WASHINGTON.- Casi dos años después de la ola de levantamientos populares
en Oriente Medio y el norte de África conocida como Primavera Árabe,
activistas por los derechos humanos advierten un retroceso en varios
países de esas regiones y más allá.
«Hay señales prometedoras de progresos democráticos en las regiones
históricamente dominadas por regímenes brutales y autoritarios. Pero
¿refleja este cambio drástico una tendencia más amplia hacia la
democracia y la buena gobernanza en todo el mundo?», pregunta un nuevo
informe del grupo de derechos humanos Freedom House. «Los hallazgos.
sugieren que no», añade el estudio, titulado «Countries at the Crossroads 2012» (Países en la encrucijada 2012).
El informe anual se concentra en 35 países (de un total de 70) a
cuyos gobiernos considera de desempeño «bajo y medio», evaluándolos
desde el año pasado en una serie de indicadores. «Los retrocesos exceden
con mucho a los avances. tanto en número como en escala», señala el
estudio de Freedom House, subrayando «grandes caídas» en materia de
responsabilidad gubernamental y en el imperio de la ley.
Según esos indicadores, la situación de la democracia en Egipto
parece estar hoy a un nivel similar o peor que antes de la caída del
régimen de Hosni Mubarak (1981-2011), en tanto que se deteriora en
Bahrein, Sri Lanka y Vietnam. Mientras, que se elogia a Túnez por haber
llevado a cabo importantes reformas.
«El deterioro general es causa de alarma entre los defensores de la
democracia», señala Freedom House. Los investigadores hacen hincapié en
la debilidad de las instituciones de gobierno. La mayoría de esos países
al menos tienen elecciones regulares, el único indicador que ha crecido
en los últimos años, según la organización.
Los proyectos internacionales para el desarrollo de esos países solo
se concentraron en fomentar elecciones, prestando una atención mucho
menor a otros esfuerzos adicionales para mejorar la gobernanza,
particularmente el fortalecimiento de las instituciones.
El presidente de Freedom House, David J. Kramer, dijo este lunes al
presentar el informe «La agitación que sacudió a Oriente Medio en los
últimos dos años, incluso hasta la semana pasada, demuestra la absoluta
necesidad de una completa revisión de las instituciones que influyen en
la gobernanza democrática».
«No se puede ignorar la importancia de la gobernanza democrática para
que la ayuda al desarrollo tenga éxito», subrayó. «La Primavera Árabe
nos recuerda que, mientras los gobiernos minimizan la necesidad de
instituciones democráticas plenas, y se esfuerzan en asegurar que la
ayuda estimule el crecimiento económico, los habitantes de esos países
entienden el valor de una gobernanza justa y abierta», añadió.
Gobernanza es la clave
Durante décadas, los donantes bilaterales y multilaterales han sido, y
lo siguen siendo en gran medida, renuentes a participar en actividades
vinculadas con la política. Sin embargo, existe una creciente compresión
de que la mayoría de las metas de desarrollo no se pueden alcanzar sin
una mayor financiación y planificación de temas relacionados con la
gobernanza.
La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional
(USAID), fue el primer importante donante en introducirse en la esfera
política, y eso ocurrió hace apenas dos décadas. Esta opción fue
menospreciada por otros donantes y vista con escepticismo por aquellos
que la interpretaron como un simple intento de Washington de influenciar
en la política de otros países.
Sin embargo, hoy los temas de transparencia y gobernanza se
discutidos en los círculos de ayuda al desarrollo en todo el mundo. «Es
un momento de responsabilidad democrática, un momento increíble», dice
David Yang, de USAID. «Muchas organizaciones de desarrollo han llegado a
la conclusión de que no pueden promover el desarrollo social y
económico en forma exitosa y sostenible sin derechos humanos y sin una
gobernanza democrática», añadió.
No obstante, aun hoy, de los 130.000 millones de dólares que los
donantes vuelcan a la ayuda internacional, apenas un 9,5 por ciento va a
programas de gobernanza. «Cuando a los profesionales se les pregunta
cuál es el principal factor de retraso de los programas de desarrollo,
habitualmente dicen que es la mala gobernanza», indica Brian Atwood,
presidente del Comité de Asistencia al Desarrollo de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
De ese 9,5 por ciento, indica Atwood, citando sus propias
investigaciones, apenas el uno por ciento va a planes de apoyo a las
legislaturas, y otro uno por ciento a temas de transparencia y lucha
contra la corrupción. «Uno debe preguntarse si estos porcentajes
responden a una necesidad o, más bien, a lo que es más cómodo para los
donantes». «Debemos cuestionarnos si esta distribución de la ayuda apoya
la agenda de gobernanza democrática».
Por su parte Joseph Siegle, director de investigaciones en el Africa
Center for Strategic Studies, con sede en Washington «Siempre que
hablamos de programar dinero, estamos hablando de política en una
sociedad, influenciando las relaciones de poder», y añade . «Por tanto,
tenemos que darnos cuenta de que, al fin de cuentas, el desarrollo es
siempre un proceso político».
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