lunes, 22 de agosto de 2011

El 15M: la hora del despertar / Luis Hernández Navarro *

Un nuevo ciclo de luchas sociales contra la globalización neoliberal se ha abierto en Europa. Islandia, Grecia y España son su epicentro. El rechazo a las políticas de ajuste y estabilización, al trabajo precario, a las políticas de exclusión social y el reconocimiento de nuevas formas de ciudadanía y de democracia participativa están en el corazón de las movilizaciones. 
 
Las masivas protestas en estos tres países resisten a un modelo laboral basado en la combinación de trabajo informal, trabajo ilegal y migración. Un modelo que aspira parecerse a China y que opera con una mecánica sencilla: reducir los costos de producción sobre la base de la expansión de la economía informal y la desregulación laboral, utilizando para ello la mano de obra inmigrante. 

Las movilizaciones en estas naciones son expresión del grado de ruptura de la universalidad de la ciudadanía promovidas por la desestructuración de los mercados de trabajo y la expoliación de derechos. Son, también, un indicador del profundo deterioro que viven las metrópolis en sus políticas, tanto en el control de los flujos migratorios como en la integración de los migrantes. 

El descontento popular ha hecho erupción. En un continente en crisis, en el que los gobiernos supranacionales y los organismos financieros multilaterales se empeñan en recetar la amarga medicina de políticas de ajuste y estabilización para salvar a los bancos, los ciudadanos han tomado las plazas públicas y las calles para externar su malestar.

Su enojo es una ira diferente a la tradicional oposición al poder de corte programático y razonado de los movimientos socialistas históricos; distinta a la resistencia (con frecuencia violenta) de los movimientos de liberación nacional contra las potencias coloniales. Es otra cosa: la explosión de furia de los de abajo, sin una propuesta política previa de transformación social o una ideología que justifique su acción. Es la cólera nacida del malestar, del desagrado, la indignación, la incomodidad, la frustración, el despojo y el maltrato de los poderosos. Es un profundo sentimiento de contrariedad que al exteriorizarse está cambiado el mapa político.

A través de la rabia (y de la fiesta) el nuevo actor de los indignados se ha descubierto y definido a sí mismo. Su indignación tiene contenidos antiautoritarios y anticapitalistas; rechaza la representación política formal. Su ira es, indudablemente, una lucha por la dignidad entendida como el rechazo a aceptar la humillación y la deshumanización; como la negativa a conformarse con un futuro de precariedad laboral y la falta de futuro; como la no aceptación del trato basado en los rangos, las preferencias y las distinciones, como la exigencia de no ser juzgado por cualquiera.

Aunque en cada país las causas que la explican son únicas, hemos entrado de lleno en la era de la indignación y el tumulto. Sin embargo, el hecho de que estas erupciones se produzcan ahora en la Europa desarrollada y no sólo en el norte de África o en los países pobres, nos indica que estamos ante una nueva subjetividad política del radicalismo plebeyo, y que hay en ellas elementos que les son comunes. La expropiación de los modos de vida y lo común, la generación de otras opciones de vida alternativas, el desarrollo de la cooperación y la resistencia, y la pretensión de imponer la disciplina clasista han creado un coctel social explosivo. 

La revuelta de los indignados tiene una serie de elementos que forman un sustrato común a varios países. Primero, la creciente precarización y polarización social que el modelo neoliberal creó en todo el mundo. Desmanteló redes de protección social, adelgazó los sectores medios y fabricó una nueva camada de ricos inmensamente ricos. Segundo, la cancelación de un horizonte de bienestar o de ascenso social para muchos jóvenes; ellos son los nuevos desposeídos. Tercero, el divorcio creciente de los políticos profesionales y la democracia representativa con respecto a amplias franjas de la población. Cuarto, las migraciones desde las antiguas colonias a las metrópolis, que ha creado una clase de trabajadores no ciudadanos. Quinto, la emergencia de lo plebeyo en defensa de lo común. Sexto, la autoorganización en forma de red de los nuevos sujetos que expresan su cólera, facilitada por los teléfonos móviles e internet. Séptimo, la ocupación de las plazas públicas de manera regular y por largos períodos de tiempo. Octavo, la resistencia civil pacífica como elemento central de lucha.

Los Aganaktismeni, la revolución silenciada y la spanish revolution
En 2008, jóvenes griegos de entre trece y dieciséis años de edad tomaron las calles y las comisarías de policía para expresar su ira por el asesinato a manos de la policía de un muchacho de su edad. De aquellos que, como escribió Eugenia Apostolou, “vieron en el homicidio de Alexis (un muchacho asesinado por la policía) sus horizontes ultimados”.

Desde entonces, los brotes de indignación han emergido una y otra vez. En su último episodio, los Aganaktismeni o indignados helenos de la Plaza de Syntagma, pusieron al país de cabeza. A lo largo de varias semanas de mediados de 2011, se reunieron en Atenas cada noche a partir de las 9, en una Asamblea popular de miles de personas y decenas de oradores. Allí debatieron los grandes problemas de la nación. Cuando fue necesario, bloquearon el Parlamento, pararon la producción y ocuparon las calles. En unos cuantos meses realizaron quince huelgas generales en rechazo al pago de la deuda pública y las medidas de austeridad impulsadas por la Unión Europea y el gobierno griego.

