MADRID.- Dicen que una madre mataría por su hijo. Que no hay nada como el amor
materno. Estas sentencias explican mejor que ningún argumento financiero
el origen de la guerra por el control de El Corte Inglés,
la emblemática empresa española de la que dependen más de 100.000
trabajadores directos y otros tantos indirectos. Una batalla que
enfrenta a Marta y Cristina Álvarez y Dimas Gimeno
por la presidencia de un 'holding' que factura más de 15.000 millones y
cuyo germen parte de la animadversión personal entre María José Guil,
la madre de las hijas que adoptó Isidoro Álvarez, y María Antonia
Álvarez, la del sobrino del que fuera alma máter del primer grupo de distribución de España. La entrevista El Confidencial.
Hija de agricultores y huérfana a los seis años, María Antonia
Álvarez, (Borondes, Asturias, 1946), ha presentado tres demandas contra Marta y Cristina Álvarez Guil para reclamar la parte de la herencia
que considera le dejó su hermano Isidoro y de la que se han apropiado,
según su criterio, unas sobrinas a las que nunca reconoció.
Ni ella ni doña Eustaquia,
la madre del octogenario presidente de El Corte Inglés fallecido en
septiembre de 2014 por una leucemia. Una pelea judicial en la que exige,
sobre todo, el reconocimiento de los derechos de su hijo, al que "están
machacando desde el primer día".
- PREGUNTA: ¿Por qué ha llevado a los tribunales a las hijas de Isidoro?
- RESPUESTA: Durante tres años me he reunido con Carlos Martínez Echevarría
(albacea del testamento y alto directivo de El Corte Inglés) para
reclamar una solución que nos permitiese poder pagar los impuestos
derivados de la herencia que me dejó mi hermano. Les dije que necesitaba
los dividendos y me indicaron que no me preocupara, que iba a ser
incluso millonaria. Pero yo no tengo dinero y ellas lo saben. En la
última reunión que tuve con ellos me dijeron que yo no les podía poner una demanda porque Isidoro les había encomendado cuidar de mí. Pero me estaban ahogando.
P: ¿Considera que Marta y Cristina la han engañado en el testamento con Cartera de Valores IASA, la tenedora del 14% de El Corte Inglés?
-
R: Cuando fuimos al notario, un señor de apellido Aznar, a abrir el
testamento, en un despacho contiguo, habían hecho una junta de
accionistas de IASA para sacar 140 millones de euros de patrimonio y
dejarlo en 50.000 euros. Inocentemente firmamos el testamento porque
desconocíamos que apenas unos minutos antes, usando su mayoría en la
sociedad de cartera, iban a quedarse con parte del dinero. Fuimos sin
abogados porque jamás pensamos que Martínez Echevarría, presidente de
IASA y albacea, nos haría algo así. Tardaron tres años en darnos el
primer dividendo, a finales de 2017. Queremos que reintegren el dinero.
- P: ¿Cree que ha sido una venganza porque su madre, doña
Eustaquia, nunca consintió el matrimonio de su hermano con María José
Guil ni las aceptó a ellas?
- R: No sé si es una venganza personal. Es cierto que mi madre no
autorizó el matrimonio por la historia de María José, que ya había
estada casada con un señor llamado Camorra, que tenía dos hijas. Mi hermano se casó cuando tenía 60 años,
en secreto, en una capilla de un convento, con solo cinco personas. No
nos enteramos ni que se habían casado porque él no se atrevió a
decírselo y siguió viviendo en nuestra casa hasta varios meses después.
Nunca vinieron a ningún acto de nuestra familia porque mi madre no lo
permitió.
- P: ¿Y usted?
- R: Yo no actúo por venganza.
Lo hago por defender lo que es mío, la sangre. A mí me gusta el dinero,
como a todos, pero hay cosas que no se pueden comprar. Dimas
nunca ha querido poner ninguna demanda porque no ha querido airear
estas cosas. Y no demandamos a El Corte Inglés, demandamos a IASA,
porque para nosotros El Corte Inglés es sagrado.
- P: ¿Es un tema de piel, de sangre?
- R: Ellas se creen las dueñas de El Corte Inglés,
pero solo tienen el 15%. Es un expolio. Así está El Corte Inglés. Su
sangre es Camorra, no Álvarez. Ellas no entraron en la empresa hasta que
tuvieron cuarenta y tantos años e Isidoro nunca las quiso dentro para
nada.
- P: Pero ellas mandan con ese 15% porque tienen el control de la Fundación Ramón Areces, dueña del 37% del capital. ¿Por qué piensa que quieren la salida de Dimas Gimeno de la presidencia y del consejo?
