miércoles, 8 de octubre de 2014

Podemos: el parto del partido / Ramón Cotarelo *

Ayer topé con una noticia en eldiario.es que me llamó la atención, según la cual Pablo Iglesias abandonará el liderazgo de Podemos si no prospera su idea de partido. De inmediato me vino a la cabeza que algo parecido había dicho y hecho Felipe González en similar situación allá por 1979. Se me ocurrió tuitearlo y me salieron unos cuantos interlocutores más o menos cercanos a Podemos con tipos distintos de críticas a la comparación. A diferencia de los tuiteros de otros partidos los de Podemos son gente afable, moderada en la expresión, aguda y no está siempre presuponiendo que toda observación sea un ataque a las esencias doctrinales. Es un placer discutir con ellos. Y, al mismo tiempo, me di cuenta del calado del asunto, que el periodista sintetiza de un trallazo en ese su idea de partido. Pues sí, como le pasó a González en 1979, su idea de partido.

Pero reducir esta cuestión al ejemplo citado es muy pobre, de gracianesca austeridad tuitera, y no hace justicia al alcance de la cuestión ni a los asuntos que aquí se ventilan. Podemos está en proceso constituyente, llamado "asamblea fundacional", en la que ha de definirse en qué tipo de ente se constituye, que forma de partido adopta, incluso si quiere ser un partido. Según entiendo, hay tres propuestas sometidas a debate. Una, la propugnada por Pablo Iglesias se inscribe en una tradición de partido con ecos leninistas, esto es, un partido de liderazgo que a su vez ejerce el liderazgo sobre un movimiento más amplio. Todo muy democrático, desde luego a base de empoderar a la gente, un arcaísmo que trata de resucitar reconvertido en barbarismo del inglés empowering. El partido como medio o instrumento para conseguir un fin, no un fin en sí mismo y aprovechando el hecho de que ya está constituido como partido en el pertinente registro del ministerio del Interior.
 
Otra propuesta, apadrinada por Pablo Echenique, trae cuenta de una tradición más espontaneísta, quiere dar más peso, sino todo él, a las asambleas, aquí llamadas círculos. Otro vago eco de todo el poder a los soviets. La democracia radical, revolucionaria, es consejista. O sea, de los círculos. En España repudiamos el término consejo porque, de un tiempo a esta parte, lo asociamos con una cueva de ladrones, truhanes y sinvergüenzas, pero tenemos en aprecio las decisiones colectivas, sobre todo las surgidas de la base, la calle, el barrio.
 
Hay una tercera propuesta, según mis noticias, pero no me ha dado tiempo a documentarme sobre ella. Ahora me concentro en las dos primeras, que llamaremos la leninista y la consejista porque, en buena medida, recuerdan la polémica entre los bolcheviques y los espontaneístas y consejistas, al estilo de Rosa Luxemburg o Anton Pannekoek. Estos, particularmente la primera, venían de pegarse veinte años antes con los revisionistas de Bernstein en defensa del principio de que el fin (la revolución) lo es todo y el movimiento (o sea, las reformas), nada. Y ahora se encontraban con que los soviéticos los llamaban ilusos y cosas peores porque se habían olvidado de que el fin era el poder en sí mismo. Por aquel entonces los bolcheviques habían ganado todas las batallas mediante su pragmatismo y concepción instrumental: desactivaron el potencial revolucionario de los soviets a base de absorberlos y hacerlos coincidentes con los órganos jerárquicos del partido. El resultado se llamó Unión Soviética, pero no tenía nada de soviética. Y, a la larga, ese aparente triunfo, setenta y cinco años de simulacro, fue una tremenda derrota, pues no solamente acabó con la Unión Soviética sino que desprestigió y deslegitimó el ideal comunista.