En estas movilizaciones la voz de la calle habló con energía y firmeza. Las consignas de los Aganaktismeni han sido directas: “¡No debemos nada, no vendemos nada, no pagamos nada –dicen unos. “¡No vendemos ni nos vendemos!” –exclaman otros. “¡Que se vayan todos: memorando, Troika, gobierno y deuda!” –advierten varios más. “¡Nos quedamos hasta que se vayan!” –aseguran todos. Sin embargo, a pesar de la magnitud de las protestas, las medidas de austeridad fueron aprobadas por el Parlamento.

Otra es la historia de Islandia, la democracia más antigua del mundo. En 2006 esta isla tenía una renta per capita superior a Estados Unidos o Reino Unido. En 2007 Naciones Unidas la nombró el “mejor país del mundo para vivir”. En octubre de 2008 la crisis hizo añicos ahorros, pensiones y sueños de la población. El país cayó en bancarrota. 

La gente salió a la calle y, pacíficamente, derrocó al gobierno. En referéndum, con un noventa y tres por ciento de los votos, acordó no pagar su deuda. Los grandes bancos fueron nacionalizados. Políticos y financieros responsables del atraco a la nación están sujetos a procesos penales. Hartos de los políticos, los islandeses eligieron un “consejo de justos”, en el que los ciudadanos propondrán la nueva Constitución, debatida en asambleas populares. En lugar de delegar el trabajo en un grupo selecto de elegidos, la responsabilidad de su hechura recae en el conjunto de la población. Los convencionistas reciben sugerencias e ideas a través de redes sociales. A los partidos políticos se les despojó de su autoridad y apoyo. Simultáneamente, han tomado medidas de protección para su producción interna y han establecido una política energética que mantiene la electricidad a precios relativamente bajos. 

No siempre fueron así las cosas. Cuando el primer fin de semana de octubre de 2008, el músico Hordur Torfason, iniciador de la protesta, se plantó frente al Parlamento de esa república nórdica con una cacerola y cincuenta compañeros, sus compatriotas quedaron perplejos. Enarbolaban tres demandas centrales: la dimisión del gobierno, la reforma constitucional y limpiar cargos en el banco central. Casi cuatro meses después, el 24 de enero, la plaza estaba llena con 7 mil personas (la población de la isla es de 320 mil almas) gritando “¡Gobierno incompetente!” Dos días después, el gobierno dimitió. 

Pero la experiencia islandesa ha sido silenciada por los grandes medios de comunicación en el mundo. La rebeldía de sus habitantes parece no existir para el gran público, aunque los indignados de Grecia y España la reivindiquen.

El aire vikingo se respira en las plazas españolas. Los indignados hispanos cantan en sus concentraciones que quieren ser como la república nórdica rebelde. En Palma de Mallorca, la efigie de Jaime I, el conquistador, cabalga pétreamente con un banderón islandés en la mano. La plaza fue rebautizada en honor de la patria vikinga. En la Puerta del Sol, en Madrid, la multitud corea en sus movilizaciones: “España en pie una Islandia es”, o “De mayor quiero ser islandés.”

Según el islandés Hordur Torfason, “la sensación que me da es que en España el espíritu de descontento y hartazgo con la clase política es exactamente el mismo que hubo aquí. No confiábamos en los sindicatos, tampoco en el gobierno ni en los políticos porque esa gente simplemente no hizo su trabajo”. 

Pero, también, el fresco viento de la indignación española sopla por otros estados de Europa. Según Yorgos Mitralias, fundador del Comité Griego contra la Deuda, “la lengua más utilizada en la Plaza Syntagma, en todo el movimiento de los indignados griegos, es el castellano”. 

Radiografía española
El movimiento de indignados 15M es un movimiento ciudadano, espontáneo, sociopolítico, apartidista, pacífico, horizontal, democrático, formado esencialmente por jóvenes, que nació el pasado 15 de mayo. Toma sus decisiones en asambleas masivas que funcionan sobre la base de la deliberación y el consenso. Tiene su cuna en la Puerta de Sol. Su lema: “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros”, resume su crítica simultánea y sin concesiones a la clase política en su conjunto y a los poderes económicos y financieros.

Los indignados españoles responden a las consecuencias sociales de la crisis económica con la precariedad laboral y desempleo masivo, y a la falta de representación ciudadana efectiva del sistema de partidos.

En sus inicios, el 15M levantó una plataforma para eliminar los privilegios de la clase política, contra el desempleo, por el derecho a la vivienda, a favor de servicios públicos de calidad. Exigió el control de las entidades bancarias con medidas como la prohibición de cualquier tipo de rescate o inyección de capital a entidades bancarias, así como la prohibición de inversión de bancos en paraísos fiscales. Demandó el aumento del tipo impositivo a la grandes fortunas y entidades bancarias. Reivindicó libertades ciudadanas plenas y democracia participativa. Se opuso al control de internet. Señaló la necesidad de reducir el gasto militar.

