lunes, 11 de junio de 2012

El cardenal Rouco dice que "las causas más profundas de las carencias materiales y la pobreza tienen que ver con los fallos morales"

MADRID.- El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha comentado que "las causas más profundas de las carencias materiales y de la pobreza física tienen que ver con los fallos morales y la indigencia espiritual", durante la celebración ayer de la Eucaristía en la Plaza de la Almudena, en la Solemnidad del Corpus Christi. 

   En su homilía, el Cardenal había comenzado señalando que "como en pocas veces en el pasado más reciente y en el más lejano, se  ha revelado cómo las causas más profundas de las carencias materiales y de la pobreza física tienen profundamente que ver con los fallos morales y la indigencia espiritual. Por tanto, portando por las calles de nuestro entrañable y viejo Madrid el Santísimo Sacramento, se proclama y muestra a todos los ciudadanos que hay verdad, que hay esperanza y que hay auténtico amor.
   "En este Corpus del 2012, en el que la palabra 'crisis' sigue descubriendo tanto sufrimiento en la vida de las personas y de las familias de Madrid, de toda España y de tantos otros países del mundo, la vivencia interior del ser amado por el Señor Eucaristía que se proclama como el Salvador y la voluntad renovada de amar a los otros como Él amó, son condición indispensable para la autenticidad cristiana y la fecundidad humana y espiritual de la celebración", ha subrayado Monseñor Rouco Varela.
   Para el Cardenal, "amar y ser amados por Cristo y en Cristo eucarístico implica, sobre todo, en la actual coyuntura histórica" el "respeto exquisito y el trato esmerado de la dignidad de toda persona humana, desde que es concebida en el seno de su madre hasta su muerte natural; especialmente aplicado a la que sufre pobreza, marginación, enfermedad, exclusión social".
   Además, "la búsqueda y el servicio al bien común es tarea primordial y responsabilidad primera de la comunidad política y de los que en ella ejercen la autoridad" y "exigencia básica para el comportamiento justo y solidario de todos los que depende el futuro de la sociedad". Y "una defensa incondicional de la dignidad de la persona humana, y un impulso y fomento decidido del bien común, deben estar apoyados en principios y estilos de conducta y convivencia marcados por la 'gratuidad'".
   "Tres actitudes ante la problemática individual, familiar y social de el doloroso día a día que urge recuperar y actualizar en todos los ámbitos de la vida privada y, muy principalmente, de la vida pública. A la vista de la gravedad de la situación por la que atraviesan tantas familias y tantos conciudadanos hermanos nuestros, hay que intentar con todas las energías morales y espirituales de que disponemos, a partir de la vivencia fiel de lo que exige en la práctica 'la coherencia eucarística', instaurar una verdadera cultura del bien común, acompañada e impregnada de una cultura de la gratuidad", ha declarado el Cardenal.
   Por ello, ha exhortado a "una disposición interior para la conversión" y a ser testigos del amor de Dios "para todos los que pasan al lado, para los que viven en la proximidad de las casas y de los lugares de trabajo, para los que lo han perdido y/o lo buscan agobiadamente; en una palabra, para todos los que por necesidades del cuerpo y/o del alma precisan de mucho amor".
   En el Año de la Fe y en la Misión Madrid, ha dicho que "se quiere responder con todas las consecuencias de vida cristiana y de acción pastoral precisas" al "reto evangelizador que propone Benedicto XVI: la fe sin la caridad no da fruto".
   El Cardenal ha concluido encomendando a la Virgen "la eficacia evangélica del testimonio eucarístico de fe, de esperanza y de caridad, a fin de que todos los hermanos de Madrid crean, se sientan acogidos y amados en el amor humano-divino de su Hijo Jesucristo, real y substancialmente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía; y así puedan y quieran amar".

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