En diversas ocasiones ha dicho Pablo Iglesias que proviene de una cultura de la izquierda que no ha vivido más que la derrota; que, incluso, ha acabado resignándose a ella, en el espíritu apocado del beautiful looser. Con esta determinación se adhiere a una tradición de la izquierda e ignora otra, la socialdemócrata, que dice haber vivido tiempos de triunfo casi hasta nuestros días. Desde el punto de vista de la izquierda comunista, leninista, bolchevique, no ha habido triunfo alguno, sino traición. La socialdemocracia administró y administra, cuando le dejan, las migajas de la explotación capitalista a la que, en el fondo se ha sumado con lo que no tiene nada que ver con la verdadera izquierda; o sea, la derrotada. Esa es la tradición de derrota que Iglesias cuestiona, la que no le parece aceptable porque piensa que, dados los ideales de la izquierda, de su idea de la izquierda, esta merece ganar, triunfar, llegar al poder, implantarlos. Implantarlos ¿cómo? Sin duda alguna, de la misma forma en que se plantea hoy llegar al poder: ganando elecciones. O sea, el primer paso para ganar es ganar elecciones. Y hacerlo limpiamente. Todos los días pasan a los de Podemos por el más exigente cedazo de legalidad democrática tipos que, a su vez, tienen de demócratas lo que Palinuro de tiburón financiero.

Solo se ganan elecciones consiguiendo el favor de mayorías, lo cual plantea las condiciones de un discurso capaz de conseguirlo en una sociedad abierta en competencia con muchos otros y en la cual la única regla es que no hay reglas porque la política es la continuación de la guerra por otros medios. Y en la guerra no hay más reglas que las aplicadas por los vencedores. Incluso es peor que la guerra porque en esta suele engañarse al enemigo, pero no a las propias fuerzas, mientras que en política puede engañarse al adversario y también a los seguidores de uno, a los electores. El triunfo electoral del PP en noviembre de 2011 es un ejemplo paradigmático. Ganó las elecciones engañando a todo el mundo, incluidos sus votantes.

¿Puede la izquierda recurrir al engaño, a la falsedad, al embuste? La pregunta es incómoda porque la respuesta obvia es negativa pero va acompañada del temor de que, si no se miente algo en una sociedad tan compleja y conflictiva como la nuestra, no se ganan elecciones y, si no se ganan elecciones, no se llega al poder. De ahí la reiterada insistencia de los de Podemos en que no son los tristes continuadores de IU, sino pura voluntad de ganar. Qué discurso haya de articularse para este fin es lo que se debate ahora. 

El momento, desde luego, es óptimo. Táctica y estratégicamente. La crisis del capitalismo y la manifiesta extenuación de la socialdemocracia ofrecen una buena ocasión para el retorno del viejo programa emancipador de la izquierda. ¿En qué términos? En unos que deliberadamente evitan toda reminiscencia de la frase revolucionaria. Aquí no se habla de revolución, sino de cambio; no de clases, sino de casta; no de socialismo, sino de democracia; no de nacionalizaciones, socializaciones o confiscaciones sino de control democrático; ni siquiera se habla de izquierda y derecha, sino de arriba y abajo. Es un lenguaje medido, que trata de ocupar el frame ideológico básico de la democracia burguesa para desviarlo hacia otros fines, para "resignificarlo", como dicen algunos, y llevarlo después a justificar una realidad prevista pero no enteramente explicitada. Alguien podría sentirse defraudado y sostener que esto entra ya en el campo del engaño político, el populismo y hasta la demagogia. Es verdad que el discurso bordea la ficción, pero no incurre en ella por cuanto las cuestiones comprometidas se remiten siempre a lo que decidan unos órganos colectivos que a veces están por constituir. Nadie se extrañe. Si diez días conmovieron el mundo, más lo harán diez meses.