La emergencia del movimiento y su propuesta de acción reflejan la creciente erosión de las redes de protección social. A pesar de que España es uno de los países más ricos del mundo, una vez que la crisis pinchó la burbuja inmobiliaria que alimentaba su economía, el espejismo de la riqueza comenzó a desvanecerse y sus problemas estructurales emergieron dramáticamente. Comparada con sus socios europeos, el reino hispano no es un Estado de bienestar. Por el contrario, es una nación socialmente desigual. Sus ricos casi no pagan impuestos y los grandes directivos de sus empresas son los mejor remunerados de Europa. Sin embargo, es el segundo país de los primeros quince que integraron la Unión Europea (UE15) con mayor desigualdad económica, inmediatamente después de Portugal. Su tasa de pobreza relativa es también una de las mayores de la UE15: 20.8% en 2010; un 2.7% más que el año anterior. 

El salario mínimo anual es uno de los más bajos de Europa: 21 mil 500 euros, la mitad que en Alemania, Holanda o Reino Unido. Pero, además, el salario medio real tiende a decrecer. Es, además, el país europeo con más desempleo: un 22.2% del PIB, el doble de la media continental. Es líder en precariedad y tercer lugar europeo en economía sumergida.

Más de la mitad de los jóvenes entre dieciocho y treinta y cuatro años vive con sus padres. El año pasado, uno de cada diez tuvo que regresar a vivir a casa de sus progenitores. El desempleo juvenil es superior al cuarenta por ciento. Es el país del primer mundo con mayor porcentaje de universitarios que laboran en empleos por debajo de su preparación. 

El cuarenta y cuatro por ciento estaba sobrecalificado. La movilidad social está estancada. El 1 de septiembre de 2010, el presidente Zapatero explicó sus prioridades respecto a la crisis: “Estamos abordando las reformas que más preocupan a los inversores internacionales.”

Margaret Thatcher, la musa del neoliberalismo, decía que “no hay tal cosa como la sociedad”. La revolución en Islandia, los Aganaktismeni y el 15M muestran cuán equivocada estaba. Sus levantamientos anuncian que la hora de despertar de los pueblos de Europa para enfrentar la crisis y el fin del Estado social parece haber llegado. No es un despertar que guste a los partidos políticos tradicionales, enganchados como están al Consenso de Washington e incapaces de comprender sus reivindicaciones de democracia directa.

Tampoco a intelectuales como Fernando Savater (ese Julio Iglesias de la filosofía), quien declaró que el movimiento le sirvió “para medir el nivel de estupidez y cinismo de muchos”. Pero, al igual que las revoluciones de mediados del siglo XIX en el continente, es un despertar que anticipa la formación de un sujeto como vocación emancipadora. 


(*) Periodista editor de opinión del diario mexicano 'La Jornada'

Premio Nobel para la democracia de Sol / J. M. Muñoz Puigcerver

¿Y ahora qué? Una pregunta vaga, pero con todo el desalentador poder de la incertidumbre, sobrevoló a buen seguro las mentes de aquellos que observaban con estupor cómo el guión de las concentraciones pacíficas que hasta ahora habían caracterizado al 15-M se tornaba en una represiva y desproporcionada carga policial, recordando en exceso las lastimosas imágenes que tuvieron lugar en Barcelona como consecuencia de la “operación limpieza” ordenada por el Conseller de l’Interior, el convergente Felip Puig.

Si existe algún interesado en hacer aparecer ante la opinión pública al 15-M como una panda de rojos anti sistema (este es el tratamiento que se les ha concedido desde algunos medios de comunicación afines a la extrema derecha) acabará por darse cuenta (si quiere) que sus fundamentos se desvanecen apenas entren en contacto con la realidad: cabe recordar, muy especialmente a aquellos quienes tengan la tentación de dejar grabadas sobre sus retinas las imágenes de heridos y detenidos por alteración del orden público, que estos “violentos” hace escasos días recibieron el apoyo de uno de los Premios Nobel más comprometidos con las causas sociales. 

El egregio economista Joseph Stiglitz participó en una de las asambleas populares sobre economía que tuvo lugar en el madrileño Parque del Retiro y, durante su intervención, se refirió a la gran oportunidad que el movimiento representa para “unir la ciencia económica con el compromiso y la justicia social, logrando así una nueva economía”.

Apoyos como el de Stiglitz hacen languidecer en el tiempo, reduciéndolos a meras anécdotas, los intentos de desprestigiar a los indignados con maquiavélica ironía. Sin ir más lejos, aquel atronador cántico de “esto es democracia y no la de Sol” que resonó por toda España desde el epicentro de una intensa algarabía electoral, únicamente comparable en intensidad a los decibelios que en aquel momento proferían cientos de gargantas, no es más que el síntoma de la ignorancia supina que padecen quienes entienden la democracia como una mera votación bipartidista cada 4 años, obviando todos aquellos valores, derechos, libertades y deberes necesarios para que una sociedad democrática sea digna de ser calificada como tal.

