jueves, 1 de diciembre de 2011

Urdangarin usaba presuntamente a la Casa Real española como gancho para sus negocios

MADRID.- Iñaki Urdangarin empleó presuntamente el nombre de su mujer, la Infanta Cristina, e incluso el de la Casa Real como gancho y dar pelotazos multimillonarios por toda España. En las propuestas de negocio que presentaba a instituciones y empresas, el yerno de Don Juan Carlos hacía constar en grandes caracteres que en la junta directiva del Instituto "sin ánimo de lucro" Nóos figuraban la Doña Cristina y el secretario privado de las Infantas, Carlos García Revenga, según publica 'El Mundo'.

El objetivo era obvio: hacer resaltar, aunque fuera falsamente, que tanto la segunda hija de los Reyes como La Zarzuela estaban detrás del proyecto. En el caso de Carlos García Revenga se le presentaba directamente como "asesor de la Casa del Rey", aunque en Nóos ejercía de tesorero y era el encargado de controlar los multimillonarios fondos ingresados por administraciones públicas, compañías privadas y entidades de todo tipo.
Iñaki Urdangarin y su socio Diego Torres se presentaban ante todos sus objetivos con un aparentemente inocente folleto del Instituto "sin ánimo de lucro" Nóos de apenas una quincena de folios. Tras la carátula, que sistemáticamente llevaba por título "Propuesta de colaboración profesional", venía una somera explicación de la razón de ser del Instituto Nóos.
En el epicentro del folleto aparece a toda plana un solo concepto: "La composición de la Junta Directiva [del Instituto Nóos]". Inmediatamente después se explica quiénes son los miembros. "El Instituto", apunta para empezar, "está presidido por Don Iñaki Urdangarin". Acto seguido, desgrana el resto: "En la Junta Directiva también se integra [sic] Su Alteza Real la Infanta Doña Cristina, Don Diego Torres, profesor de ESADE, y Don Miguel Tejeiro, profesor del IESE".
Así se comportaron Urdangarín y Torres en todos los ayuntamientos, comunidades, empresas y clubes a cuyas puertas llamaron. Incluida Alcalá de Henares, ciudad en la que cobraron varios contratos por valor de 33.000 euros en 2003 y 2004. Daba igual quiénes fueran las víctimas, porque siempre echaban mano de este folleto a la hora de poner encima de la mesa una propuesta de negocio.

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