viernes, 6 de enero de 2012

La foto de la indignación / Leonardo Rearte *

Dicen que el dolor es trepidante. Que pasa a través de los globos oculares y hace que el cerebro se paralice un segundo. El gas pimienta en la cara de esta chica de Portland, EEUU, no la hizo callar. No cerró la boca. Ni la cerrará. (La foto es de Randy L. Rasmussen)
Los Indignados, los  Occupy de Wall Street, los estudiantes de Chile y Colombia, los activistas de Asia o África, los cacerolazos que nosotros escuchamos en 2001 y que hace algunos días resonaron en Grecia...

Los movimientos de protesta social (que fueron elegidos por la revista Time como el hecho de 2011) son difíciles de englobar porque la mayoría de ellos responden a diferentes causas (¿o podríamos arriesgar que todos ellos reclaman que “dejen de empujarlos del mundo”?). Pero tienen, estas protestas globales, un denominador común: la asimetría de la fuerza. ¿A qué me refiero? Vamos por parte:


Ellos, por un lado, se sientan a esperar en paz, como forma de reclamo (eso pasó en Wall Street); o, a lo sumo, animan los pasos de "Thriller" de Michael Jackson (como sucedió con los estudiantes en Chile); o se abrazan en Colombia (el original “abrazatón”: los protestantes estrechaban sus brazos, con cariño, incluso, a los agentes de la fuerza policial); o...  de espaldas, dejan ver el pálido color de las nalgas (en Estados Unidos) frente a los oficiales.

Y los de enfrente, soldados o policías armados, escupiendo agua o gas por las fauces. Cuanto menos.

La mayoría de las imágenes que nos llegan de todo el mundo sobre los “indignados” muestran postales similares. Hablan por un lado de violencia. Y por el otro, de cómo superarla con creatividad e inteligencia. ¿De qué lado creen que se pondrán las audiencias?


Como la foto del héroe desconocido de China, que no dejaba pasar la prepotencia de los tanques (1989); como las fotos sesentistas de los rifles y las flores; como la niña vietnamita que lloraba y corría desnuda entre soldados sin voz; muchas de las fotos de los occupy han sido elegidas como las mejores de 2011 y ya tienen estatura de quedar en la historia como marca de fuego de la época. Es el destino de la fotografía de la chica de Portland: no dejarán de reproducirse. Ella seguirá gritando.


Las imágenes pueden ser grandes armas contra la violencia. Las balas atraviesan los cuerpos, las fotos perforan los imaginarios colectivos.


Por todo lo dicho, queda a las claras cuál es la asimetría de las fuerzas: los que intentan reprimir las ideas con palos no tienen ninguna oportunidad frente a la opinión pública que mira y piensa; los "indignados", todas. 

(*)  Editor del suplemento de Cultura del diario 'Los Andes'

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