Con
razón no quiere ir Rajoy al Parlamento ni arrastrado. El hombre que iba
a "dar la cara" es el que menos cara ha dado en la legislatura y
parte en plasma. Quisiera ser el hombre invisible. Solo acude al
Congreso cuando no tiene más remedio y trata de condicionar su
comparecencia a que se hable de lo que le interesa y se silencie lo que
le desagrada.
Así lo hizo ayer. Fue a soltar una arenga triunfalista
sobre la crisis y callar sobre la corrupción. La arenga, la habitual
sarta de mentiras y medias verdades, como ha demostrado fehacientemente Ignacio Escolar.
A la corrupción dedicó dos minutos, como si no existiera, el mismo día
en que se sabe que tienen a unos cuantos jueces cobrando primas del
gobierno por asesorías de muy discutida naturaleza.
Lo
de los tres millones de puestos de trabajo que van a crear, además de
los tres millones que anunciaba en su día Pons (¿o son los mismos, como
los soldados de la película de la venganza de don Mendo?), lo
repetirá hoy la Brunete mediática, convertida en orfeón nacional. El
mensaje implícito es: en los próximos cuatro años porque el debate de
ayer fue el primer mitin de la campaña de marzo-mayo-septiembre-noviembre.
El señor Hernando predicó por todas las emisoras la nueva de que el
gobierno del PP ha salvado el Estado del bienestar in extremis de unos socialistas enloquecidos que malgastan el dinero en subvenciones para buscar no sé sabe qué padres.
El
silencio sobre la corrupción se encontró de pronto con un sonoro muro
de acusaciones. La oposición en pleno no hizo sino hablar de ella. Y eso
descompuso a Rajoy. Cuando Sánchez le dijo que su nombre estaba ligado
al de Bárcenas (ese que él no pronuncia nunca) ya saltó, perdió los
estribos y empezó a faltar al respeto en ese tono despreciativo,
arrogante, de perdonavidas que lo retrata. Hizo muy bien el socialista
en reiterar su acusación de corrupción y precisarla.
De las trolas sobre
la recuperación ya se había encargado antes, demostrando que sí hubo el
rescate que Rajoy niega y aportando dos datos aterradores que este
gobierno oculta celosamente: que han saqueado el fondo de las pensiones
y han llevado la deuda a donde empieza a ser imposible pagarla.
Escalofriantes por la pura incompetencia. Pero el asunto grave, el
decisivo, es la corrupción. Y, en efecto, en su segunda réplica, Rajoy
ya empezó a insultar directamente. Claro, porque es lo que
verdaderamente le preocupa.
Su respuesta fue un estentóreo ¡y tú más!.
Sí, muy bien, que los socialistas arreglen su casa. Pero aquí, ahora,
se habla del gobierno, de la corrupción, de la Gürtel, de Bárcenas. Es
muy sencillo: el presidente debe explicar en sede parlamentaria si cobró
o no sobresueldos, por cuánto, a cuénta de qué, procedentes de dónde;
si se pagó sus trajes y sus viajes o los pagó la Gürtel, según dice
Bárcenas; si el partido se financió ilegalmente; si las reformas de las
sedes se pagaron en A o en B; si sus ministros se costeaban los
confetti; si los jueces cobran o no sobresueldos.
Tiene
mucho que explicar. En realidad, todo. Es incomprensible que sea
presidente del gobierno un personaje tan inexplicable como inexplicado.
El resto de la oposición interpretó melodía similar: la recuperación es
falsa y lo que hay es desmantelamiento del Estado social y democrático
de derecho y corrupción. Garzón estuvo muy bien. Brillante. Con verbo
incisivo y directo. Rajoy no sabe lo que pasa en la calle; su país solo
existe en su cabeza. En opinión de Palinuro, ni en su cabeza, pero ese
es otro asunto. En lo del país imaginario coinciden todos los
políticos: Rajoy vive en Neverland, para ponerme a tono con el tic-tac
de Podemos.
Lo único que me chirría del parlamento de Garzón es su
insistencia en atribuir culpa a un sujeto colectivo imaginario que llama
"el bipartidismo". El "bipartidismo" nos ha traído aquí. Al margen de
las consideraciones lógicas del enunciado, las políticas son obvias y, a
juicio de Palinuro, erróneas pues la fórmula, en realidad, es otro modo
de atacar al PSOE haciéndolo igual al PP, reiterando eso de PPPSOE. Ya
cansa un poco esta pequeña infamia. No por lo que tiene de infamia, sino
de tonta. Porque si el enemigo es el PPPSOE, ¿acaso no es lo más
inteligente dividirlos y enfrentarlos entre sí?
El
señor Duran i Lleida, como siempre, pasó caballeroso por el hecho de
que Rajoy dedicara menos tiempo a Cataluña que a la corrupción y ese
tiempo, para proclamar España "una, grande, libre". En su tono
paternalista, el catalán le avisó por enésima vez de lo que se le viene
encima en el Principado, pero si ser muy específico porque tampoco él lo
sabe.
Coscubiela,
de cine. Palinuro es fan del catalán. La señora Villalobos, en un
descanso del videojuego, le reprendió por emplear la expresión "capo de
la mafia" dirigida a Bárcenas. No anduvo Coscubiela veloz. Debía haberle
respondido que obviamente, el "capo de la mafia" es otro.
Por
último, la intervención de Rosa Díez, una vuelta más de tuerca a la
corrupción, pero con una contundencia de antiguo tribuno. La líder de
UPyD dijo al presidente que debía haber dimitido en cuanto se supo que
había caja B. O algo así. Ciertamente, es lo que habría pasado en
cualquier país democrático del mundo. Es mucha señora la señora Díez y
una pena que, a juicio de Palinuro, se equivocara fundando ese partido
cuyos días parecen contados.
El
debate sobre el estado de la nación, en realidad, es sobre el estado de
la corrupción. Esta no empieza y acaba en el fraude de los dineros
públicos, sino que tiene ramificaciones inevitables en la corrupción de
las instituciones públicas de todo tipo. Si las declaraciones y
manifestaciones del gobierno son falsas, engañosas, si manipulan los
datos y falsean las estadísticas, todo el discurso público está corrupto
y es absolutamente inservible. Una de las corrupciones más claras es la
del Parlamento. Este no es órgano de control del gobierno, sino
ratificador de sus decisiones. 64 decretos-leyes ha dictado el gobierno
en tres años, dijo Sánchez. Esto ya no tiene nada que ver con una
democracia. Es un insulto a las instituciones y, a través de ellas, a la
ciudadanía, se gobierna de forma autoritaria y despótica.
Hoy continúa el debate e intervendrán los diputados catalanistas o sea, no rasquen ustedes mucho, la antiespaña.
Los representantes de las tribus bárbaras que dicen no ser españolas.
Cuando Cataluña es parte esencial de España. Véase la corrupción
institucional durante los 23 años del pujolato.
Ahí
es donde la oposición debe incidir en su deber de control del gobierno.
En la corrupción. Ese debe ser el tema monográfico de una moción de
censura. De eso es de lo que los ciudadanos están esperando
aclaraciones: de los sobresueldos, los trajes, el confetti, la Gürtel,
Bárcenas, el contubernio levantino, la Caja Madrid, Blesa y el soldado
Rato. Por citar solamente los episodios más relevantes. La oposición no
puede negar el martes/miércoles al gobierno capacidad y legitimidad y
reconocérselas sin más el jueves.
Tiene que censurarlo.
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