Ahora bien, lo cierto es que semejante discurso requiere una táctica y estrategia meditada, prevista, consecuentemente aplicada y para ello, el sentido común suele preferir una unidad de mando y jerárquico, aunque sea con todos los contrafuertes y parapetos democráticos que se quiera. Un solo centro de imputación de responsabilidad continuado en el tiempo. Un partido y jerárquico, aunque a la jerarquía la llamen archipámpanos. El partido de nuevo tipo, con el espíritu asambleario anidado en su corazón, pero partido, medio para llegar al poder que el propio poder, astutamente, se ha encargado de convertir en único instrumento válido para su conquista y ejercicio. Para eso se redactó el sorprendente artículo 6 de la Constitución. Frente a esta libertad que es necesidad, las asambleas, los círculos, los consejos o concejos, los soviets, etc., incorporan un ideal de democracia grass roots con tanto prestigio como irrelevancia. Cabría pensar que en la época de internet, la de la ciberpolítica, las nuevas tecnologías, debieran resolverse estos problemas de eficacia del asambleísmo que, en lo esencial, según se dice, son puramente logísticos. Estoy seguro de que todos nos alegraremos si lo consiguen. Pero, de momento, no es así.

Sin duda este es el debate. Los asambleístas señalan los riesgos del líder carismático y concomitantes de oligarquía, burocratización, aburguesamiento. Y los leninistas, la función del liderazgo de siempre de la vanguardia que se hace visible en el rostro de ese lider carismático. Es verdad que hay un peligro de narcisismo y culto a la personalidad. Pero, ¿en qué propuesta de acción colectiva en el mundo no hay algún riesgo? En el fondo, esta polémica recuerda a su vez también una del marxismo de primera generación, bien expuesta en la obra de Plejanov, primero maestro y luego archienemigo de Lenin, sobre el papel del individuo en la historia. Un tema perpetuo.  La izquierda, toda, presume de crítica, pero acepta el liderazgo como cada hijo de vecino. ¿Quién puede discutir de buena fe a Pablo Iglesias el mérito de haber llegado a donde ha llegado y haber hecho lo que ha hecho? Ya, ya, había condiciones, un movimiento. Pero alguien se ha puesto a la cabeza, con cabeza y con valor, que diría Napoleón. ¿Con qué razones se pretenderá que no puede ir más allá en su idea de partido?¿Con qué otras que deberá poner en práctica una idea?

Más o menos, entiende Palinuro, es lo que está discutiéndose aquí. Y no es cosa de poca monta. 
 
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED

El juez cita a declarar como imputados a Blesa y Rato por las 'tarjetas B'

MADRID.- El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha abierto una pieza separada del 'caso Bankia' para investigar los hechos relacionados con la existencia de las llamadas 'tarjetas B' y ha citado para declarar como imputados para el 16 de octubre a los expresidentes de Caja Madrid y Bankia, Miguel Blesa y Rodrigo Rato, así como al ex director general de Caja Madrid, Ildefonso Sanchez Barcoj. 

El magistrado escuchará en primer lugar a Ildefonso Sánchez Barcoj. Despues será el turno del que fuera presidente de Caja Madrid Miguel Blesa y cerrará el turno de comparecencias el expresidente de Bankia Rodrigo Rato. Los tres deberán comparecer acompañados de sus abogados a partir de las 15.00 horas.
Andreu ha decidido abrir una pieza separada del 'caso Bankia' para investigar la existencia de unas tarjetas con las que 86 antiguos miembros de la cúpula de Caja Madrid gastaron 15,25 millones entre 1999 y 2012. Una decisión que el magistrado ha adoptado después de que la Fiscalía Anticorrupción le enviase un informe en el que veía indicios de delito societario y de apropiación indebida en los hechos denunciados por el FROB, el principal accionista de Bankia, a raíz de un informe elaborado por este grupo.
Sánchez Barcoj encabeza la lista de gastos cargados a Caja Madrid con un total de 484.200 euros. La factura de Blesa asciende a 436.700 euros, en tanto que los gastos de Rato ascendieron a 44.200 euros.
Entre los gastos efectuados por los exconsejeros y exdirectivos de Caja Madrid figuran tres millones de euros en restaurantes, dos millones en disposiciones de efectivo, más de 1,5 millones en desplazamientos y viajes, más de un millón en grandes superficies y cerca de 800.000 euros en hoteles, entre otros.

