Es un despropósito que todos los gobiernos, todos, en algún
momento de su mandato decreten una amnistía fiscal para
defraudadores. En la última se han salvado los Botín de no declarar una
fortuna de miles de millones de euros en Suiza, y un montón de políticos
encabezados por la familia Pujol, para vergüenza de toda Cataluña.
Y
que conste que estos ciudadanos que han delinquido, y que gracias a la
ley de Montoro se irán de rositas, no lo hicieron de motu propio por
arrepentimiento. No, nada de eso. Fue la delación de un ex-empleado
responsable del departamento de informática de la banca HSBC Private, Hervé Falciani, que acumuló en un disco duro los nombres y datos
de millones de defraudadores en todo el mundo, y quien colaborando con el
gobierno francés dio pistas de los cientos de españoles de postín que
tenían sus dineros escondidos bajo el secreto bancario del país
helvético. El vecino país comunicó a nuestro país los que correspondían a
España. Y enseguida se fraguó el pacto gobierno-defraudadores.
Aunque
sea por vergüenza ajena, deberían conocerse con pelos y señales quienes
se han beneficiado de la gracia del gobierno de Rajoy, a qué precio y
cual es el volumen de lo defraudado en realidad. Porque me parece que a
muchos, a todos, les ha salido barato. Muy barato delinquir quizá
sabiendo que tarde o temprano se acogerían a una de las amnistías que
nos suelen regalar los que ganan las elecciones. A lo mejor, no me
extraña, hay contrapartida oculta. Vista la catadura moral de nuestra
clase política, ya todo no sólo es posible. Es mas que probable.
Porque
a lo que parece, en dicha amnistía se contempla el secretísimo, el
perdón, la confidencialidad de la defraudación. Vamos, el anonimato
impune del delincuente económico que ha robado durante años y años
millones al resto de los españoles. Un resto de españoles, en su mayoría
trabajadores que cumplían escrupulosamente con sus obligaciones como
asalariados porque el sistema ya les quita el dinero de la paga. Con las
grandes fortunas, con los banqueros, con los políticos que nos roban,
pues ya se ve. Son intocables.
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
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