MADRID.- Aproximadamente un diez por ciento de los españoles que han emigrado a Alemania tienen un perfil de alta cualificación
y un contrato acorde al mismo, mientras que el grueso son o jóvenes con
aspiraciones de movilidad o personas de distintas edades que están
reproduciendo un patrón similar al de los años 60. Tienen la motivación común de huir de la precariedad, más que del desempleo.
Así se desprende de 'La Tercera Fase del Sistema
Migratorio Europeo, jóvenes españoles en Alemania: dinámicas de acceso
al mercado laboral y construcción de redes migratorias', una investigación cuantitativa y cualitativa que desmonta la idea de que la emigración nacional es principalmente una fuga de cerebros y dibuja un mapa heterogéneo y de personas de cada vez mayor edad.
El trabajo ha sido elaborado por las investigadoras del Grupo de Diversidad e innovación social de la Universidad Europea Fátima Gómez, María José Santacruz, Letizia Flórez-Estrada y Rocío Moldes; ha contado con fondos de la Dirección General de Migraciones y será presentado el próximo mes de septiembre.
Moldes, investigadora principal del proyecto,
destaca que "la gran aportación" de
la investigación es la conclusión de que "ni hay una fuga de cerebros ni son todos jovencísimos ni están todos súper cualificados",
hecho que han contrastado a partir de los datos de migraciones del
Gobierno de Alemania, del Instituto Nacional de Estadística (INE) y
entrevistas con 42 de estos emigrantes.
Con esta premisa, el estudio establece tres modelos de proyecto migratorio
tras combinar el perfil laboral del emigrante, sus relaciones sociales
en el país y su conocimiento del idioma, con su grado de ajuste con la
oferta del mercado alemán. Como resultado, se proponen tres grupos
distintos, la "emigración móvil", la de "perfil incierto" y la "controlada".
La primera es la mayoritaria, según explica Moldes, y abarca a
jóvenes, en su mayoría con experiencia internacional previa, que
consideran la movilidad laboral como requisito para reforzar su currículum.
"Quieren una migración de ida y vuelta, porque Alemania no es un
destino, sino un eslabón en la cadena, piensan que el siguiente paso es
otro país y huyen de la precariedad, más que del desempleo", explica.
Dentro de este grupo "hay de todo", pero abundan los perfiles de personas que tienen más cualificación de la que requiere el empleo
que han encontrado en Alemania. Moldes pone como ejemplo el caso de
chicos que eliminan las titulaciones del currículum para poder optar a
puestos en sectores como la hostelería.
El perfil incierto, por su parte, abarcaría al 15
por ciento de los jóvenes españoles en el país y corresponde al de "el
migrante económico de toda la vida". Se refiere personas que con
independencia de su nivel de formación, toman la decisión de marcharse huyendo de "una precariedad crónica y sin perspectivas" en España.
"Llegan un poco a la aventura, no porque estén
respondiendo a una oferta laboral, y buscan apoyo en la red informal
para encontrar trabajo porque generalmente tienen una cualificación no
muy demandada en el país y cuentan con un bajo nivel de alemán",
señala la investigadora, quien incide en que si bien el estudio se ha
centrado en la población joven, hay cada vez más mayores de 30 años en
esta situación.
En este sentido, recuerda que según el Instituto Nacional de
Estadística, los emigrantes de entre 20 y 35 años de edad han pasado de
ser el 64,67% del total en 2010 al 57% en 2013, mientras los de 35 a 55 años suponían al cierre del año pasado un 24,7% del total, frente al 19,8% que representaban un trienio antes.
Con datos del centro estadístico del Gobierno de Alemania, que
difieren muchísimo de los que recoge el INE y que dependen de la
voluntad del emigrante de inscribirse en el consulado, en 2012 entraron en el país 16.564 españoles y al cierre de 2013 ya vivían allí 168.000.
El último de los perfiles que describe es el controlado, la estricta fuga de cerebros.
Se trata de personas con altísima cualificación para puestos de trabajo
ofertados y poco demandados. Acuden a Alemania llamados por ofertas que
se ajustan a sus capacidades y a menudo ya han establecido una relación
con la empresa desde España. Son una minoría, en torno al diez por ciento.
"En este cuadro encajan todos los perfiles y servirá para estudios posteriores, constatando que no sólo hablamos de jóvenes cualificados y fuga de cerebros. La nueva emigración está más allá de la noción de la movilidad laboral en Europa
porque no puede significar lo mismo moverse para un danés que para un
español, con la tasa de paro que tiene en su país", destaca Moldes.
Todos, además, coinciden en señalar la precariedad como gran motor de su decisión de emigrar, por encima del desempleo
ya que, de hecho, muchos estaban trabajando en España. La describen
como sobrecualificación, temporalidad e imposibilidad de emanciparse y
es, según la investigadora, algo "inherente a todos los que hablan de su
emigración".
"Les molesta la imposibilidad de promocionar,
están dispuestos a pasar por una situación precaria a corto o medio
plazo por un futuro mejor, pero se frustran sus expectativas", explica.
El otro gran eje del estudio analiza cuál es la situación de estos
tres grupos de migrantes en Alemania y aunque varía radicalmente en
función del éxito laboral alcanzado, todos coinciden en determinados
asuntos: "son escépticos ante la información que ofrecen las administraciones
así que acaban desconociendo su labor o las posibilidades que se les
ofrecen y buscan la compensación del desarraigo por afinidad cultural".
La investigación revela además que los emigrantes en Alemania destacan sus condiciones laborales en contraposición a las españolas,
como la flexibilidad horaria, la adecuación entre el puesto y el
trabajo, la autonomía a la hora de desarrollarlo y el reconocimiento de
sus superiores.
"Les va irrazonablemente bien. Alemania
no es ningún paraíso pero les dan más responsabilidades, ven necesario
cambiar la cultura empresarial española", explica Moldes.
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