TÚNEZ.- Miles de islamistas se manifestaron el sábado en Túnez, en una
demostración de fuerza al día siguiente del funeral de un político de
izquierdas asesinado que atrajo la mayor concentración de público vista
en el país desde el estallido de la Primavera Árabe hace dos años.
Unos 6.000 seguidores del movimiento en el poder, Ennahda, se
manifestaron en apoyo de su líder, Rachid al Ghanuchi, que fue el blanco
de los lemas más airados de los asistentes al funeral del viernes por
Chokri Belaid, un abogado defensor de los derechos humanos y líder de la
oposición laica.
"La gente quiere a Ennahda de nuevo", corearon los islamistas,
ondeando banderas del país y del partido en su recorrido hacia el
Ministerio del Interior en la avenida Habib Burguiba, en el centro de la
capital.
Sin embargo, la asistencia resultó considerablemente menor a la
del viernes, cuando decenas de miles de personas acudieron a la capital y
a otras ciudades para recordar a Belaid y protestar contra el Gobierno
dirigido por los islamistas, con lemas como "Queremos una nueva
revolución".
El asesinato de Belaid el miércoles por parte de un pistolero sin
identificar, el primer asesinato político en Túnez desde hace décadas,
ha conmovido a un país que aún busca la estabilidad después del
derrocamiento del presidente Zine al Abidine Ben Ali en enero de 2011.
Su familia ha acusado a Ennahda de ser responsable del asesinato, algo rechazado por el partido.
La transición tunecina ha sido mucho más pacífica que la de otros
vecinos árabes, como Libia, Egipto y Siria, pero la tensión es muy
elevada entre los islamistas que llegaron al poder tras las elecciones y
los liberales que temen perder libertades sociales conseguidas con
muchas dificultades.
Después de la muerte de Belaid, el primer ministro, Hamadi
Yebali, prometió formar un gobierno apartidista y tecnócrata que
dirigiera al país hasta unas nuevas elecciones, a pesar de que tanto su
propio partido, Ennahda, como los socios islamistas en la coalición, se
quejaron de no haber sido consultados.
Los grupos laicos acusan al Gobierno islamista de tener una
actitud laxa ante los ataques por parte de islamistas salafistas contra
cines, teatros, bares y personas que han tenido lugar en los últimos
meses.
La incertidumbre política prolongada y los disturbios en las
calles podrían perjudicar una economía que depende mucho del turismo. El
desempleo y otros problemas económicos alimentaron la revuelta contra
Ben Ali en 2011.
Francia, la antigua potencia colonial, ha ordenado el cierre de
sus colegios en Túnez el viernes y el sábado, y ha advertido a sus
ciudadanos de que se alejen de los posibles puntos conflictivos.
Su ministro del Interior, Manuel Valls, hizo unas declaraciones que fueron muy mal recibidas por algunos en Túnez.
"Hay un fascismo islámico que está creciendo en muchos lugares", declaró el jueves en la emisora Europe 1.
El ministro tunecino de Asuntos Exteriores, Rafik Abdesalem, las calificó de "preocupantes y poco amistosas".
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