jueves, 18 de octubre de 2012

Más de 30.000 personas se concentran en Atenas en otra huelga general

ATENAS.- La Policía griega ha empleado gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que les lanzaban piedras y artefactos incendiarios durante la protesta en el centro de Atenas con motivo de la huelga general convocada contra las medidas de austeridad del Gobierno.

   Esta es la segunda vez en tres semana que los trabajadores griegos hacen huelga, en esta ocasión con el objetivo de mostrar a los dirigentes europeos, reunidos hoy en Bruselas, que nuevos recortes de los salarios y las pensiones solo empeorarán su situación, tras cinco años de recesión.
   Más de 30.000 manifestantes se han congregado en el centro de Atenas con motivo de la huelga convocada por los dos principales sindicatos del país, ADEDY y GSEE.
   La tensión aumentó cuando un pequeño grupo de manifestantes comenzó a lanzar trozos de mármol, botellas y artefactos incendiarios contra los agentes que habían instalado barricadas en una parte de la plaza Sintagma, delante del Parlamento, obligando a los agentes antidisturbios a lanzar varias rondas de gases lacrimógenos para dispersarlos.
   "Ya basta. Han cavado nuestra tumba, nos han metido en ella y estamos esperando a que venga el cura a darnos la extremaunción", declaró Konstantinos Balomenos, un trabajador de 58 años de una empresa hidráulica cuyo sueldo ha sido reducido a la mitad, hasta los 900 euros, y cuyos dos hijos están en el paro.
   "Esta austeridad está empujando a la rebeldía a todo el sur de Europa, el euro va a ser destruido. Nos piden que seamos nosotros quienes paguemos las malversaciones de nuestros políticos", manifestó.
   Grecia sufre su peor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial y ha iniciado una política de recortes de hasta 11.500 millones de euros de gasto público a fin de satisfacer las condiciones impuestas por la 'troika' (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) para la concesión del siguiente tramo del rescate, de un total de 130.000 millones de euros.
   "Aceptar estas medidas catastróficas implica conducir a la sociedad a la desesperación, y las consecuencias, y por tanto las protestas, van a ser indefinidas", declaró Yannis Panagopoulos, líder del sindicato del sector privado, GSEE, que representa a alrededor de dos millones de trabajadores (la mitad de la mano de obra del país).
   La huelga de este jueves ha paralizado a buena parte del país. Los barcos han quedado anclados en los puertos, los transportes públicos de Atenas no funcionan y los hospitales solo atienden a las urgencias, mientras que oficinas públicas, ministerios, panaderías y otros comercios permanecen cerrados.
   Los propietarios de kioscos, los abogados, los taxistas y los controladores aéreos también se han unido a las protestas contra los recortes, que incluyen una dramática reducción de fondos en los sectores relacionados con la salud y el bienestar.

Un muerto

La policía se enfrentó el jueves en la capital griega con manifestantes que protestaban contra un programa de austeridad y una persona murió durante los disturbios, mientras una huelga general paralizaba gran parte del país sumido en una profunda crisis y cerca de la bancarrota.
Casi 40.000 trabajadores griegos participaron de la segunda huelga general en tres semanas y marcharon por Atenas tratando de mostrar a los dirigentes europeos que se reúnen en Bruselas que la nueva ola de recortes en los salarios y en las pensiones solo empeorará una situación dramática tras cinco años de recesión.
La tensión creció cuando un pequeño grupo de manifestantes comenzó a lanzar pedazos de mármol, botellas y cócteles molotov a la policía, que cerraba con barricadas parte de la plaza ubicada frente al edificio del Parlamento. Los efectivos policiales respondieron lanzando gases lacrimógenos.
Un manifestante de 65 años murió de un ataque cardíaco, dijeron fuentes de un hospital, y otras tres personas fueron heridas. La policía detuvo a unos 50 manifestantes por participar en los disturbios.
La mayor parte de las empresas y del sector público suspendió su actividad por una medida de fuerza de 24 horas convocada por los dos mayores sindicatos del país, ADEDY y GSEE.
"Basta es basta. Han cavado nuestras tumbas, nos han sepultado y estamos esperando al cura para que lea las últimas palabras", dijo Konstantinos Balomenos, un trabajador de 58 años de una empresa de agua cuyo salario fue recortado a la mitad, a 900 euros, y que tiene dos hijos desempleados.
Esta es la tercera vez desde finales de septiembre que decenas de miles de griegos salen a las calles con pancartas y gritando consignas para mostrar su enfado con las políticas de austeridad, impuestas por la UE y el FMI a cambio de la ayuda financiera que brindan a Atenas.
Algunos manifestantes portaban banderas de Grecia, España y Portugal y gritaban: "UE, FMI, fuera".
"Aceptar medidas catastróficas supone llevar a la sociedad a la desesperación y las consecuencias, así como las protestas, serán entonces indefinidas", dijo Yannis Panagopoulos, líder del sindicato del sector privado GSEE, que representa a unos dos millones de trabajadores, lo que supone la mitad de la fuerza laboral del país.
Grecia está hundida en su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y debe recortar gastos por al menos 11.500 millones de euros más para satisfacer a la "troika" formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y conseguir así el próximo tramo del rescate de 130.000 millones de euros.
Los líderes de la Unión Europea intentarán superar sus diferencias sobre los planes para una unión bancaria en una cumbre de dos días del Consejo Europeo que comienza el jueves, aunque no se espera que adopten ninguna decisión sustancial.
Esa previsión alimenta aún más las preocupaciones por la complacencia de la cúpula del bloque a la hora de afrontar una crisis que explotó hace tres años en Grecia.
Las políticas de austeridad que se pretende que apliquen los países europeos del Mediterráneo por orden de Alemania y otros miembros ricos de la zona euro, separarán a la región, advirtieron los manifestantes.
"Esto no puede continuar. Seguro que necesitamos medidas, pero no tan duras como las que (la canciller alemana Angela) Merkel está pidiendo", dijo Dimitris Mavronassos, un trabajador astillero de 40 años que no ha cobrado su salario en seis meses.
La huelga paralizó Atenas. Los barcos permanecían amarrados en los puertos, el transporte público de la ciudad se interrumpió, los hospitales funcionaban con servicios mínimos y oficinas públicas, ministerios y comercios permanecían cerrados.
Propietarios de quioscos de diarios, abogados, taxistas y controladores aéreos eran algunos de los grupos que participaban en las protestas por las medidas que incluyen más recortes en los servicios sociales y sanitarios.
Los sondeos muestran un aumento del malestar con el rescate que mantiene la economía a flote, ya que los griegos son cada vez más pesimistas con el futuro de su país.
"El nuevo paquete, más doloroso, no debería ser aprobado", dijo en un comunicado el sindicato del sector público ADEDY. "Las nuevas demandas solo acabarán con lo que queda de nuestros derechos laborales, sociales y en pensiones".
Pero puesto que se espera que Grecia se quede sin dinero el próximo mes, el Gobierno tiene pocas alternativas a la aprobación de un plan de austeridad que está negociando con los prestamistas internacionales.
Atenas y los inspectores de la troika dicen que han alcanzado un acuerdo sobre la mayor parte de las cuestiones, y se espera que evite la bancarrota ante la determinación europea de impedir más sacudidas en los mercados para no arrastrar a las economías grandes, como España e Italia.
No obstante, se espera que las protestas incrementen la presión sobre la frágil coalición griega de tres partidos que se unieron en junio para implementar las duras medidas de austeridad, acordadas en marzo como condición para el rescate internacional de 130.000 millones de euros.

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