MADRID.- No es la primera vez que el magistrado Santiago Pedraz está en el centro de la
polémica. Sus decisiones no dejan indiferente al sector político, que en
muchas ocasiones ve con hastío sus resoluciones. Fuentes próximas al
magistrado le califican de “políticamente incorrecto”.
Su testarudez le
ha hecho investigar el asesinato del periodista José Couso en la
guerra de Irak aunque supusiera un conflicto diplomático con Estados
Unidos por la imputación de tres militares norteamericanos. Hasta en
tres ocasiones, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional le ordenó
archivar el asunto hasta que el Tribunal Supremo le permitió seguir
investigando.
No sólo se opuso a las reclamaciones políticas y
diplomáticas de que aparcara el asunto sino que organizó un viaje, con
periodistas incluidos, a Bagdad para analizar el hotel donde fue
asesinado el operador de cámara español. La prensa también le acompañó a
un viaje a Guatemala para interrogar a víctimas de los crímenes
cometidos en el país latinoamericano entre 1978 y 1986, y denunciados en
España por la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú.
En
su auto por la manifestación ante el Congreso de los diputados del
pasado 25 de septiembre, el titular del Juzgado Central de Instrucción
número 1 hace una férrea defensa a la libertad de expresión, lo mismo
que ha hecho en numerosas ocasiones con manifestaciones proetarras
celebradas en el País Vasco al entender que de prohibirlas se estaría
vulnerando el derecho de reunión y manifestación y atacaría al derecho
fundamental de la libertad de expresión.
Marido e hijo de
periodistas, Santiago Pedraz ya suscitó mucha polémica como miembro del
tribunal que consideró que las asociaciones juveniles Jarrai, Haika y
Segi no eran parte del entramado etarra. Como ponente de la sentencia,
Pedraz consideró que únicamente se trataban de asociaciones ilegales,
tirando por tierra la tesis, implantada por Baltasar Garzón, de
que ETA no la componen sólo los que disparan y ponen bombas, sino todos
los satélites que tiene alrededor, como el económico, político o
internacional. Estas organizaciones agrupaban a los cachorros de la
banda que comenzaban con actos de 'kale borroka' para después ser
captados para los comandos o formaciones políticas. El Supremo le dio un
fuerte varapalo y confirmó que efectivamente sí se tratan de miembros
de la banda.
Muy criticada fue también su decisión de archivar la última causa al terrorista José Ignacio de Juana Chaos,
cuando éste estaba a punto de ser excarcelado en 2005 tras 18 años en
prisión. Entendió que el histórico etarra, condenado a más de 3.000 años
de cárcel, no había cometido otro delito de pertenencia a la banda ni
de amenazas terroristas por la publicación de dos artículos en los que
señalaba, entre otros, a la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo.
Sus superiores jerárquicos tampoco estuvieron de acuerdo con él en esa
ocasión y le obligaron a procesar al etarra y llevarle a juicio,
donde fue condenado a doce años de cárcel, pena que posteriormente fue
rebajada por el Tribunal Supremo a tres.
Hombre tímido y
afable, Pedraz fue íntimo compañero y amigo de Garzón mientras
compartían la segunda planta de la Audiencia Nacional de la calle
Génova. Era diaria la imagen de ellos dos, junto a otro juez, Fernando Andreu,
saliendo a tomar el aperitivo hasta que Garzón fue, primero, suspendido
cautelarmente y después inhabilitado tras ser condenado por
prevaricación por las escuchas ilegales en el 'caso Gürtel'.
Pedraz fue
uno de los compañeros que salió a las puertas de la Audiencia Nacional a
aplaudir al exjuez su último día en el órgano judicial y uno de los que
le acompañaron el primer día de juicio en el Tribunal Supremo.
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