EL CAIRO.- Miles de seguidores de los Hermanos Musulmanes
del presidente Mohamed Mursi, derrocado en el golpe de Estado del
pasado 3 de julio, han vuelto a salir este domingo a las calles de El
Cairo pese a la muerte el sábado de al menos 72 personas, la gran
mayoría manifestantes afines al grupo islamistas, supuestamente a manos
de las fuerzas de seguridad.
Vehículos militares continúan custodiando los accesos a la plaza
situada junto a la mezquita de Rabaa al Adawiya, en el norte de El
Cairo, donde los simpatizantes de Mursi permanecen acampados desde hace
casi tres semanas para exigir su restitución.
"No estarán satisfechos hasta que volvamos a la época del corrupto
y asesino Estado securitario y de espionaje", ha denunciado un alto
cargo de Hermanos Musulmanes, Essam el Erian, a través de su cuenta en
Facebook. "Lo intentan cometiendo estas masacres hasta ahora nunca
vistas en la historia de Egipto", ha añadido.
"Tenemos razón. La legitimidad está de nuestra parte y esperamos
que al final Dios nos lleve al triunfo. No nos vamos a rendir", ha
declarado Mustafá Alí, de 29 años, acampado junto a la mezquita de Rabaa
al Adawiya y procedente de la ciudad de Mansura, en el delta del Nilo.
Los islamistas de Rabaa al Adawiya han anunciado su intención de
permanecer allí hasta que Mursi, detenido por cargos de homicidio y
colaboración con Hamás, sea puesto en libertad y reinstaurado como
presidente.
Sin embargo, las nuevas autoridades instauradas tras el golpe de
Estado insisten en que pronto van a desalojar a los simpatizantes de
Mursi. "Es una fuente de terrorismo que amenaza a toda la sociedad. Se
confirma día a día", ha afirmado Mustafá Hegazi, asesor del presidente
interino, Adli Mansur. "Pedimos que las concentraciones se dispersen
pacíficamente", ha añadido.
En cuanto a las muertes del sábado, el Ministerio del Interior
insiste en negar los testimonios de los testigos presenciales que
aseguraron que había francotiradores que emplearon munición real para
disparar a los manifestantes islamistas.
Este mismo domingo ha aparecido en público por primera vez desde
la matanza del sábado el jefe del Ejército y ministro de Defensa,
Abdelfatá al Sisi, quien se ha mostrado sonriente ante las cámaras de
televisión durante una ceremonia de graduación policial.
Al Sisi, quien convocó para el pasado viernes una manifestación
para autorizar al Ejército a "afrontar la posible violencia y el
terrorismo", fue recibido con una cerrada ovación y fue elogiado por el
ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, quien le calificó de "devoto
hijo de Egipto".
Mientras, la Fiscalía ha anunciado la apertura de una
investigación sobre estas muertes y ha informado de que tiene ya a 72
sospechosos supuestamente responsables de delitos tales como homicidio o
desórdenes públicos.
También el viceprimer ministro para Asuntos Económicos, Ziad Bahaa
el Din, ha expresado sus dudas sobre la represión y ha señalado que el
nuevo Gobierno no debe copiar la política "opresora" de sus enemigos.
"Nuestra posición debe estar anclada en la necesidad de dar garantías
legales no sólo a los miembros de los Hermanos Musulmanes, sino a todos y
cada uno de los ciudadanos egipcios. No está permitido el uso excesivo
de la fuerza", ha señalado a través de Facebook.
Y desde el grupo revolucionario Tamarod (Rebelión), clave en las
movilizaciones que culminaron con el derrocamiento de Mursi, ha
expresado su alarma por el anuncio del ministro del Interior, Mohamed
Ibrahim, de la reinstauración de la policía política secreta del régimen
del también derrocado expresidente Hosni Mubarak.
Hoy El Cairo estaba tranquilo, pero se han registrado disturbios
entre partidarios y detractores de Mursi en la ciudad de Port Said, en
el canal de Suez. Allí ha muerto un joven de 17 años y otros 29 han
resultado heridos. Casi 300 personas han muerto por la violencia
política desde el golpe de Estado contra Mursi.
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