JERUSALÉN.- La huelga de hambre de al menos 1.600 presos palestinos en cárceles israelíes
ha alcanzado un delicado punto de tensión con la hospitalización de
diez de los reclusos y las amenazas de represalias de Hamás y la Yihad
Islámica si alguno de ellos muere.
La portavoz del servicio penitenciario israelí, Sivan Weizman,
aseguró hoy que unos 1.600 reos, de un total de más de 4.600,
están en huelga de hambre.
La asociación de defensa de presos palestinos Adamir eleva la cifra a
más de 2.000 y la ONG palestina de derechos humanos Al-Haq a 2.600.
Diez de ellos están ingresados en el hospital o en la enfermería de
la prisión, entre ellos el líder del Frente Popular para la Liberación
de Palestina (FPLP), Ahmed Saadat, que tiene cerca de 60 años de edad.
Aunque apenas atrae titulares en la prensa israelí, la "Intifada de
las prisiones" ha entrado en una delicada fase de máxima tensión con un
importante potencial de deterioro en cadena.
Amnistía Internacional (AI) ha hecho un llamamiento urgente porque
Bilal Diab y Zaer Halahle, que llevan 68 días sin ingerir alimentos,
están siendo sometidos a un trato "cruel, inhumano y degradante" y sus
vidas "corren peligro".
AI exhorta a las autoridades israelíes a liberar a ambos reclusos y a
otros cuatro que rechazan los alimentos desde marzo: Hasan Safadi, Omar
Abu Shalal, Yafar Azedín y Mahmud Sarsak.
Adamir recuerda hoy en su cuenta de Twitter que el 5 de mayo de 1981
el preso de la banda terrorista IRA Bobby Sands falleció en la prisión
británica de máxima seguridad de Maze tras una huelga de hambre de 66
días, dos menos de los que llevan Bilal Diab y Zaer Halahle.
El pasado jueves, el Tribunal Supremo de Israel celebró una vista
para revisar el caso, pero no tomó decisión alguna y Diab se desmayó en
plena sala del tribunal.
Le tuvo que ayudar un conocido diputado palestino en el Parlamento
israelí, Ahmed Tibi, médico de profesión, lo que originó una tensa
situación cuando un guardia le impidió prestar el auxilio incluso
después de que el juez lo solicitase.
Ese mismo día un líder del movimiento islamista Hamás, Jalil Haya,
advirtió en un mitin en Gaza de que la huelga de hambre "no es un
juego", sino que puede dejar algún cadáver.
"Si esto sucede, podéis esperar de nosotros tanto lo esperado como lo inesperado", amenazó.
También la Yihad Islámica ha adelantado que romperá su tregua de
facto con Israel si muere alguno de los reos en huelga de hambre.
Salvo los citados casos aislados, la huelga de hambre masiva comenzó
el pasado 17 de abril, con el objetivo de pedir una mejora en las
condiciones de detención y encarcelamiento.
Los reclusos piden el fin del aislamiento penitenciario y de la
detención administrativa, una figura legal que permite a los tribunales
militares israelíes en los territorios ocupados encarcelar a una persona
sin presentar cargos y en base a pruebas secretas que ni el preso ni su
abogado conocen.
También demandan el derecho a visitas familiares para los presos de
Gaza y la posibilidad de cursar estudios superiores desde la cárcel, que
les fue revocada para forzar un canje por el soldado Guilad Shalit y no
ha sido restablecida tras su liberación hace medio año, señala Adamir.
Decenas de cabecillas de la protesta han sido trasladados a otras
prisiones o puestos en confinamiento en solitario, mientras que otros
presos en huelga de hambre han denunciado que las autoridades
penitenciarias les están multando con entre 250 y 500 shekels diarios
(entre 50 y 100 euros o 66 y 122 dólares), según Adamir.
El pasado martes, el relator especial de Naciones Unidas para los
Territorios Palestinos Ocupados, Richard Falk, llamó una vez más la
atención a Israel para que trate a los presos palestinos conforme a la
ley humanitaria internacional y respete sus derechos.
Falk dijo estar "horrorizado" por las "continuas violaciones a los derechos humanos en las cárceles israelíes".
El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, y el líder de
Hamás, Jaled Meshal, han acordado presentar a la ONU el tema de los
presos en huelga de hambre.