MADRID.- El resorte de la supervisión y control de los organismos
reguladores durante la crisis ha fallado por la "excesiva" confianza en
la autorregulación, según el catedrático emérito de Derecho Mercantil de
la Universidad de Sevilla y vicepresidente de Cuatrecasas,
Gonçalvez-Pereira, Manuel Olivencia.
"No es culpa del sistema de 'corporate governance', sino de los
encargados de vigilar su correcto funcionamiento. Los responsables son
quienes no ejercieron correctamente las competencias que en el sistema
de mercado les estaban encomendadas", explica en un artículo para la
publicación de la UNACC 'El sistema financiero y el gobierno
corporativo'.
En este sentido, culpa a los miembros de los órganos de vigilancia
y supervisión, los auditores encargados de verificar y censurar las
cuentas sociales, las agencias de rating a las que compete la
calificación de valores y emisores.
A renglón seguido advierte que las funciones de estos agentes
están regidas "por normas imperativas, existentes y en vigor" pero que
han sido ignoradas o "abiertamente" se han incumplido, infringido o
defraudado.
Por ello, concluye que "ni los códigos de buen gobierno son
culpables de la crisis, ni ésta determina una crisis de los códigos de
buen gobierno, a los que corresponde un importante papel en la salida de
la crisis: el de acentuar los valores éticos del gobierno societario
con mayor transparencia y más responsabilidad de sus administradores".
Olivencia recuerda que en España, los códigos de buen gobierno,
desde el de 1998 al actual código unificado (2006), "no han supuesto
'desregulación' alguna que afecte al sistema de normas imperativas". "Al
contrario, no pocas de sus recomendaciones han inspirado la
promulgación de nuevas normas que han convertido lo voluntario en
obligatorio", afirma.
Así, insiste en que no se puede establecer ninguna relación entre
los códigos de buen gobierno y las causas de la crisis económica en
España y pone de ejemplo EE.UU., donde "las ilícitas conductas de los
responsables no solo no respetaron las normas de buen gobierno, sino que
infringieron abiertamente normas imperativas, como las penales, y las
que regían las compañías y su contabilidad".
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