BARCELONA.- ¿Y los indignados? Después de seis meses de movilizaciones y perder protagonismo en la campaña de las generales en comparación con la de las municipales, la influencia del movimiento 15-M en la intención de voto sigue siendo mínima, según la mayoría de expertos consultados por 'La Vanguardia'.
Sin embargo, sí puede existir una relación entre las consignas lanzadas por los indignados a través de redes sociales y la forma en que se ha expresado el llamado voto de protesta, termino que incluye voto nulo, en blanco o el voto a formaciones extraparlamentarias o declaradamente antisistema.
La mayoría de los expertos consultados por LaVanguardia.com coinciden en que la abstención puede haber sido otra de las opciones escogidas por aquellos electores influidos por el 15-M, especialmente entre votantes del PSOE. Sin embargo, no es un dato significativo ya que el aumento de la asbtención no fue especialmente alto. También hay consenso a la hora de afirmar que el número real de indignados y sus acciones no tiene todavía capacidad para producir un vuelco electoral o un cambio considerable en los comicios.
Crece más el nulo que el blanco
Dos datos podrían tener relación directa con las campañas de los indignados. Por un lado, el voto nulo ha crecido mucho más que el voto en blanco cuando tradicionalmente era al revés, al percibirse el blanco como más útil para expresar una queja al sistema político. En 2008, los votos anulados supusieron el 0,64% del total, mientras que el pasado 20 de noviembre, el porcentaje aumento al 1,29% (más de 317.000). Aunque el voto en blanco sigue siendo superior (unos 333.000 votos; 1,37%), su aumento (0,36%) es mínimo.
Por otro lado, los terceros partidos de cada provincia han aumentado notablemente. Aunque ambos comportamientos podrían vincularse con las consignas de los indignados, es difícil establecer una relación de causa-efecto.
Según explica el politólogo y profesor de la UPF, Raimundo Viejo; los indignados trataron de evitar la dispersión de consignas y enviar un mensaje unitario o "consenso de mínimos". Éste consistía en pedir el voto para todas aquellas opciones contrarias el "bipartidismo" de PP, PSOE (añadiendo en esta categoría a CiU). De esta forma, se pidió el voto nulo y no el blanco para favorecer la entrada de más formaciones y también tuvo lugar una campaña en la que se pedía el voto para el tercer partido de cada circunscripción.
El analista electoral de La Vanguardia, Carles Castro, admite que puede haber alguna vínculo en ambos casos. "El que quería hacer un voto de protesta y dudaba entre el nulo y el blanco, quizá ha tomado el razonamiento que se ha hecho a través de estas campañas", asegura.
Sin embargo, no se puede llegar a estas conclusiones en el caso de la fragmentación de voto. "El 15-M ha conectado con una corriente que ya existía previamente debido a la situación económica", explica, por lo que "cuando se deshace el bloque electoral del PSOE, su votante se dispersa entre muchas opciones". En este sentido, se pregunta: "¿Son causa o efecto o forman parte de un sentir?". En todo caso, a su juicio, la incidencia es modesta: "Son minorías normalizadas, pero al fin y al cabo minorías".
Por su parte, el profesor Viejo admite que un comportamiento habitual del electorado es fragmentar el voto en más fuerzas políticas cuando el partido de Gobierno está en cuestión. No obstante, entiende que el crecimiento del voto nulo no debe minusvalorarse. "Se ha multiplicado por tres; estamos hablando de 1 votante de cada 100, lo que es síntoma de desafección", asegura.
Movimiento más mediático que numérico
"Los indignados tienen vocación abstencionista y antisistema". Más contundente se muestra Ricardo Montoro, catedrático de sociología de la UAM y ex presidente del CIS, que sintetiza así hacia dónde cree que han podido ir a parar las papeletas del 15-M a pesar de que puntualiza que ante la ausencia de datos únicamente se pueden hacer "hipótesis". Montoro cree que la mayoría de indignados se han quedado en casa aunque reconoce que una parte "puede haber votado a algún partido minoritario" y resta importancia al aumento del voto blanco y nulo porque "ha crecido poco".
Montoro puntualiza además que "se trata de un movimiento más mediático que numérico" y que, por tanto, los indignados "representan pocos votos". Hacia esta misma idea apunta Fermín Bouza, catedrático en sociología y experto en tendencia de voto, asegurando que el de los indignados es un voto "irrelevante" desde el punto de vista numérico porque ha movilizado a unas pocas miles de personas y eso "no va a modificar nada". Sin embargo, para Bouza el movimiento 15-M sí ha contagiado a los ciudadanos la desafección política repitiendo el mensaje de "la política como algo negativo" y dando una consigna clara: vota a los partidos pequeños, vota nulo o no los votes.
Finalmente, para el prestigioso catedrático de sociología, Javier Elzo, el voto indignado se ha dividido entre los que se han quedado en casa (los votantes afines al PSOE), los que han votado nulo o en blanco y los que han entregado su papeleta a partidos como IU.
Elzo advierte además que si el movimiento de los indignados continua se puede ver "rebosado" por los violentos o "en su forma más fuerte" por los antisistema alternativo que proponer.
"Vota con estrategia y no con cariño"
Los implicados, por su parte, niegan que hayan promovido la abstención o que una de sus consignas fuera hacer aumentar el voto en blanco. La Plataforma #aritmEtica20N, una iniciativa espontánea involucrada con el movimiento 15-M, asegura que desde sus filas el sentido del voto de las pasadas elecciones generales tenía dos objetivos claros: impedir la mayoría absoluta del PP y romper el bipartidismo.
Algo que, reconocen, no han podido cumplir en el primer caso y sólo a medias en el segundo. Aseguran que la premisa dada desde el colectivo era "vota con estrategia y no con cariño". Por eso pedían el voto para partidos "medianos" tipo IU o UPyD porque votar a partidos pequeños es "desperdiciar" la oportunidad y no ayuda a romper el bipartidismo.
Y aunque afirman que parte del objetivo se ha conseguido, reconocen que el voto se ha dividido en cuatro opciones: los que votando a partidos como IU o Amaiur para fortalecer "el tercero en discordia", los que se han abstenido fruto del desencanto con la política, los que le han dado su apoyo a partidos pequeños del tipo Anticapitalistas o Equo y los que han escogido la opción del voto nulo.
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