martes, 19 de junio de 2012

Desmontando el bulo de la revolución islandesa / Dashiell

A través de un artículo titulado "Un fantasma recorre Islandia" diversos medios españoles se han hecho eco de una supuesta revolución que ha transformado el país nórdico por completo y de la que, al parecer, el resto de medios han evitado informar. Como residente en Islandia durante el acontecimiento de tales hechos considero oportuno realizar las siguientes aclaraciones para desmentir esas noticias:

PRIMERO:
La banca islandesa no está nacionalizada. Los tres grandes bancos del país (que acabaron colapsando) fueron intervenidos, tras lo que Kaupthing y Glitnir se entregaron a sus acreedores (Que controlan el 87% del primero) y Landsbanki está pendiente de la resolución del grave conflicto del pago de la deuda de Icesave a sus clientes británicos y holandeses.

SEGUNDO:
El pueblo aún no está redactando la nueva Constitución.
Islandia vivió unas elecciones para elegir a los miembros de una asamblea que tiene la potestad de aconsejar a los profesionales del derecho que van a hacerlo. Pero esa asamblea carece de poder alguno más allá del de consulta e incluso su formación se ha visto retrasada al ser declarados nulos los comicios por los que se elegía a sus miembros, unos comicios en los que solo se molestó en votar un tercio de los islandeses.

Las razones que llevaron al Tribunal Supremo islandés a tomar tal decisión son, entre otras, las siguientes:

1.-
Las papeletas estaban numeradas, por lo que podría inferirse que aquellos que las manejaban tenían la posibilidad de tomar notas sobre qué ciudadano votaba a qué candidato, rompiéndose con ello el principio básico de privacidad.
2.- No se permitía doblar la papeleta.

3.- Se utilizaron cajas de cartón en vez de las clásicas urnas electorales lo que aumenta el riesgo de pucherazo (posibilidad de robo, dobles fondos, etc...)

TERCERO: Los responsables de la crisis no están encarcelados
ni Sigurdur Einarsson, ni Jón Ásgeir Jóhannessonni Geir Haarde, ni David Oddsson, ,ni Björgólfur Thor Björgólfsson están o han estado entre rejas como consecuencia del desastre económico sufrido en el país. Los más golpeados por la justicia de entre todos ellos fueron Hreidar Sigurdsson arrestado y puesto bajo custodia durante unos días, el ex CEO de Kaupthing (S. Einarsson) que tras haber sido incluido por interpol en sus archivos fue detenido la mañana del 9 de marzo de 2011 y liberado durante la noche del mismo día. y Geir Haarde, que irá a los tribunales.

CUARTO:
Si bien es cierto que los islandeses se han negado a pagar  una parte de la deuda, en concreto el procentaje de Icesave que reclaman sus acreedores, en marzo el  63% de los electores se inclinaban por asumir el pago aunque semanas después el apoyo para esta opción se redujo hasta el 52%.
QUINTO: El resto de la deuda, la mayor parte del total, un 96%, no podía pagarse puesto que equivalía a diez veces el PIB islandés y los intereses de la misma hubiesen superado cada ejercicio los ingresos del Estado. 
Según el polítólogo islandés Erikur Bergmann "Simplemente, no había dinero para rescatar a los bancos: de lo contrario, el Estado los habría salvado: ¡Llegamos a pedírselo a Rusia!. Fue un accidente: no queríamos, pero tuvimos que dejarlos quebrar y ahora los políticos tratan de vender esa leyenda de que Islandia ha dado otra respuesta".

SEXTO: Los islandeses siguen asqueados de su clase política,  el recorte del Estado del bienestar no cesa 
y la desafección con sus representantes y con el sistema ha llegado a tal nivel que en las elecciones a la alcaldía de Reykjavík en 2010 (una institución poderosísima en el país) se inclinaron por el humorista Jón Gnarr del Besti flokkurinn (El mejor partido)  un hombre que había efectuado propuestas hilarantes y surrealistas.

El nuevo alcalde rompió meses después las pocas promesas que había hecho, entre ellas no subir los impuestos ni recortar los servicios públicos a los ciudadanos pero a continuación recordó a sus electores que en su programa incluía la propuesta de no respetar nada de lo que hubiese prometido durante la campaña.

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