No deja de ser curioso, además, que buena parte de la opinión pública hable del 15-M desde la desinformación y sin conocimiento de causa. Precisamente, el mes pasado el diario Público traía en portada una radiografía sociológica de los indignados, el primer estudio de ese tipo que se ha llevado a cabo sobre el movimiento. 

Algunas conclusiones se podían fácilmente intuir: tienen una edad tipo comprendida entre los 19 y los 30 años, una clara identificación con la izquierda ideológica y la mayoría posee estudios universitarios, característica sumamente relevante esta última puesto que, al fin y al cabo, cualquier revolución social, política o cultural está abocada al fracaso sin una base intelectual sólida. Otras características quizá puedan ser más difíciles de vislumbrar. Por ejemplo, según la politóloga Belén Barreiro, muchos de los que hoy participan en las protestas acabarán formando parte de un partido político en el futuro.

Esta especie de teoría de la infiltración, es decir, el hecho de que los indignados de hoy sean miembros activos de los partidos políticos, sindicatos, ONGs, medios de comunicación y demás organizaciones y asociaciones civiles del mañana es quizá la manera más eficaz de que el movimiento tenga éxito a largo plazo. Si el espíritu del 15-M sigue vivo y sus valedores lo aplican en todas y cada una de estas diferentes facetas de la sociedad, acabarán ejerciendo una presión interna tal que sus arcaicas y endogámicas estructuras cederán y saltarán por los aires, por más que intente interponerse una reaccionaria pero a la vez impotente oposición con claros signos de agotamiento. Además, se trata de una postura más que coherente, teniendo en cuenta que el 15-M no es un grupo anti sistema, sino más bien todo lo contrario: el objetivo, precisamente, es poder encontrar un sitio dentro de él.

Qué duda cabe que se trata de un movimiento aún por perfilar y definir y, por consiguiente, con mucho margen de crecimiento, hecho propio de aquellas convocatorias que traspasan en éxito las previsiones de los más optimistas, incluyendo las de sus propios organizadores. Por ejemplo, sería conveniente no hacer caso omiso del dicho que reza “quien mucho abarca poco aprieta” y que la multiplicidad de objetivos a la larga pueda acabar provocando que se diluyan las fuerzas. Concentrar las energías en una lista concreta y precisa de metas suele dar mejores resultados. La priorización también es algo a tener en cuenta. 

Por supuesto, hay que exigir responsabilidades a los políticos, especialmente a los que utilizan el sector público como plataforma para su propio enriquecimiento personal, pero no debemos olvidar que en el trasfondo de las reivindicaciones subyace el injusto y desigual reparto de la riqueza, algo a recordar cuando señalemos con el dedo a banqueros y grandes empresarios, que se permiten el cínico lujo de anunciar pingües beneficios justo el día antes de despedir a miles de trabajadores. Los “fundamentalistas del mercado” (como los llama Stiglitz) nos venden la idea de que lo bueno para las grandes empresas es bueno para la sociedad. 

Sin embargo, el IBEX35 controla el 80% de nuestro PIB, pero emplea únicamente al 10% de la población activa del país. Una prueba irrefutable de la “dictadura de los mercados” de la que habla en El malestar en la globalización el laureado padrino de los indignados. Matices aparte, el 15-M es, junto con las protestas por la criminal Guerra de Irak, el mayor ejercicio de higiene democrática (sí, democrática, de la de Sol) que ha vivido nuestro país desde la Transición.

La responsabilidad fue aún mayor desde el momento en que la protesta traspasó nuestras fronteras. La Spanish Revolution, como se la ha denominado en algunos países europeos, es seguida con admiración y esperanza a partes iguales desde diferentes puntos del continente. 

El ejemplo más paradigmático es Grecia, cuya angustiosa deuda ha provocado (para preocupación de sus habitantes) la intervención del Fondo Monetario Internacional, institución mundialmente conocida por sus pomposos y megalómanos rescates, el efecto de los cuales ha sido exactamente igual al vertido de toneladas de sal sobre tierra fértil: allá donde han caído sus billetes, no ha vuelto a crecer la hierba.

La Revolución de Mayo del 68 fue el referente para toda una generación. El 15-M debe ser el de la nuestra. “Esto no funciona, hay que cambiarlo”. Palabra de Stiglitz. 

Reflexiones acerca del 15-M / Toni Negri *

En estas últimas semanas, he estado por el trabajo en España. Naturalmente, he prestado atención a los "indignados", he atravesado algunas calles y acampadas, he discutido con muchos compañeros. ¿Quiénes son los “indignados "? No pretendo responderlo -hay docenas de historias que fácilmente pueden hacerlo. Cito aquí sólo algunas notas. ¿Quiénes son los “indignados ".

Democracia Real Ya nace dos meses antes del 15 de mayo. Es una asociación de activistas informáticos, menos radical pero tan eficaz como Anonymous. Ya se habían manifestado contra la ley Sinde que castiga la piratería en Internet en enero de 2011 y desarrollaron un discurso y una lucha contra la firma de ese acuerdo, decidido por PP y PSOE (derecha y izquierda), y bendecido por el vicepresidente estadounidense Biden. En consecuencia, la asociación fomenta el rechazo del voto: "¡no les votes!", y desarrolla un discurso sobre el sistema representativo español, contra el bipartidismo por una nueva ley electoral proporcional, destinada a favorecer el pluralismo y la equidad.