El Gobierno español defiende los sueldos vitalicios de sus expresidentes

MADRID.- La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha defendido las pensiones vitalicias que reciben los expresidentes del Gobierno, que no son una excepción en España sino que existen en la mayor parte de países democráticos, y ha reprochado a IU que las cuestione en el Congreso y, en cambio, no las quite en Andalucía: "Menos pose y más trabajar", ha comentado.

Durante la sesión de control en la Cámara Baja, el coordinador federal de IU, Cayo Lara, ha preguntado al Ejecutivo si tenía previsto hacer incompatibles que los expresidentes del Gobierno compaginen sueldo público vitalicio con las retribuciones que reciben procedentes de la empresa privada, como así pidió sin éxito su grupo político en sede parlamentaria en el año 2011.
En concreto, se ha referido a Felipe González y a José María Aznar, a quienes ha censurado por compatibilizar los casi 75.000 euros que recibe cada uno de las arcas del Estado con una actividad "jugosamente" retribuida de Gas Natural y Endesa, respectivamente. "Con ambas retribuciones reciben entre 25 y 50 veces el Salario Mínimo Interprofesional", ha denunciado.
Con estos datos en la mano, Lara ha recriminado al Gobierno que presuma de regeneración democrática -"de la que habla más que se hace", ha dicho- y, sin embargo, no haga nada para modificar esta situación. "Con estas actitudes, la ética se va por las alcantarillas", ha enfatizado.
El líder de la federación de izquierdas ha defendido que la mejor regeneración democrática empezaría por "dar ejemplo por la cabeza" porque, según ha insistido, considera "una auténtica vergüenza" los casos de 'puertas giratorias' que se han registrado en los últimos años. A su juicio, lo que determinan estas actitudes es que exministros y expresidentes actúan como "auténticos caballos de Troya en el Estado, socavando lo publico, privatizándolo y siendo acogidos después por las empresas que ayer privatizaron".
En su réplica, Santamaría ha defendido que las dotaciones a los expresidentes del Ejecutivo existen desde 1983 y que sirven para que puedan prestar sus funciones -que siguen siendo inherentes a su persona mientras vivan- "de representación a la democracia que les ha votado y al Congreso que los ha elegido".
De hecho, ha recalcado que se trata de unas pensiones en las que España "no es la excepción", sino "la regla general" que existe en la mayor parte de los Estados democráticos del mundo, en algunos con mayor amplitud. "Léase Francia, Italia, Reino Unidos o Estados Unidos, pero a lo mejor es que está usted más cómodo con otros Estados en que la figura del presidente del Gobierno es vitalicia", le ha soltado la portavoz del Ejecutivo.
Dicho esto, Santamaría ha reprochado a Lara que IU abogue por eliminar los sueldos vitalicios de los expresidentes del Gobierno en Madrid y que en Andalucía se abstenga en una iniciativa para eliminar la dotación a los expresidentes autonómicos, "que son más y con mayor cuantía".
 "Con lo que no venga aquí a pedir cosas que en otros sitios no es capaz de secundar", ha señalado la vicepresidenta, antes de afear a IU que haya sido el único junto con Amaiur que "se ha levantado de la mesa de regeneración democrática" donde el resto de fuerzas parlamentarias trata de adoptar medidas. "Menos pose y más trabajar", ha exclamado.

La trama oculta de una condena / José Luis Mazón *

La condena a Elpidio Silva a manos de la Sala Civil y Penal del TSJ de Madrid se asemeja a un iceberg donde lo más gordo o sustancial queda oculto.

Elpidio se atrevió a abrir la caja de los truenos, la caja de Pandora,  una causa penal contra Blesa, el ex presidente de Bankia nombrado en su dia por Aznar que bien aprovechó el nombramiento, y buen amigo del recientemente dimitido ministro de Justicia Ruiz-Gallardón.