- R: Porque Dimas ha denunciado la corrupción interna, como la del departamento de seguridad que dirige Juan Carlos Cernuda,
tras recibir unos anónimos con muchos detalles. Carlos Martínez
Echevarría y Leopoldo Lasaga (el otro directivo coetáneo de Isidoro) nos
han traicionado porque ellos quieren salir inmaculados de todo esto.
Pero si mi hijo sale de El Corte Inglés saldrán cosas muy feas. Eso no puede quedar así.
- P: ¿Hay posibilidad de algún tipo de acuerdo para solucionar esta crisis familiar?
- R: Dimas sigue y sigue empeñado en llegar a un acuerdo. Quieren hacer lo mismo que con Leopoldo del Nogal,
al que le pagaron una gran cantidad para que se fuera. Pero, aunque mi
hijo quisiera llegar a un acuerdo, yo no lo firmaré porque tengo que
defender los derechos de César Rodríguez (su abuelo),
Ramón Areces, Isidoro y los 100.000 empleados. ¿Sabes los empleados que
se han dejado la vida ahí? Víctor del Pozo, el consejero delegado, le ha
dicho a mi hijo Miguel Ángel que yo acepte el dinero y me vaya a
comprar bolsos. Ya hemos rechazado mucho dinero.
- P: ¿Considera que Marta está preparada para ser presidenta de El Corte Inglés, como se ha postulado para sustituir a tu hijo?
- R: Si Isidoro hubiera querido que sus hijas
estuvieran en el consejo de administración, las hubiera nombrado justo
antes de la junta general de accionistas
del 31 de agosto de 2014, quince días antes de su muerte. Estas señoras
echaron a todos los directivos que eran afines al presidente para tener
todo el control. Víctor del Pozo los ha echado porque no les gusta a
ellas. Hace un año estaba comprando yogures y Jesús Nuño de la Rosa (el
otro consejero delegado) está ahí por lo que está.
- P: ¿Y su hijo?
- R: Ellas no quieren que se
vaya Dimas, sino todos. Mi otro hijo, Miguel Ángel, que dirige el centro
de San José de Valderas (Madrid) y mi yerno. Tenemos que desaparecer. Nos tenemos que ir todos. No solo del consejo de El Corte Inglés, también de la Fundación Ramón Areces, de la que Dimas y mi hermano César son patronos. ¿Pero qué hemos hecho?
- P: Supongo que ellas se sienten ofendidas por el trato que le dieron ustedes.
-
R: Supongo, pero no lo sé. Yo no he vuelto a hablar con ellas. Yo he
aguantado mucho, han dicho muchas cosas feas de mis hijos. A Dimas lo
han machacado y hasta se han ensañado con él. Pero he querido aguantar para ver si llegábamos a un acuerdo. Dimas no va a estar en el consejo. O sigue de presidente, o lo echan. El no va a renunciar.
- P: ¿Se han sentado con otros socios para buscar una solución?
-
R: Sí, pero cada uno tiene sus intereses. Los García Miranda —9%— son
varios hermanos y alguno quiere vender. Los Areces, con otro casi 10%,
están esperando. Y Qatar, si yo fuera Qatar, esperaría. Hará lo que le convenga, aguardando a quedarse con el chollo. Se quedará finalmente con El Corte Inglés, igual que hicieron con Harrods. Primero compraron el 10% y después se quedaron con todo.
- P: ¿Y con ellas?
-
R: Sí. Ha vuelto a haber reuniones con Lasaga y Martínez Echevarría
para buscar una solución. Pero Dimas no se va a ir. Lo tienen que echar.
Que se mojen, que lo cesen. Y entonces va a haber cosas muy gordas.
- P: ¿Qué salida tiene El Corte Inglés?
- R:
La única salida de El Corte Inglés es el lujo porque por abajo no puede
competir con las otras empresas (en referencia a las marcas del Grupo
Inditex). Tiene que ir al modelo de Lafayette, a Harrods. Dimas quería hacer del centro de Castellana el mayor centro de lujo de Madrid.
- P: ¿Qué diría su hermano de todo esto?
- R. Que luchara. Mi hermano nunca lo hubiera permitido. El pensaba que nosotros no teníamos que pagar los impuestos de la herencia.
Carlos Martínez Echevarría no se lo dijo. Nosotros estuvimos presentes
en todos los testamentos, en los trece, y ellas solo en el último. Les
deja estrictamente la herencia legítima porque las adoptó en 2004,
cuando ya estaban casadas y con hijos. Si ellas no hubieran hecho nada
de esto, nunca hubiéramos demandado.
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