Otro grupo interesante es V de Vivienda. Es un movimiento de lucha sobre la vivienda iniciado en el 2005 (“por una vivienda digna"), desarrollándose sobre todo en red cuando estalla la burbuja inmobiliaria, que produce auténticos "enjambres" con fuertes protestas pero que inicialmente luchan por establecer un impacto político.

Un tercer movimiento es el de "hipotecados”. Nace en Barcelona y constituye una plataforma de ayuda mutua entre las familias y los individuos que por hipoteca o préstamo bancario o desalojo privado son expulsados ​de sus hogares. La comunicación mediática de este grupo e s particularmente demandada, y su competencia ha sido importante para las luchas y la construcción de la 15-M.

Un cuarto grupo está formado por las distintas asambleas y colectivos del cognitariado urbano. Estos grupos no tienen perfiles militantes consolidados, se trata fundamentalmente de una izquierda intelectual que produce protestas y coopera en red, asumiendo posiciones radicales contra la precariedad y la incertidumbre del trabajo, así como contra los bajos salarios. Son grupos de trabajo inmaterial desarrollados "dentro y contra" la crisis.

Desde hace algún tiempo, sobre todo desde abril de este año, también aparece en escena una red de "izquierda autónoma", mayoritariamente vinculada políticamente a Izquierda Unida, “Juventud sin futuro” . El nombre lo dice todo. Esta organización comienza una amplia agitación, con una importante capacidad para aprovechar los titulares periodísticos convocando una manifestación el 7 de abril. Es un antecedente importante porque del 7 de abril al 15 de mayo el anuncio de una “gran manifestación” se propagará por la red como un virus.

¿Quiénes son, además de estos movimientos, las personas que se reúnen el 15 de mayo en las calles de España? Hay dos componentes principales. El primero es esencialmente la clase media empobrecida, empleados abocados al desempleo, propietarios de pequeñas empresas en crisis, profesionales que son rechazados por las empresas, trabajadores autónomos afectados recientemente por la crisis o acosados por Hacienda a los que acompañan ciudadanos indigentes expulsado de su vivienda o que no la pueden conseguir. 
Un segundo componente, frecuentemente mayoritario en las acampadas, es el del cognitariado metropolitano, trabajadores cognitivos e informáticos, precarios del sector servicios y de todo tipo de actividad inmaterial, estudiantes y jóvenes sin futuro. Algunos inmigrantes están presentes en las manifestaciones y se expresan en las asambleas. En el movimiento son muchas las mujeres que participan en los debates y sobre todo en la dirección de la organización de los campamentos. Estos sujetos constituyen un movimiento que no es identitario, no es un simple movimiento de solidaridad, todo el mundo habla en primera persona: es un movimiento contra la crisis y la pobreza que atraviesa la clase media (en un sentido amplio).

Indignados. Los medios de comunicación imponen este nombre, tomado del folleto de Hessel. En la imposición de este nombre, el movimiento ha reconocido inmediatamente un intento de reducirlo a la protesta moral y relegarlo a un terreno no-político (con la amenaza implícita de ser reprimidos si actuasen políticamente). El movimiento ha respondido por partida doble: de inmediato, pacíficamente; y luego, practicando el "rechazo a la violencia", teorizado y proclamado como “rechazo del miedo”. Este es un factor importante y constante en la constitución y mantenimiento del movimiento. Refleja la conciencia de que si se tiene miedo, se está dispuesto a responder violentamente a la violencia; de que el gobierno tratará ahora de infundir el miedo (un gesto hobbesiano) para provocar una respuesta tan violenta como empobrecedora para legitimar la represión. La respuesta no-violenta del movimiento ha permitido una aceleración extraordinaria, una gran expansión (metrópolis, ciudades, pueblos), su aparición como un "evento" incontenible.

El lenguaje del movimiento es simple, popular pero no populista. Ha sido sugerido sobre todo por Democracia Real, Ya: "No somos mercancía en manos de políticos y banqueros". El lenguaje es filtrado por las redes y por la increíble cantidad de comunicaciones, enlaces, webs y foros en Facebook, Twitter, etc. Que, en una democracia real el poder sea interacción –lo que implica la disolución de toda autonomía de lo político- constituye la clave del lenguaje del movimiento. A esto se añade la crítica de la constitución democrática y los tres poderes (legislativo, ejecutivo, judicial), porque ya no se corresponden con las funciones para las que fueron constituidos. La dimensión pública del Estado, cuando no es atravesada por la participación de los ciudadanos, ya no puede ser considerada legítima. En las formas en las que existe, lo público es simplemente una superestructura del sector privado. Por lo tanto, se requiere un nuevo poder constituyente para la construcción del común. ¿Se puede decir más claramente que el movimiento de los indignados es un movimiento radicalmente constituyente?

