invite a confiar. Un ejemplo llamativo: los marxistas de Podemos no hablan nunca de revolución, sino de cambio. El término con el que ganó las elecciones el PSOE en 1982 y el PP en 2011. La moderación y buenas formas del lenguaje tienen réditos electorales, aunque preanuncien un apocamiento de las intenciones.

Esa división de la izquierda beneficia a la derecha. Pero es inevitable. Y, además de inevitable, de consecuencias muy variadas. El reto a Sánchez se inscribe en la estrategia de lucha por la hegemonía de esta jurisdicción ideológica y trata de provocar una situación en que el enfrentamiento sea entre la derecha y Podemos, para lo cual este encaja al PSOE en el PP con el torniquete de la casta. A su vez, el PSOE puede revestirse de la autoridad que parece dar la moderación frente a los extremismos fáciles de esgrimir: el populismo de los neocomunistas, el neoliberalismo e inmovilismo de los nacionalcatólicos. La amenaza de polarización puede venir bien al PSOE, beneficiario del voto asustado por los radicalismos, para resucitar el centro de la UCD. 

De esas incertidumbres está hecha la política.
 
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED