MADRID.- El Príncipe de Asturias, de 46 años, será
proclamado próximamente Rey de España bajo el nombre de Felipe VI y
tendrá como principal reto consolidar la monarquía cuando más está
siendo cuestionada.
Cumplida la mayoría de edad y en cumplimiento del artículo 61 de
la Constitución española, juró acatar la Constitución en una sesión
solemne en las Cortes. Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma
de Madrid, completó su formación con un Master en Relaciones
Internacionales en la Edmund Walsh School of Foreign Service de la
Universidad de Georgetown (Washington D.C.) y estancias en Bruselas.
Terminada su formación, el Príncipe comenzó a partir de 1996 a
incorporarse poco a poco a sus funciones institucionales como Heredero
de la Corona, que no están escritas en la Constitución.
Desde ese año, viene realizando una media anual de 320 actos
oficiales, 14 viajes al extranjero, 62 discursos y recibe a unas 1.300
personas al año, que suelen ser próximas a su generación, con el
objetivo de mantenerse informado de la realidad nacional e
internacional.
También desde 1996, asume la máxima representación de España en las
tomas de posesión de los presidentes iberoamericanos, desplazamientos
que aprovecha para estar en contacto con la colonia española pero
también con las figuras más relevantes de la política, la economía y la
sociedad de las naciones iberoamericanas.
Para el Palacio de la Zarzuela, la actividad del Príncipe adquirió
su "velocidad de crucero" desde su matrimonio en 2004 con la periodista
Letizia Ortiz, noviazgo que consiguió mantener en secreto hasta la
pedida de mano, a diferencia de lo que ocurrió con sus romances con
Isabel Sartorius o la modelo Eva Sannum.
El nacimiento posterior de sus hijas Leonor y Sofía --además de
suponer una garantía institucional-- permitió al Príncipe mostrar a la
sociedad una faceta hasta entonces desconocida, la del amor por su
familia y de profunda preocupación por la educación de las Infantas, que
ambos quieren que tengan una infancia lo más parecida a la de otros
niños de su edad.
El Príncipe visita periódicamente las Comunidades Autónomas y
mantiene encuentros y reuniones con los órganos constitucionales y con
las principales instituciones del Estado con el objeto de estar al
corriente de sus actividades.
Además de desarrollar un papel muy activo en la promoción de los
intereses económicos y comerciales de España y en el fomento del
conocimiento de la lengua y cultura españolas en el exterior, es
presidente de honor de varias asociaciones y fundaciones, como la
Fundación Príncipe de Asturias, Príncipe de Girona, Codespa, la
Asociación de Periodistas Europeos o el Real Instituto Elcano.
Precisamente sus discursos en los premios Príncipes de Asturias o
en actos relacionados con la nueva fundación Príncipe de Girona
--dedicada a promover el talento en los jóvenes-- suponen la expresión
más elaborada del Heredero hacia la sociedad española.
A finales de 2010, en la presentación de la Fundación Príncipe de
Gerona, animó a su generación a "recoger" el "testigo de valentía y
responsabilidad" de la Transición para situar a España en el lugar que
le corresponde ante la crisis económica que atraviesa Europa y la
constitución de un nuevo orden internacional cuyo centro de gravedad "se
está desplazando del Atlántico al Pacífico". Un mensaje que ha ido
repitiendo en los últimos años.
El Rey precisamente ha justificado hoy su abdicación en su hijo en
la necesidad de pasar el testigo a una nueva generación que pueda
emprender reformas tras las "serias cicatrices" que ha causado la "larga
y profunda crisis".
Las sucesivas operaciones de Don Juan Carlos en los tres últimos
años brindaron la oportunidad al Príncipe de situarse en primer plano y
de asumir, en algunas ocasiones, el papel que le correspondería al Rey.
Ocurrió en 2010, cuando la convalecencia de su padre tras su
operación de pulmón le obligó a ofrecer en el Palacio Real una recepción
a los presidentes europeos y latinoamericanos que asistían a la cumbre
UE-CELAC en Madrid.
Y más recientemente en la última celebración de la Fiesta
Nacional, el 12 de octubre pasado, cuando leyó un discurso en nombre de
su padre donde ya se apreciaba un lenguaje distinto cuando evitó hacer
un llamamiento a la unidad de España y optó en cambio por animar a los
españoles a celebrar "lo que nos une".
Se deba o no a este protagonismo, en la actualidad el Príncipe
goza de más simpatía que su padre entre los españoles, aunque suele ser
la Reina la que mejores valoraciones obtiene.
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