Por tanto, aquí se propone un nuevo modelo de representación. Por un lado, las redes, por otro las asambleas. Desde las asambleas en las plazas de las ciudades se desciende “en red" a las asambleas locales en los barrios y, después, a las pequeñas ciudades y pueblos. El retorno es igual de rápido y veloz. La base de la organización de las asambleas –desde la base- es por lo tanto la vía y la estructura de la "democracia real" más allá de la representación. La red proporciona una temporalidad inmediata y en la organización/difusión espacial (cuando los tiempos son más largos) las asambleas deciden la institucionalización del movimiento.

El 15-M parece brotar de la nada. No es cierto: más allá de la actividad de los grupos, más allá de la casualidad (latente y perversa) de la crisis, pueden rastrearse en el movimiento acumulaciones, sedimentaciones, cambios en la duración.

Para empezar, hay similitudes importantes con lo que había sucedido en mayo de 2004, cuando el "movimiento contra la guerra" se rebeló contra Aznar en los días previos a las elecciones generales, en protesta por la atribución a ETA de los atentados terroristas de la estación de Atocha. También entonces se produjo un enorme enjambre, convocado a través de los "móviles", que transformó radicalmente el ambiente electoral y favoreció la victoria electoral del socialista Zapatero: la llamada "comuna de Madrid."

Hoy, no existe esa enorme tensión, aquel gran miedo, aquella violencia, que entonces atravesaba los movimientos. Hoy en día existe un mayor sentido de la propia fuerza y una mayor madurez. Por otra parte, Zapatero respondió entonces al movimiento y propuso una vez más una posibilidad de representación política -pronto se reveló un engaño, tanto más insultante porque fue una traición. Ahora ya no queda ninguna posibilidad de reforma sino que se tiene la conciencia de la imposibilidad de modificar el sistema. Se tiene la percepción (sobre todo después de los resultados electorales desastrosos para los socialistas y en referencia al gran impacto de la abstención -alrededor del 50%) que el movimiento hace y deshace los gobiernos pero con un imaginario cambiado, ya que –se piensa- ninguna hegemonía de partido puede hoy corresponder al movimiento. "No nos representan". El sistema constitucional está en crisis.

La continuidad también se puede registrar en referencia a las formas organizativas del movimiento. La configuración material de las acampadas retoman las formas de lucha de los trabajadores de Sintel que durante meses acamparon en el centro de Madrid. La forma de la “acampada” se toma de la lucha obrera. Esto muestra cómo la conexión de los movimientos representa hoy un pasaje esencial en la producción de las luchas. Aunque las organizaciones oficiales del movimiento obrero (sindicatos y partidos) se mantienen fuera del movimiento, la experiencia de las luchas obreras es comprendida y desarrollada.

Sólo a partir de esta puntualización vale la pena mencionar otro elemento fundamental de este 15-M: el "republicanismo" implícito, el recuerdo nostálgico pero radical de 1936. Toda la historia de la España moderna es la que está aquí puesta en cuestión contra una gobernabilidad capitalista y clerical, reaccionaria y represiva, liberal y reformista, que no tiene comparación en otros países europeos.

Todo esto ayuda a comprender la dinámica organizativa de este movimiento. Nace de una maduración capilar, sobre una dimensión microsocial, completamente voluntarista. Hay un máximo de cooperación, que no se produce por individuos ni grupos sino organizada por "todos juntos". Incluso la elaboración teórica es colectiva. En las asambleas todos tienen derecho a hablar.
 
El nivel del debate es muy desigual pero a menudo rico en intervenciones competentes y eficaces. Parece increíble pero aquí se dan formidables experiencias innovadoras, tanto en el terreno de la cooperación organizativa como en el de la elaboración teórica -experiencias de ninguna manera repetitivas, burocráticas, inútiles. Hay una madurez general que ha desarrollado sus competencias -pero, sobre todo, que ha evitado confrontaciones dogmáticas y sectarias. Los que ya estaban organizados en grupos no han sido excluidos sino involucrados en el "todos juntos". No hay necesidad de un "savoir faire" político particular en este movimiento sino de competencia y capacidad de proyecto.

Los dos procesos organizativos fundamentales que se integran aquí son, por tanto, el de la comunicación en red (que permite la articulación de la centralización y la descentralización territorial) y el de la intersección de los componentes sociales (que permite la recomposición programática del proletariado social).

Teniendo en cuenta estas características de la recomposición (de los movimientos y de los programas) se comprende también la afirmación de un espíritu constituyente que evita amalgamas políticamente contradictorias (por ejemplo, entre grupos y organizaciones que intenten afirmar su hegemonía sobre otros) y que, por tanto, no produce entusiasmos sectarios o puramente movimentistas. Los indignados hablan entre ellos, en las asambleas o en la red, de programas, de acciones, de plazos, de problemas concretos que hay que resolver... El espíritu constituyente predomina aquí. "Todos Juntos" -aquí se construye el común.

Se ha creado una organización de alimentación totalmente horizontal, con su cocina y servicio de limpieza en el campamento, con un centro informático e informativo, con horarios de asamblea, decisiones, actividades, comisiones jurídicas y médicos "no a las drogas", etc...