La querella no la puso el fiscal sin más porque a Blesa le metieran en prisión. La querella la ordenó al Fiscal Jefe del TSJ, Moix, el entonces Ministro de Justicia Ruiz Gallardón.Y es que Ruiz-Gallardón, amigo de Aznar (cuyos chanchullos con Caja Madrid han sido tapados pero que serán juzgados en un futuro) tenía vivo interés en que se investigase Bankia-Caja Madrid porque el propio Gallardón, amigo de ciertos poderes económicos de Madrid, como Florentino, tenía intereses que ocultar.


No es normal que un Fiscal ponga una querella contra un juez, las querellas que salen adelante contra jueces las ponen las propias personas que se sienten perjudicadas y luego las apoya -las más de las veces no- el fiscal.

A Elpidio le ha condenado en suma una trama civil de tipo golpista-judicial donde una parte del Poder Judicial ha colaborado activamente haciéndose cómplice de la situación.


El presidente de la Sala, Arturo Beltrán, un ex jurídico militar reconvertido a juez penal de la justicia civil, ha salvado su honor y conciencia, como buen militar, votando en contra de la condena. Dice Beltrán en su voto particular que Silva ha podido errar pero no prevaricar. 
No conozco personalmente a Beltrán, pero vi en un caso que tuvo el valor de revocar el archivo de una querella contra un Director General de Trabajo puesta por unos pilotos de Air Europa, ordenando a la juez instructora de Madrid que citase a declarar como imputado al alto cargo del Ministerio de Trabajo. 
Eso me hizo pensar que no era del grupo más común o grueso de los jueces españoles, donde abundan los aduladores del poder que sacan el dedo por la ventana, previamente mojado por la lengua, para ver hacia donde sopla el viento y sentencian en su misma dirección en un "viva quien venza". Su conducta durante el juicio me hizo pensar que Beltrán no era juez domesticado y que se encontraba sumamente incómodo en ese juicio. Al final le dignifica que ha hecho lo que le mandaba su conciencia y no su conveniencia. 

Con la sentencia "Elpidio", muy bien maquillada, se puede mandar a la inhabilitación a muchos jueces porque prácticas semejantes a las que los sentenciadores consideran delictivas se practican en la vida diaria de los juzgados. Pero pasará como con la jurisprudencia del Supremo para admitir las querellas de Garzón, que era purísima, legalísima, pero solo se le ha aplicado a Garzón, despues "si te vi no me acuerdo" o han perdido la memoria, ya no se la aplican a otros en casos tan o más evidentes, tal es el principio de coherencia que practican nuestras más altas cúspides de la Justicia Española hasta que en un tiempo venidero "todo salga en la colada" como decía Cervantes.


En suma hay que completar la foto del proceso. Por detrás de los jueces está Alberto Ruiz-Gallardón dirigiendo al Fiscal e influyendo en la mayoría del Tribunal, en defensa de su interés propio, que no se investiguen sus relaciones ocultas con Bankia y Blesa. A su lado los Aznar, otros trincadores de Caja Madrid-Bankia, que salen impunes como el ya ex ministro. Solo el juez presidente no se dejó manipular.  La impunidad de la corrupción ha triunfado en esta sentencia. Pero se trata de una victoria provisional preludio de una grave derrota final. Si supieran la que en lo venidero se han buscado los condenadores no habrían condenado a buen seguro. Pero solo los insensatos ven los problemas cuando ya están encima, que decía el sabio Homero. 


Ahora le cabe a Elpidio recurrir al Supremo, luego al Constitucional y en última instancia al Tribunal de Estrasburgo, a donde tambien recurrió Garzón la condena por Gürtel y no sabemos aun si admitieron o no su demanda. Como el Supremo vea peligrosos cambios en el horizonte es posible que revoque la condena de Elpidio para ponerse de parte del nuevo poder emergente. Es así como funciona este decrépito sistema de justicia que tenemos y que hemos de demoler como una necesidad prioritaria o de orden público.
(*) Abogado