viernes, 16 de noviembre de 2012

Unos 3.000 manifestantes piden "la caída del régimen" en Amán y de la monarquía jordana

AMÁN.- Unas 3.000 personas se han concentrado en el centro de Amán este viernes para protestar contra la subida de los precios del combustible por el Gobierno y han coreado "el pueblo quiere la caída del régimen", en el tercer día de protestas en el reino, y en demanda de la abdicación de la monarquía.

Policías antimotines desviaron a los protestantes, que se proponían llegar hasta el palacio real mientras coreaban consignas contra el rey Abdallah II, una demanda sin precedentes.
Las marchas, en las que participaron hasta 10.000 personas según cálculos, siguen a una semana de disturbios durante los cuales una persona murió; otros dos muertos fueron reportados en el asalto a una estación policial en la ciudad de Irbid a mediados de semana.

   La manifestación más multitudinaria ha tenido lugar cerca de la mezquita Husseini, la principal de la capital, y ha transcurrido de forma pacífica. Policías desarmados han intervenido únicamente para separar a simpatizantes y detractores del rey Abdalá II.
   "Aumentar los precios es jugar con fuego", advertía una de las pancartas en esta marcha de Amán, a la que se le han sumado concentraciones en la localidades de Irdib, en el norte del país, y en las ciudades de Karak, Tafila y Maan, en el sur.
   Los Hermanos Musulmanes, el mayor grupo de oposición en el reino, han anunciado su adhesión a las protestas y han trasladado a núcleos urbanos unas movilizaciones hasta ahora circunscritas a áreas rurales. La mayor parte de los disturbios se han producido en zonas habitadas por tribus.
   Estas tribus, tradicionalmente afines a la dinastía hachemí, se enfrentan por el poder con los Hermnanos Musulmanes, aunque los líderes de este movimiento islamista han evitado involucrarse personalmente en las protestas de estos días para evitar mayores conflictos.
   En un comunicado, el dirigente de los Hermanos Hamam Said ha instado a Abdalá II a "tomar nota de la situación" y dar marcha atrás a su decisión de aumentar los precios, ya que "el pueblo jordano no puede soportar más cargas".
   Aunque Jordania apenas ha registrado movilizaciones como las que sí han sufrido en el último año otros países de Oriente Próximo y el norte de África, la decisión del Gobierno de imponer un alza en el precio de los combustibles ha llevado a miles de personas a salir a la calle.
   Jóvenes desempleados y manifestantes descontentos con la gestión de las autoridades han atacado comisarías de Policía, bloqueado carreteras e incendiado edificios oficiales. Uno de los asistentes a estas concentraciones murió el jueves mientras una turba intentaba asaltar una comisaría en Irbid.
   Said ha advertido de que la eliminación de los subsidios "priva a los jordanos de un nivel mínimo de vida". Por este motivo, ha exhortado a Abdalá II a acelerar el proceso de reformas y dotar de mayor capacidad de decisión a la población.
Los disturbios políticos se han hecho más frecuentes desde que el pasado 4 de octubre el monarca hachemita disolvió el parlamento y convocó a elecciones anticipadas basadas en una legislación electoral reformada que los partidos islamistas y de la izquierda condenan.

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