¿Cuáles son los mecanismos de decisión en este movimiento? La democracia directa, por tanto las decisiones tomadas en asamblea y la temporalidad (breve) de las funciones de representación (portavoces). Sabemos que tomar una decisión en estas condiciones requiere mucho tiempo y que el proceso a menudo tiene que sufrir los efectos de una discusión caótica. Sin embargo, ello no impide llegar a través de la designación de "portavoces" (cambian todos los días), a la toma de decisiones, a la comunicación pública con legitimidad y consenso. La decisión o la discusión que se produce, es depositada/archivada en el sitio informático del movimiento. Este proceso es, en paralelo, una réplica y una verificación en red. Se pone así en marcha una estructura policéntrica de decisión y, si en las asambleas las decisiones exigen mucho tiempo, su verificación en la red es rapidísima.

Este proceso constituye una novedad radical con respecto a la experiencia de los movimientos más recientes (Seattle, Génova, etc.) cuando las decisiones colectivas difícilmente conseguían sintetizar puntualmente los comportamientos y la urgencia de los eventos con la continuidad y la extensión de la iniciativa... Por no hablar de su institucionalización.

Como ya hemos dicho el movimiento surgió desde las manifestaciones de los grupos, de un período experimental de movilizaciones rápidas, de la repetición de acciones flash: y finalmente, en relación con las grandes manifestaciones, la decisión de acampar. La acampada y la consolidación de la modalidad asamblearia que la acompañan, representan, por tanto, una relativa ruptura/discontinuidad con el modelo de decisión en red. Tanto más
que en los campamentos la composición social se complica y, junto a los sujetos mencionados, también hay sectores marginales del proletariado (cognitivo y no- cognitivo): desempleados, inmigrantes, "hyppies" y pequeños-burgueses desesperados... Todo esto puede crear problemas si no se soluciona fácilmente, pero no hay que dramatizar, y no han roto los procesos de organización y toma de decisiones. Otra prueba del "sentido común" de este movimiento.

Los puntos programáticos discutidos en las asambleas y proseguidos en la red, siempre resumidos en los documentos, son básicamente los siguientes:

Empleo precario. Se pide trabajo y/o ingresos para todos. La discusión no implica ideologías o prejuicios "laboristas" (los sindicatos están excluidos, tanto UGT y CCOO, así como las fuerzas políticas): decir "trabajo para todos" quiere decir "ingresos para todos." El tema de la renta universal es muy difuso. Se convierte en dominante cuando los trabajadores autónomos de segunda generación son mayoría en las asambleas. Además: reducción de la jornada laboral, jubilación a los 65 años, seguridad del empleo y ayudas a los parados, etc...

Derecho a la vivienda. Expropiación del stock de casas sin vender y su transferencia al mercado público de alquiler. Plan para la cancelación de las hipotecas, etc...

Fiscalidad. La crítica del desigualdad reparto de la renta, tanto de los trabajadores independientes como dependientes, por las autoridades fiscales es muy fuerte. Aumento de los impuestos sobre las grandes fortunas y bancos.
 
Relanzamiento del impuesto sobre el Patrimonio. Control real y efectivo de la evasión fiscal y la fuga de capitales a los paraísos fiscales. Pero la discusión se dirige principalmente contra los bancos, contra de las estructuras financieras, etc... Prohibición de toda inyección de capital a los bancos responsables de la crisis. Control social de los bancos. Sanciones para los movimientos especulativos y la mala praxis bancaria, etc. El concepto fundamental expresado en las asambleas es que hay una gran riqueza social, de la que se apropian las autoridades fiscales y los bancos. Las operaciones bancarias actuales son culpables de usura y arrogancia. Se pide la generalización de la tasa Tobin.

Sistema electoral. La solicitud de modificación de la ley electoral y las reglas de representación ha asumido un tono de urgencia. Se considera que el sistema bipartidista español es intolerable, que las dos grandes fuerzas parlamentarias son igualmente corruptas y responsables de la crisis. Por tanto, se pide que el sistema electoral se modifique proporcionalmente y una propuesta de un referéndum sobre esta cuestión se ha puesto ya en marcha (500.000 firmas).
 
Por otra parte, sobre la libertad de los ciudadanos y la democracia participativa: no al control de Internet y la abolición de la ley Sinde, generalización del método de consulta, etc...

Sistema judicial. Se considera por completo en manos de los políticos y banqueros, incapaz de perseguir la corrupción y, sobre todo, corregir los defectos de la representación y dotar de sentido igualitario el sistema jurídico.
 
Cuando se habla de la justicia, se contrapone a la corrupción política un discurso sobre la dignidad -no desde un moralismo pequeño-burgués sino desde un fuerte sentimiento de autonomía ética y política.

Servicios públicos. Reorganización de la sanidad pública. Contratación de profesores para garantizar una ratio adecuada de alumnos por aula y grupos de apoyo escolar. Gratuidad de la enseñanza universitaria. Financiación pública de la investigación para garantizar su independencia. Transporte público de calidad y ecológicamente sostenible. Constitución de redes de control local para los servicios municipales, etc...

