lunes, 21 de mayo de 2012

El 15-M aumenta su apoyo ciudadano / Josep Lobera *


Si contamos tiendas de campaña, parece que esta primavera tiene menos colorido. No se deje usted engañar. El volumen de simpatizantes del 15-M es significativo y similar al de la primavera pasada, especialmente tras las últimas movilizaciones: el 68% de la población, 75% entre los jóvenes. La amplia mayoría quiere que continúe y cree que básicamente tienen razón. Son tres veces más que quienes han asistido a alguna de sus concentraciones y ocho veces más que quienes han participado en alguna de sus asambleas.

Quizás lo más importante para muchos es que el 15-M supone un punto de referencia visible, una exteriorización de su enfado, un espacio que permite ser ocupado por esa acumulación de preocupación, indignación y angustia que recorre muchos hogares. Sin ese espacio, la indignación no desaparecería. Se canalizaría por otros medios. 

Cuando se habla del movimiento resulta conveniente recordar que el 15-M no es la indignación. Es una de sus expresiones. Concretamente, una expresión que, en su mayor parte, surge de una pulsión por más democracia y que admite el debate. Canalizar el cóctel de emociones de los ciudadanos hacia las propuestas y el debate democrático constructivo está a años luz de otras expresiones más cínicas o nihilistas que hemos observado en otros países.

Una vez en la calle, la indignación y la angustia no se destruyen, solo se transforman. Bajo qué formas se exprese dependerá, en buena parte, de las decisiones que se tomen sobre cómo tratar la punta del iceberg.

(*) Josep Lobera es director de investigación de Metroscopia y profesor de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

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