A veces me pregunto si los consejos de
ministros no serán reñidas competiciones entre los ministros por ver
quién cae mejor al jefe, quién cumple mejor sus designios, quien asesta
golpes más duros a la población que depende de los departamentos que
cada uno de ellos regenta, quién oprime y explota más al pueblo. Consejo
tras consejo y rueda de prensa posterior tras rueda de prensa
posterior, la imagen es la de una rivalidad por ser más el más duro, el
más eficaz a la hora de hacer imposible la vida a la gente sencilla,
imponerle más gastos, tasas, tributos, gabelas y todo tipo de sisas y
socaliñas, a la hora de reprimirla, explotarla, adoctrinarla y tratar de
estupidizarla a imagen y semejanza de los ministros de menor
coeficiente intelectual, estilo Wert o Báñez.
El objetivo del gobierno está ya claro. No porque su responsable, Rajoy,
lo expusiera en su momento, esto es, en la campaña electoral, en la que
dijo lo contrario de lo que está haciendo, lo cual le permitió ganar
las elecciones por la socorrida vía de la estafa, sino porque las
medidas adoptadas hasta la fecha no dejan lugar a dudas: consiste en
desmantelar el Estado del bienestar, despojar a la población en general y
los trabajadores en particular de todos los derechos conquistados en
los últimos 150 años, convertir un pueblo de ciudadanos en otro de
vasallos atemorizados.
Es una pretensión perfectamente analizada y
expuesta en un magnífico artículo de Joaquim Bosch en Público, titulado Perspectivas de ruptura constitucional.
Como magistrado, lo que más indigna a Bosch es la sistemática violación
y negación de los derechos económicos y sociales, esto es, la sañuda
agresión del gobierno al bienestar de la gente y los trabajadores. Le
parece escandaloso, sobre todo, imagino, en un gobierno que está lleno
de juristas. Piense, no obstante, que se trata de juristas de tres al
cuarto todos ellos al servicio de los empresarios y el capital, cuya
valoración de los derechos de la población -que ven como límite a sus
codicia infinita- es inferior a cero.
Se trata de una política ciega, estúpida, funesta que tiene como
resultado a corto plazo el empobrecimiento general de la población, su
exclusión de los servicios elementales, como la educación o la sanidad.
Una política que los ideólogos del pesebre derechista -una miriada,
esperando que la enchufen en suculentos puestos en medios de
comunicación, organismos estatales, fundaciones, universidades-
sostienen que es de sacrificio momentáneo inevitable que se verá
compensado con la recuperación en el medio plazo. Saben de sobra que es
mentira, que no hay recuperación en el medio plazo, sino más sacrificios
y más empobrecimiento dado que los recortes impiden que aumente el
consumo, único motor real de la economía.
Así que los ministros han aprendido perfectamente la lección: se trata
de llegar a los Consejos cada semana con una propuesta nueva para
empobrecer más a la población y para reprimirla más ideológicamente.
Estas son las dos piernas sobre las que camina la labor de gobierno de
Rajoy: reducir drásticamente el nivel de vida de la gente, mandarla al
paro, echarla de sus casas, dejarla sin subvenciones ni subsidios ni
medicamentos y, al mismo tiempo, adoctrinarla ideológicamente, imponerle
mediante la censura y el control de los medios de comunicación las
nuevas concepciones de este neofascismo hispano: miseria y
nacionalcatolicismo al mismo tiempo.
El ministro más aventajado en este doble terreno de aunar
empobrecimiento general con adoctrinamiento es Wert lo cual seguramente
explica por qué es el peor valorado del gobierno. Queriendo sentar plaza
de cool killer, este petulante tertuliano de extrema derecha ha
subido las tasas de todos los niveles educativos, poniendo de hecho la
educación fuera del alcance de los sectores menos favorecidos de la
población, ha suprimido la Educación para la ciudadanía y la ha
sustituido por una materia de adoctrinamiento nacionalcatólico grata a
los curas y, para mayor solaz de la iglesia, no solo mantiene los
privilegios de la educación "concertada" (una estafa por la que los
curas y otros negociantes de la educación consiguen que el Estado cargue
con sus gastos, blindando así sus beneficios), sino que está dispuesto a
financiar la enseñanza segregada por sexos, en contra de todas las
declaraciones de derechos habidas y por haber, de la reiterada
jurisprudencia de todo tipo de tribunales; en contra de lo que dicta la
experiencia y el sentido común.
Suele este ministro emplear argumentos especiosos que deben de
parecerle muy inteligentes, en favor de la educación segregada que tanto
complace a los curas, uno de los cuales -asombroso por su estolidez de
fondo- es que no es cierto que la educación segregada persiga
finalidades discriminatorias, incluso alude vagarosamente a algún
estudio imaginario que así lo prueba. Perfecto. Vamos a suponer que sea
así, ¿puede esta lumbrera decir qué otras finalidades persigue la
segregación por sexo? Porque si no es una discriminatoria, será alguna
otra. ¿Cuál?
El resto de los ministros cumplen también el programa de ataque a la
democracia, al Estado de Derecho, al Estado del bienestar, a la
población en general, que es estrategia de la derecha. Cada uno en su
estilo pero todos a una fuenteovejuna.
Dicha estrategia es no solamente injusta sino necia: empobreciendo a la
población, despojándola de sus derechos, reprimiéndola y adoctrinándola,
a base de provocaciones, la llevan a un punto en el que cada vez es más
posible un estallido social. En realidad ya es asombroso que hayamos
aguantado hasta aquí a este puñado de lacayos del capital puestos a
arruinar el país y hacer que la gente pague por las estafas de banqueros
y financieros.
Palinuro ha echado cuentas también de la política profundamente
antipopular del partido popular en los demás ministerios. Para no hacer
indebidamente larga esta entrada, las explicará en la siguiente.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED, Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario