A fines de febrero, publicaba un post titulado El odio al PSOE,
sosteniendo que la animadversión de cierta izquierda a los socialistas
no solo es un error sino una desgracia, algo que el conjunto de la
izquierda paga en parte con el triunfo de la derecha. Y algo que no es
enteramente explicable en términos racionales.
Ahora viene el señor Anguita y avisa a los suyos de que no se les ocurra pactar nada con el PSOE para después de las elecciones en Andalucía,
pues "los nuestros", son otros.
Parece una obsesión personal al estilo
de después de mí, el diluvio. Vamos a hacerle el favor de entender que,
si no excluye también todo contacto con el PP, es porque tal exclusión
va de suyo.
Aun así, ¿cabe explicar racionalmente por qué es hoy
rotundamente inadmisible relacionarse con quienes se gobernaba en
coalición hace dos meses?
Si
se puede, hágase. Si no se puede, explíquese el sentido de esta
prohibición con forma y fondo de anatema, fulminado por quien tiene una
intención de voto de un ocho por ciento pero dice ser mayoría.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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