jueves, 19 de marzo de 2020

El discurso del Rey huérfano / Matías Vallés *


Felipe VI es el único español al que la primera pregunta que le plantearías no tiene que ver con el coronavirus. De ahí la incertidumbre sobre si pensaba leer el discurso del corona o el discurso de la corona. No hubo sorpresas, más allá de presentarse de pie y de ponerse la mano en el corazón, un rasgo casi histriónico en un monarca inexpresivo.

Aprovechando el arresto domiciliario al que estamos sometidos, agarre por favor una hoja de papel y trate de escribir un discurso apañado para un Rey que acaba de abominar de su padre y que se dispone a hablar de otra cosa. Apuesto a que no se le ocurrirá ni una línea, por lo que cabe disculpar a los funcionarios atascados en idéntica tesitura. Espolvorearon el coloquial "mucha fuerza", el beligerante "ganarle al virus", incluso tomaron del inolvidable Rajoy el clásico "España es un gran país".

La pobreza retórica de la intervención carece de importancia, porque los telespectadores que no estaban participando en la cacerolada traducían libremente "por esta crisis sin precedentes en que me metieron mi padre y Corinna", "ha alterado nuestras costumbres en La Zarzuela" y "debemos dejar de lado nuestras diferencias para explicarle a esta gente de dónde venían y adónde iban los cien millones".

El pueblo no pedía "solidaridad" sino explicaciones, más genealógicas que microbiológicas. Felipe VI defraudó porque no habló de lo otro, pero tampoco podía ensayar a los seis años de reinado un contrito "lo siento mucho, no volverá a ocurrir". Es duro admitir que el Rey no tiene salida, y que solo el coronavirus impide el desbordamiento de las incógnitas que plantea la monarquía.

Negar al predecesor en el trono es peor que matarlo, por lo que se ha asistido al discurso del Rey huérfano. Felipe VI esquivó el asunto, pero se exhibió 'Ecce homo' como Isaac obligado a ejecutar a su padre Abraham. La orfandad en vida es preferible a la pérdida de la corona, pero tampoco garantiza la continuidad en el trono.

¿Huérfano también de discurso? No hay una sola frase de los siete minutos del Felipe VI orante que vayan a ingresar en la Historia. Su padre ha tenido que hacer esfuerzos ímprobos, para arruinar por completo el crédito que lo consagró como uno de los Jefes de Estado más reconocidos del planeta. Sánchez orquestó el martes una inyección de 200 mil millones de euros, para camuflar en un ejercicio de funambulismo su desprecio hacia las actividades de Juan Carlos I, salvando por los pelos a su hijo.

Felipe VI no ha ocupado nunca el centro de la escena. En sus apariciones públicas se ve superado por el impacto de su esposa. Se puede alegar que también John Kennedy se presentaba en París al grito de "soy el hombre que acompaña a Jackie" pero, Don Felipe, usted no es Kennedy. Puede ensayar una restauración, pero no puede dejarla a medias.




 (*) Químico, profesor y columnista mallorquín

El atronador silencio de Felipe VI / José Antich *

Mientras los balcones de Catalunya se convertían en una protesta sonora interminable contra Felipe VI por la corrupción que afecta de lleno a la monarquía española, el rey de España comparecía en televisión para realizar su primera alocución pública tras la expansión de la crisis del coronavirus y la no menos importante noticia de que su padre tenía cuentas en Suiza procedentes, presuntamente, de comisiones ilegales. 

El discurso de Felipe VI destacó, sobre todo, por su atronador silencio respecto a las cuentas offshore de Juan Carlos I en el extranjero y de cuya fortuna es receptor el actual monarca y a quien seguiría como heredera su hija primogénita. La renuncia que ha hecho a la herencia es papel mojado ya que como se ha dicho varias veces, el Código Civil español prohíbe la renuncia futura.

En estos momentos de profundo dolor para la ciudadanía por la alarma y el temor que siente ante la evolución de la infección por el coronavirus, el Rey solo ha sabido encontrar palabras huecas. Ni tan siquiera ha incluido una simple frase con la que marcara, al menos aparentemente, distancia de su padre. Atónita, la España juancarlista -aquí no hay monárquicos, hay juancarlistas ha sido una de las frases de la transición- el deep state español entre otros, se ve forzado a fabricar un nuevo frame que definía muy bien un reciente editorial del diario El País: no se puede confundir la Monarquía con la persona del rey emérito. ¡Glups! Hay que soltar lastre rápidamente.

Felipe VI escogió para su alocución traje azul, camisa blanca y corbata burdeos. No lo hizo detrás de una mesa, como el 3-O, sino tras un atril de color rojo con el escudo de la Casa Real. Si bien hasta ahora, al margen de los discursos navideños desde la Zarzuela, solo había realizado una intervención semejante, tras el referéndum catalán, las diferencias son importantes. No sonó el himno de España como en aquella ocasión, su actitud fue mucho menos gestual y dramática, aunque ahora los muertos se amontonan en ciudades y pueblos, no había ninguna foto a su alrededor y tan solo una planta y una especie de ánfora como escenario.

La magnífica serie The Crown, estrenada en 2016 y que versa sobre el reinado de Isabel II, recoge, de manera precisa y entre otros pasajes ilustrativos sobre el carácter de la soberana británica y su frialdad emocional, el momento de la gran insensibilidad de la monarquía inglesa tras la muerte de la princesa Diana. La lejanía respecto al afecto que le profesaba la población. Las monarquías se basan en eso: en conectar en todo momento con el pueblo. Felipe VI ha ido perdiendo aura a medida que a su reinado le iban cayendo años. Pocos aún, por cierto. Pero suficientes para muchos ciudadanos.

