domingo, 2 de febrero de 2014

Blesa acusa al juez Silva de intervenir sus correos para «arruinarle»

MADRID.- El expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, ha acusado al juez Elpidio José Silva de ordenar intervenir sus correos electrónicos para "arruinar" su "reputación personal y profesional", así como de "auspiciar" que su contenido tenga la "máxima difusión" a través de su perfil en Twitter y de sus "continuas" apariciones en prensa y televisión.

Así se pronuncia el exbanquero en el escrito de acusación que ha presentado ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) contra el juez que le envió a prisión y para quien pide 40 años de inhabilitación.
Blesa considera que Silva acordó un "rosario de diligencias" de forma "indiscriminada", "injusta" y "arbitraria" para abrir una causa general contra él, excediéndose así de los hechos denunciados en su Juzgado que se referían a un crédito de 26,6 millones concedido al expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán y a la compra del City National Bank de Florida.
Tilda de "bochornoso" que "se apropiara, sin el menor recato, de un artículo publicado en la Wikipedia" para sustentar su investigación y censura que ordenara la aprehensión de correos electrónicos, "perfectamente privados, con cuya previsible difusión se persigue arruinar su reputación personal y profesional".
"La aprehensión de los correos electrónicos, que en el orden lógico suponen el paso previo y necesario de su posterior difusión, era un elemento fundamental en la actuación del acusado para perjudicar a Blesa ", explica su abogado, Carlos Aguilar, que advierte de que Silva hizo actuaciones para "acceder a ellos a toda costa".
Critica también las "inaceptables mañas procesales" del magistrado para no tramitar su recusación, así como la "estrategia ilegal" que ejecutó para que Manos Limpias estuviera presente en el procedimiento. "Cercenó la libertad ambulatoria de mi representado de modo arbitrario e ilegal, por la mera voluntad del acusado, quien estaba decidido a perjudicar a mi representado", añade la defensa.
"El acusado actuó de acuerdo a un plan preconcebido para conseguir dictar resoluciones que produjesen la entrada en prisión de Blesa. Para ello, no dudó en quebrantar las normas procesales y sustantivas que le eran imperativas, imponiendo su criterio y personal opinión, aunque esta no tuviese soporte jurídico alguno ni pueda considerarse una interpretación razonable de la ley", concluye.
El que fuera máximo responsable de la caja de ahorros madrileña acusa al juez Silva de presuntos delitos de prevaricación, retardo malicioso en la Administración de Justicia y contra su libertad individual. Pedía inicialmente tres años de inhabilitación por revelación de secretos, pero el instructor rechazó incluir este ilícito ya que Silva no había podido defenderse al no haberse formulado antes. En todo caso, Blesa se reserva la posibilidad de ejercer acciones civiles concluido el proceso penal.

Los VIPs piden el indulto

MADRID.- Al Consejo de Ministros se le acumulan las peticiones de indulto de personajes muy conocidos: Julián Muñoz, José María Del Nido, José Ortega Cano, Jaume Matas y Baltasar Garzón son algunos de los nombres que figuran en el listado de expedientes por resolver.

El último en solicitar la medida de gracia ha sido el polémico exalcalde de Marbella Julián Muñoz, que este viernes ha cursado la petición por motivos de salud y que, tras su implicación en el caso "Malaya", cumple varias condenas por blanqueo de capitales y corrupción.
También en el mundo de la política, el pasado 11 de diciembre el expresidente balear Jaume Matas solicitó el perdón de su pena a nueve meses de cárcel, impuesta por ejercer tráfico de influencias y presionar a un subordinado para que entregara fondos públicos de forma ilegal a un periodista que le escribía discursos.
Según explicó la abogada de Matas, Pilar Gómez Pavón, los argumentos que respaldaron la petición del expresidente fueron razones de equidad y humanidad, y que la pena no resulta, a su juicio, adecuada desde el punto de vista de la proporcionalidad.
Poco después que Matas, el 27 de diciembre, fue el diestro José Ortega Cano el que pidió el perdón a la sentencia de dos años y medio de cárcel que le fue impuesta por un accidente de tráfico ocurrido en mayo de 2011 en la provincia de Sevilla.
Cuando provocó el siniestro, que se saldó con la muerte del conductor del vehículo contrario, el torero conducía con un nivel de alcohol que triplicaba el máximo permitido.
También está a la espera del indulto el expresidente del Sevilla C.F. y abogado José María del Nido, condenado a siete años de cárcel por cobros irregulares en encargos al Ayuntamiento de Marbella, precisamente en la etapa de Julián Muñoz al frente de la Alcaldía.
Finalmente, la solicitud de la medida de gracia para el ex juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón es más lejana en el tiempo, ya que el Gobierno comenzó a tramitarla en junio de 2012 aunque está aún pendiente de resolverse.
En su caso, se solicita el perdón para la pena que le impuso en febrero de 2012 el Tribunal Supremo por las escuchas del caso Gürtel, una condena a once años de inhabilitación que la Asociación de Magistrados Europeos por la Democracia y las Libertades (Medel), impulsora de la petición de indulto, considera desproporcionada.
La pasada semana el PSOE anunció que pedirá explicaciones al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, por la tardanza en la tramitación de esta petición.
El indulto es una medida de gracia excepcional que concede el Rey, a propuesta del Ministerio de Justicia y previa deliberación del Consejo de Ministros, y que conlleva el perdón total o parcial de la pena, aunque no supone la cancelación de los antecedentes penales.
Las peticiones suelen ir acompañadas de un informe de conducta del penado y pueden ser avaladas tanto por el tribunal sentenciador como por la Fiscalía, si bien ninguno de estos elementos es vinculante para la resolución del expediente.
Aunque el Gobierno, el ministerio público e incluso el propio tribunal que impone la condena pueden iniciar los trámites para el indulto, lo más habitual es que sea el propio condenado o sus familiares quienes cursen la petición. Desde 2004, el número anual de indultos concedidos supera los 300.

Me caí del mundo y no sé por dónde se entra / Eduardo Galeano *

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. 
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. 
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. 
Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. 
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! Se compraban para la vida de los que venían después. La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas..... 
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. 
Tiramos absolutamente todo. Ya no hay zapatero que remiende un zapatero, ni colchonero que sacuda un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos..... De “por ahí” vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba. Y no es que haya sido mejor… Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo”, pasarse al “compre y bote que ya se viene el modelo nuevo”. Hay que cambiar el auto cada 3 años porque si no, eres un arruinado. Aunque el coche esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios. 
Mi cabeza no resiste tanto. 
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. 
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre... Me educaron para guardar todo. Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. 
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería... ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo? 
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? 
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos... ¡¡Guardábamos hasta las tapas de los refrescos!! los corchos de las botellas, las llavecitas que traían las latas de sardinas. 
¡Y las pilas! Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil en un par de usos. 
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio.
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de navidad y las páginas de los calendarios para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela, y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía "éste es un 4 de bastos". 
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. 
Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Y hoy, sin embargo, deciden "matarlos" apenas aparentan dejar de servir. 
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de duraznos se volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella. 
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. 
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. 
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. 
No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga. 
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado... 

(*) Ensayista