Muchos se van a levantar esta mañana con una marca en la
espalda, en la cabeza, en un brazo, o incluso en la médula: la marca
España. Ese es el chiste triste que anoche triunfaba en las calles y en
las redes sociales: la marca España como hematoma.
Esa marca España que tanto preocupaba al gobierno y que justificaba el
viaje de Rajoy y del rey a Nueva York; esa con la que pretenden que
seamos vistos como un país serio, responsable, que hace lo que tiene que
hacer y cumple sus deberes. Creíamos que hablaban de otra cosa, pero
no: la nueva marca España es la represión de la protesta, como
demostración de que el gobierno llegará hasta el final al precio que
sea, que no le temblará el pulso cuando los recortes y contrarreformas
venideros multipliquen la contestación ciudadana.
La
marca España la estamparon 1.300 policías anoche a porrazo limpio, en
una exhibición de violencia policial como no veíamos desde hace mucho.
Porrazos salvajes, detenidos arrastrados por el suelo, cabezas abiertas,
periodistas golpeados, diputados apartados a empujones, viajeros
perseguidos hasta el tren, disparos de pelotas y cargas de una
agresividad pocas veces vista.
La nueva marca España
recuerda demasiado a la vieja marca España que creíamos superada. El
trabajo previo de calentamiento de la delegada del Gobierno –que por
supuesto no podía levantarse hoy sin proclamar “ya lo decía yo”-; la
desproporcionada presencia policial; la actitud agresiva que mostraron
desde primera hora –con el casco puesto y en formación de carga desde
las seis de la tarde-; y sobre todo la brutalidad con que golpearon a
los manifestantes, parecen sacadas de aquella otra marca España de color
gris.
La nueva marca España ha llegado para
quedarse. Lo de ayer es sólo el principio, un intento de aterrorizar a
los ciudadanos con la vista puesta en próximas protestas que, tras el
rescate, serán mayores. En la línea de las medidas preventivas de la
delegada del Gobierno, la de ayer fue una paliza preventiva: para que
nos vayamos enterando de que las reglas de juego han cambiado, para que
se nos vaya haciendo el cuerpo, que la marca España no se estampa con
solo un porrazo: hay que sacudir repetidas veces para que no se borre.
La nueva marca España tuvo ayer su cuarto de hora de fama mundial:
portada de toda la prensa, emisión en directo en televisiones
internacionales, mención de la presidenta argentina en la ONU, trending
topic en el twitter planetario. Mensaje recibido, dirán los mercados:
España es un país serio, y el dolor de sus ciudadanos es la prueba
infalible de que hace sus deberes. Mensaje recibido, debemos decir
también los ciudadanos: su miedo es mayor que el nuestro.
(*) Escritor