El 3 de octubre de 2017 perdió Catalunya, como se ha ido comprobando inexorablemente desde aquella fecha. La bola se ha ido haciendo poco a poco más grande en el resto del Estado, con una parte del Gobierno, los miembros de Podemos, cada vez más incómodos.

 Este triste 18 de marzo, otro puñado de ciudadanos se han alejado de la monarquía al esquivar su actual titular en su discurso la corrupción que se ha instalado durante décadas en la Familia Real. El tiempo, a veces, lo cura todo. Pero, me temo, este no va a ser el caso.


(*) Periodista y director de El Nacional


Caceroladas contra Felipe VI durante el discurso a la nación


MADRID.- Ciudadanos de varias ciudades españolas han protestado contra el Rey Felipe VI con caceroladas desde los balcones y ventanas de sus casas durante el discurso televisado que el monarca ha dirigido este miércoles a la nación. La protesta contra el Rey ha tenido desigual seguimiento según las ciudades y los barrios.

La iniciativa se ha convocado a través de las redes sociales y cadenas de mensajes en 'WhatsApp', en la que se emplazaba a los ciudadanos a salir a los balcones para realizar una 'cacerolada por la república' y hacerlo coincidir con la emisión del mensaje del Rey a las 21.00 horas. Esta manifestación, sin embargo, ha sido menos sonora que los aplausos diarios a favor de los sanitarios y profesionales que trabajan contra la pandemia del coronavirus.
Se trata de la segunda protesta convocada por las redes sociales contra la monarquía que se ha desarrollado este miércoles. A las 12:00 horas, ciudadanos de todo el país han pedido, con otra cacerolada desde los balcones, que el Rey Juan Carlos done a la sanidad pública los 100 millones de euros que recibió, presuntamente, de comisiones de Arabia Saudí para investigar sobre la pandemia del coronavirus.
Además, se han abierto recogidas de firmas en la plataforma 'change.org' en las que se pide a Felipe VI que destine su herencia y la asignación del rey emérito a la sanidad pública.
Las protestas también han llegado a las redes sociales con la etiqueta en Twitter #CoronaCiao, en la que numerosos usuarios han mostrado su rechazo a la monarquía. Estas críticas también se han mezclados con otros comentarios en los que exclamaban mensajes de 'viva el Rey'.
 En Madrid, la cacerolada ha tenido un seguimiento desigual entre los distintos barrios y distritos de la ciudad, aunque según testigos preseniales, ha sonado con más fuerza en Vallecas, La Latina, Ciudad Lineal o Arganzuela.
Por otra parte, vecinos de los distritos de Barcelona también han protestado contra el Rey Felipe VI. Òmnium Cultural había llamado a protestar contra la "gran farsa de la monarquía española" con una cacerolada, propuesta a la que se han sumado los partidos independentistas de Cataluña, Euskadi, Galicia y Baleares.
La protesta ha contado con el apoyo de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que horas antes ha escrito en su cuenta de Twitter: “A las 21h repetimos #cacerolada y aún con más fuerza. Basta ya de #coronacorrupción, que todo el dinero vaya a la #SanidadPublica!”.
La cacerolada ha sido la segunda que se ha oído este miércoles en Barcelona, después que este mediodía se había convocado otra con la misma reivindicación, pedir que la supuesta fortuna del Rey emérito Juan Carlos I, que investiga la Fiscalía suiza, se done a la sanidad por la pandemia de coronavirus.
El ruido de esta protesta se ha podido oír en ventanas y balcones de la mayoría de los distritos de Barcelona, como la plaza Sanllehy y en otros puntos del distrito de Horta-Guinardó-, en la Sagrera (distrito de Sant Andreu), en el Raval (Ciutat Vella), Sants y Font de la Guatlla (Sants-Montjuïc), Esquerra de l’Eixample (Eixample), Poble Nou-Diagonal Mar (Sant Martí), Putxet (Sarrià Sant Gervasi) y los distritos de Les Corts y Gràcia.
También se han sumado a la cacerolada vecinos del barrio de Santa Eulàlia, en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), ciudad colindante con Barcelona.
En localidades como Sabadell, Montcada i Reixac, Mataró y Premià de Dalt (en Barcelona) también se ha hecho sentir la protesta que, en algunos casos, se ha prolongado más allá del discurso de Felipe VI.
Esta iniciativa se une a varias recogidas de firmas organizadas en la plataforma Change.org, que piden que esos fondos pasen a ser dinero público. Dos peticiones diferentes, bajo los títulos “Destinar la herencia de Felipe VI y la asignación del Rey Emérito a la Sanidad Pública” y “Felipe VI, exige a tu padre que transfiera el dinero de Suiza a Sanidad” acumulan cada una alrededor de 160.000 firmas.
Esta reivindicación, organizada de nuevo en los balcones, se ha convocado a través de mensajería instantánea y redes sociales y se inició durante esta mañana.
En informaciones publicadas el pasado fin de semana se asegura que Felipe VI es beneficiario de una sociedad “offshore” creada por el Rey Juan Carlos vinculada a una donación de 65 millones de euros de Arabia Saudí.
La Fiscalía suiza considera que 100 millones de dólares procedentes del Rey saudí Abdul Aziz Al Saud llegaron a una cuenta en Panamá de la Fundación Lucum de la mano de sus gestores en Suiza, Dante Canónica y Arturo Fasana, presuntos testaferros del rey Juan Carlos.
Según las informaciones publicadas por algunos medios, de los 100 millones de dólares, don Juan Carlos habría transferido el equivalente a unos 65 millones de euros a Corinna Larsen.