ROMA.- Después de trabajar como pasante sin sueldo durante 18 meses en Italia, Massimo Fantini decidió probar suerte en el extranjero y no le ha ido mal: tras cinco años tiene un buen trabajo en una importante multinacional, se compró una casa y se casó.
"Si me hubiera quedado en Italia, nada de esto habría sido posible", dice Fantini por teléfono desde Nueva York.
"Cuando hablo con mis amigos que se quedaron, puedo oír su frustración. Están perdiendo su energía y sus sueños. Esa es la peor cosa que le puede pasar a alguien", agrega Fantini, un contable de 34 años.
Fantini forma parte de un número creciente de jóvenes italianos altamente cualificados que se siente obligado a llevar sus capacidades al extranjero debido a la crisis económica que vive su país.
El problema se ha vuelto tan grave que el Parlamento italiano aprobó una ley que busca que los emigrantes regresen, pero el recién instalado primer ministro, Mario Monti, tendrá que ir mucho más allá de simples reformas si espera frenar la huída.
Italia tiene una larga tradición en emigración. Se estima que cerca de 25 millones de italianos buscaron trabajo en el extranjero entre 1876 y 1970. En el pasado, se trataba sobre todo de personas sin educación, pero ahora el panorama es distinto.
Aunque no hay estadísticas oficiales sobre los graduados de las universidades, el grupo empresarial Confimpreseitalia estima en un informe reciente que 120.000 jóvenes italianos se trasladaron al extranjero en 2008 y 2009, de los cuales un 70 por ciento eran graduados.
Sergio Nava, periodista que tiene un blog que aborda lo que califica como "la fuga dei Talenti" (la emigración de talentos), cree que la crisis económica que vive Italia sólo ha empeorado las cosas.
"Italia es un país dominado por hombres mayores que dan trabajo a personas que conocen y en los que confían, en lugar de a aquellos con las mejores cualificaciones. Es una pesadilla para los jóvenes", sostiene.
Italia tiene muchos menos graduados que la mayoría de los países de la Unión Europea: sólo un 19,8 por ciento de los italianos entre 30 y 34 años posee un título de educación superior frente a una media de la UE del 33,6 por ciento, según la oficina de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat.
Sin embargo, cuenta con el mayor número de graduados que no encuentra trabajo en más de seis meses (un 58 por ciento), mientras que los sueldos medios mensuales para quienes tienen la suerte de encontrar empleo era de sólo 1.078 euros en 2009, según el consorcio universitario AlmaLaurea.
Por el contrario, el salario inicial medio para los graduados en Estados Unidos durante ese año fue de 4.042 dólares (3.000 euros) y de 2.800 dólares en Reino Unido.
Para empeorar las cosas, las empresas italianas siempre ofrecen a los graduados puestos a corto plazo o contratos "precarios", reservando los beneficios y la protección para los trabajadores mayores.
La falta de trabajo, los salarios bajos y los contratos inestables han provocado que casi un tercio de los italianos menores de 30 años todavía viva en casa de sus padres, una cifra que se triplicó desde 1983 y que ha obligado a la gente a retrasar el inicio de sus planes para tener hijos.
"Si volviera a Italia, tendría que renunciar a la mayor parte de mi independencia", dice Fantini, que fundó junto a otras personas una asociación para ayudar a otros profesionales italianos a mudarse a Nueva York.
"¿Pueden entender esto nuestros líderes, que tienen todos más de 60 años? ¿Pueden ponerse en nuestro lugar?", se pregunta Fantini.
Monti, de 68 años, asumió el cargo de primer ministro el 16 de noviembre de manos del presidente Giorgio Napolitano, de 86 años.
El promedio de edad de su gabinete de tecnócratas, que busca sacar al país de la crisis de deuda en la que se encuentra, es de 63 años.
"Algunos grandes talentos se van de Italia debido a su mentalidad medieval en la contratación de personas. No sirve lo que has hecho, sino a quién conoces", dice Alessandro Capata, un académico de Roma que busca trabajo en el extranjero.
"Si quieres trabajar en un supermercado, puedes encontrar trabajo. Pero si quieres ser arquitecto, dentista o periodista, entonces realmente es complicado. Se trata de un sistema feudal", añade.
Berlusconi había prometido resolver el problema, pero Stefano Saglia, subsecretario para el Desarrollo Económico de su Gobierno, reconoce que se avanzó poco.
"Ciertamente, alguien tiene que tener el coraje para llevar a cabo una reforma", dice Saglia.
"Los políticos siempre están asustados con las protestas (...) pero tal vez un Gobierno de tecnócratas tenga más éxito porque no persigue cada voto", agrega.
Saglia copatrocinó en 2010 un proyecto de ley que ofrece incentivos fiscales a los italianos menores de 40 años que viven en el extranjero. Hasta el momento, no hay ninguna señal de que la medida esté teniendo impacto.
Un estudio del Instituto Italiano de Competitividad estima que Italia perdió 4.000 millones de euros en los últimos 20 años en términos de ingresos por patentes que los científicos italianos expatriados presentaron en el extranjero.
Confimpreseitalia estima que la fuga de cerebros le habría costado a Italia unos 5.900 millones de euros.
Si bien la emigración de graduados no es exclusiva de Italia, la Organización para la Coordinación y el Desarrollo Económico (OCDE) dice que los extranjeros universitarios tampoco tienen deseos de irse a ese país, a pesar del buen tiempo y la buena comida.
Una encuesta realizada en 2001 mostró que sólo 57.515 graduados de los países de la OCDE trabajaron en Italia, mientras que 395.229 italianos con educación superior se habían ido al extranjero.
Sin embargo, Nava, que tiene un programa semanal en Radio 24 donde entrevista a expatriados italianos, está convencido de que los flujos podrían ser revertidos si el Gobierno actúa de manera clara frente al tema.
"Muchas de las personas con las que hablo tienen ganas de volver. Ellos ven que el país está pasando grandes dificultades y no hay mucho tiempo para arreglar las cosas. Pero antes de regresar, Italia tendría que convertirse en un lugar más atractivo para vivir", dijo.