Algunos temas no aparecen en las asambleas. Lo "nacional" en primer lugar - es decir, no hay enfrentamientos entre las distintas nacionalidades (algo asiduo en el debate político español), hablándose en todos las lenguas, castellano, vasco, catalán, etc... Este es un elemento muy importante en la experiencia de los campamentos. Otros temas inexistentes son el de Europa y, en parte, el de la guerra (sí se protesta contra los gastos militares del gobierno). La ausencia de debate sobre estos temas es bastante extraña, pero corresponde a la falta de información y a la ambigüedad existente respecto a la cuestión europea y la Alianza Atlántica.

¿En qué puede devenir este movimiento desde una perspectiva a largo plazo? ¿Puede constituirse un contra-poder permanente y organizarse como poder constituyente. Es difícil predecir cuáles serán los pasos del movimiento, si organiza una especie de doble poder, o bien desarrolla un poder constituyente que intente penetrar y transformar las estructuras del Estado. Lo que es seguro es que, dentro de la práctica de toma la plaza contra el gobierno, aparece positivamente el proyecto de una regeneración republicana: la República frente al Estado, tal y como en la tradición española (antes y durante la Guerra Civil), este proyecto se ha vivido. Hay que tener en cuenta que en España, treinta años después del fin del régimen franquista, todavía falta una crítica del fascismo, hay todavía una demanda de la continuidad de la derecha conservadora y financiera con el régimen de Franco. Esto significa que el movimiento -incluso y especialmente en su actual éxodo- se sitúa radicalmente a la izquierda, pero desde luego fuera de la izquierda que está representada por Zapatero -cuya acción política siempre ha consistido en una gestión del capital. El 15-M no se opone a la política en general sino al sistema de partidos.

Como se ha mencionado, se habla poco de Europa en las acampadas. Sin embargo, la necesidad de un relais europeo, de una adquisición de una dimensión continental de la discusión política es particularmente evidente.

¿Qué pasará con el movimiento a corto plazo? Hay tres posibilidades a tener en cuenta. La primera es el de un agotamiento por frustración; la segunda es la de una radicalización grupal. Y la tercera es la de una reterritorialización estable, en los barrios, en la sociedad con una capacidad de movilización continua. Parece que los manifestantes quieren federarse en un movimiento socio-político, específico de cada región y una auto-administración a nivel territorial. Cada 15 de mes, los grupos territoriales se pondrían de acuerdo sobre una plataforma de reivindicaciones y un calendario de movilizaciones. Sería una continuidad del movimiento al menos hasta las elecciones generales.
Queda por saber si el apoyo de la gente se mantendrá tan sólido a corto plazo. Esto dependerá en parte de la conducta de las autoridades: si reprimen el movimiento, la solidaridad manifestada debería reforzarse. De todas las maneras, los problemas fundamentales que quedan abiertos en este momento son principalmente los relacionados con la reterritorialización del movimiento y la construcción de una red europea.


(*) Activista y profesor universitario italiano. Filósofo y pensador, catedrático de Teoría del Estado en la Universidad de Padua 

Aliens ¿a qué demonios estáis esperando?


Fareed Zakaria presenta Global Public Square, programa muy valorado y con una gran audiencia, las noches de domingo en la CNN. Esta semana, Zakaria contó con Paul Krugman y el ex economista jefe del FMI, Ken Rogoff, para analizar la situación de la economía estadounidense, y las declaraciones del economista no pasaron desapercibidas.

El Premio Nobel apeló a una invasión alienígena en EEUU para solucionar la crisis y reactivar la economía. El discípulo de Keynes sorprendió en el ejemplo expuesto, pero no en sus teorías según las cuales si no hay suficiente consumo la economía se ralentiza y se reduce el crecimiento, que para Krugman es lo que está sucediendo, por lo que hay que aumentar el consumo como sea.

Para Krugman una invasión extraterrestre provocarían un gran aumento del gasto público en defensa, es decir, toda la sociedad se afanaría en producir bienes que protegieran a la población de este ataque, con lo que la economía se reactivaría. El gasto en infraestructuras sería siempre positivo.

"Es muy difícil conseguir inflación en una economía deprimida, pero si hay un programa de gasto público más una política expansiva de la Reserva Federal se puede conseguir. Por lo tanto, si se piensa emplear todas estas cosas juntas, se puede lograr mucho", añadió Krugman.

Además justificó su teoría de que un ataque alienígena generaría activación económica explicando que "si descubriéramos que los extraterrestres estaban planeando atacar y necesitáramos una inversión masiva para contrarrestar la amenaza, la inflación y el déficit presupuestario serían un problema secundario y esta recesión podría terminar en 18 meses".

La idea de los extraterrestres, inspirada según Krugman en un episodio de la serie Más allá de la realidad, es obtener un "estímulo fiscal" como los acometidos por la mayoría de los gobiernos occidentales pero en mayor escala. El que luego la amenaza extraterrestre no fuera real sino "un error" daría lo mismo, porque estaríamos de todos modos mejor.

Rogoff, con cierta ironía, concluyó que lo que haría falta entonces para reactivar la economía es un Orson Welles.
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