DAMASCO.- En Damasco, para ayudar a los heridos, a los que el propio gobierno había dado o pretendía dar por muertos, estaba siempre el doctor Ibrahim Othman, de 26 años. Él ha atendido y curado desinteresadamente a cientos de manifestantes; se ha ganado una reputación por ser el médico más solidario no sólo con la revolución en ciernes de su país, sino con sus propios compatriotas. La semana pasada fue asesinado en Turquía, según la CNN.
A sus 26 años, el doctor Othman tenía muchos logros en su haber. Por ejemplo, la fundación de Médicos de Damasco, una red que atendía en secreto las heridas de los manifestantes que tenían demasiado miedo como para ir a hospitales públicos (evidentemente, dirigidos por el gobierno). En julio, un equipo de la CNN fue a una de sus clínicas secretas; un habitáculo diminuto con equipamiento básico. "Es ilegal, pero es la única forma de tratar a los manifestantes", explicaba a la cámara.
Al salvar a sus compatriotas, él estaba poniendo en peligro su propia vida ("como los manifestantes", solía aclarar él. "Ellos también se están jugando la vida, así que hay que ayudarles"). El peligro que corría su vida le había generado una costumbre tan saludable como mórbida: "Cada vez que salgo por la puerta, me despido de mi madre como si no la fuera a ver", confesó en su día. "A veces me parece que eso es lo que va a pasar".
Y la recompensa no siempre estaba ahí para darle sentido a todo ese esfuerzo. Al no tener medicinas y utensilios suficientes, muchas veces tenía que dejar morir a los rebeldes. Eso no le impedía aceptar todo tipo de pacientes. Por ejemplo, un adolescente con una considerable herida en la espalda, provocada cuando las fuerzas de seguridad libias le arrastraron sobre cristales rotos. "Si fuera al hospital, me detendrían", explica el chico.
El único arma con la que cuentan los rebeldes sirios es la información. Ya que el gobierno no les permite luchar y prohíbe el acceso de periodistas que cuentan la verdad de lo que está sucediendo. Los manifestantes entonces contraatacan lanzando información a veces exagerada o falsa, pero siempre favorable para ellos.
Nadie puede verificar los relatos de ninguna de las partes. Por eso, mientras muchos comunicados apuntan a que fue el airado gobierno el que ha encontrado al doctor Othman en Turquía y quien lo ha asesinado, la prudencia exige mantener al menos un atisbo de duda. Lo que sí hay es un vídeo de YouTube en el que se afirma que ha muerto, y en el que se muestra, como escalofriante prueba, un pasaporte.
Mientras, su página de Facebook se ha convertido en un monumento a las buenas acciones del doctor Othman. Sus allegados lo tildan de "fuerte y valiente".
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