miércoles, 6 de junio de 2012

El arrogante Cristóbal Montoro y los ‘hombres de negro’ / José Aº Zarzalejos

Nos dijo que no subirían los impuestos y lo primero que hicieron fue incrementarlos (IRPF, IBI, Sociedades); aseguraron que tenían ganadas las elecciones andaluzas y ahora gobierna en Sevilla una coalición entre el PSOE de los ERE e IU; nos dijeron que los Presupuestos Generales del Estado iban a ser decisivos en 2012 y los presentaron tarde y mal, al punto de tener que completarlos con un recorte adicional en sanidad y educación; establecieron el déficit público en 8,5% y, hechos ya los cálculos, tres comunidades del PP lo elevaron a la altura del mes de mayo hasta el 8,9%; nos aseguraron que traerían la ética perdida a la vida pública y acaba de entrar en vigor una amnistía fiscal incluso para el dinero en efectivo que tributa al escaso porcentaje del 10% que hará las delicias de los defraudadores; nos aseguraron que la Comisión Europea, el FMI y el BCE confiaban en su solvencia política, y la troika les mantea dialécticamente enmendándoles la plana en casi todo; nos han dicho que el problema de Bankia estaba resuelto, pero su ex presidente -Rodrigo Rato- discrepa de la nacionalización, el nuevo gestor -José Ignacio Goirigolzarri- amenaza con marcharse si no se le transfieren en forma de capital 19.000 millones adicionales de dinero público y todavía no sabemos cómo se va a conseguir -y de dónde- ese cerro de millones.

 Y ahora, Cristóbal Montoro, el ministro de la sonrisa tonta y permanente, proclama con enfática seguridad que “los hombres de negro” no van a venir porque España no se “puede rescatar técnicamente hablando” aunque tenemos graves problemas para financiarnos con una prima de riesgo por encima de 500 puntos básicos. Y, para que nada falte, la vicepresidenta asegura en un desayuno capitalino que somos el pasmo de Triana internacional por lo bien y rápido que hacemos las reformas. 

¿Qué buenas razones tenemos para creer que lo que sostiene el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, que cuadra el déficit de las Comunidades Autónomas en el primer trimestre con la trampa de los anticipos por importe de 5.000 millones, es verdad y que España no será rescatada? ¿Qué buenas razones tenemos para creer al responsable -eso sí, siempre sonriente- de Hacienda y Administraciones Públicas cuando el Secretario de Estado de la Seguridad Social nos advierte que se van a producir “tensiones importantes de liquidez”, provocando una alarma más en el patio nacional que se parece al cervantino de monipodio? ¿Por qué reverendas razones hemos de creer lo que nos dice el Gobierno cuando su presidente ya advirtió que haría lo contrario de lo que dijo y prometió si preciso fuere? Y en definitiva: ¿por qué hemos de estar tranquilos, como nos pide el Gobierno, observando una ofensiva temeraria, con luz y taquígrafos, en la que se exhibe con impudor la arrogancia internacional del mal pagador (si queréis cobrar, financiarme) y la prepotencia del que supone que, o se avienen los demás a los criterios de Madrid, o España se lleva por delante el euro que es lo que viene sugiriendo el siempre sonriente y facundo ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, a dos minutos de subir el IVA, recortar las pensiones y el subsidio de desempleo. ¿A qué este pinturero comportamiento, desafiante e imprudente?

No es esto, no es esto. No es esto lo que esperábamos aquellos que confiábamos en la solvencia política del PP, aun escamados como estábamos por su oposición estatuaria e infructuosa al PSOE de Zapatero. Creímos que habría previsibilidad en las decisiones; coherencia entre lo que se decía y se hacía; capacidad técnica y política para resolver los problemas complejos que nos aquejan. Nadie esperaba soluciones taumatúrgicas. Pero suponíamos que conocían la “herencia recibida” de un Zapatero al que hasta el más desavisado había tomado la medida, que no traicionarían su trayectoria, que repetirían, incluso, algunos de los mejores momentos del Gobierno del PP entre 1996 y 2004. Y aquí estamos: con un sonriente -¿por qué sonríe, qué motivos tiene para mostrarse tan facundo y jacarandoso el señor ministro de Hacienda?- y también frívolo Cristóbal Montoro que se chotea de los “hombres de negro” asegurando que no se instalarán en Madrid, lo que puede ser un síntoma alarmante de que estén aterrizando ya en Barajas. Porque siempre sucede exactamente lo contrario de lo que Montoro asegura no sucederá. Por eso de la “fatal arrogancia” de nuestros gobernantes de la que se habló ayer en la videoconferencia entre los miembros del G-7 que comienzan a no dar crédito al “pecado de orgullo” que denunció Alan Minc en Mariano Rajoy. Vientos de fronda azotan la península.

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