Mucha buena gente expresa con angustia y ansiedad que ya no puede
más, que no tienen ingresos para la comida, la luz, el agua, la
hipoteca, los estudios de sus hijos y un sinfín de situaciones como
consecuencia del triunfo de la corrupción instalada en numerosos
sectores de la sociedad y especialmente en los grupos de poder:
financiero, económico, político y empresarial.
Esta buena gente,
familias enteras, te dicen que cómo pueden vivir con 420 euros al mes,
que sólo les da para poder subsistir. El otro día me decía una madre que
no tenía dinero ni para comprar compresas para sus hijas y no es una
exageración, era su realidad, su tremenda realidad de ver cómo no tenía
nada de dinero para comprar algo tan elemental. A esto le podemos añadir
los pañales y así otro montón de artículos necesarios.
Ahora que
la gente se ha quedado sin trabajo o con un trabajo precario, los
Gobiernos en vez de reforzar el Estado de Bienestar para paliar estas
situaciones, que sería lo más lógico y lo más sensible y ético, lo que
están haciendo son recortar ayudas sociales y subir impuestos a los más
desfavorecidos, y aplicar el famoso copago, que lo único que está
haciendo es hundir más a las familias, destrozar la vida de muchas
personas.
Hemos visto recientemente cómo no se han revalorizados
las pensiones de nuestros mayores, de esas personas que han dado todo
por construir esta sociedad y los que mantienen con su pobres pensiones a
sus familias; las desproporcionadas tasas judiciales; pagar cinco euros
por viaje en la ambulancia; recortar la dependencia, así personas que
recibían 462,18 euros ahora van a recibir 244,18 euros y todo ello en
nombre de garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la
competitividad.
Me imagino que además de hacer trizas la estabilidad
presupuestaria de las familias, el fomento de la competitividad se
referirá a ver qué personas mayores se mueren más temprano. No sé si a
José Ríos, subdirector general de Pensiones, le habrá temblado la mano
al firmar estas resoluciones, pero espero que por lo menos alguna
lágrima se le habrá escapado, porque esto condena a muchos mayores a una
muerte indigna, una especie de eutanasia social.
Quieren acabar
con la esperanza, la ilusión, el trabajo y el derecho a una vida digna
como personas. Pero, el pueblo cansado de tantas mentiras,
manipulaciones desde el control de muchos medios de comunicación, de que
cada día nos despertemos sin tener un trabajo ni saber quiénes nos
pueden ayudar ese día para alimentarnos o soportar la vergüenza de tener
que ir a los comedores sociales, se ha echado a la calle, sectores de
todos ámbitos de nuestra sociedad.
La respuesta de nuestros gobernantes
es la misma: no hay otro camino, sólo recortes, desempleo, precariedad y
seguir dando más dinero a los banqueros. La gente sufre, se desespera y
sigue protestando pidiendo justicia social y el pan nuestro de cada
día. Y el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy „porque la
presidenta de nuestro país es Angela Merkel„ dice que está muy
satisfecho de lo que está haciendo. Son talibanes del sistema
neoliberal.
Creo que esta estafa financiera tiene un origen más
profundo que no es otro que la crisis de valores, la falta más absoluta
de ética. Lo único que les ha importado ha sido la codicia, el lucro,
las ganancias sin límites, disfrutar, derrochar sin reparar en los
medios ilícitos utilizados, conduciéndonos a un modelo social basado en
las desigualdades y en la falta de escrúpulos. Todo vale con tal de
obtener más rentabilidad y beneficio. Los financieros, los
especuladores, los inversores, las grandes fortunas, muchos políticos
han demostrado que sólo buscan su interés, explotando y expoliando al
pueblo sencillo y obrero.
En contraposición a esta falta de ética y
a esta inmoralidad, vemos cómo los ciudadanos son más solidarios entre
ellos. Hay ancianos que han dejado sus residencias para que sus hijos y
nietos puedan comer de sus pensiones; hay trabajadores que han repartido
el trabajo para evitar más despidos; hay vecinos que ayudan a otros que
lo están pasando fatal, las familias están siendo una institución de
solidaridad imprescindible; hay maestros que ponen dinero para que
algunos alumnos que van sin desayunar puedan hacerlo y así muchos más
gestos de solidaridad. Han puesto a la persona en el centro de la
sociedad.
Quiero poner el acento en que sigue habiendo motivos
para la lucha y la esperanza. Creo en una humanidad que nos invita a
creernos la utopía, a que la vida pertenece a todos y cada unos de
nosotros, a creernos que las personas egoístas, avariciosas, codiciosas y
sin ética no van a tener la última palabra, porque vamos a
comprometernos por ser buena noticia para los que sufren.Y, como no
queremos que nos quiten la alegría y la dicha vamos a saborear la vida
con el encuentro con los amigos y familiares, con los vecinos, con los
compañeros de trabajo?Que sigamos sonriendo, amando, acariciándonos,
expresemos nuestras vidas desde la ternura y la bondad y junto con esto
seguimos luchando por ese mundo posible y necesario.