TÚNEZ.- Hoy se cumple un año desde que el joven vendedor ambulante tunecino Mohamed Bouazizi decidiera prenderse fuego en una plaza pública para denunciar las numerosas injusticias de las que había sido objeto en los días anteriores por las autoridades y las fuerzas de seguridad, un acto que sirvió de detonante para la ola de revoluciones democráticas que comenzó en su país y se extendió inmediatamente después al resto del mundo árabe.
Su acto de desesperación desencadenó en Túnez una protesta masiva amparada en las profundas desigualdades económicas y sociales entre las provincias del litoral y el empobrecido interior del país, reflejadas principalmente en la diferencia en la tasa de desempleo: un 11 por ciento en el norte frente al casi 30 por ciento que se padece en el sur, según indicadores nacionales recogidos por la agencia estatal de noticias TAP.
Bouazizi agonizó durante dos semanas en el Centro de Quemados y Trauma de Ben Arous, mientras crecía el descontento popular, alimentado a través las redes sociales, contra el Gobierno del presidente Zine Abidine ben Alí. De hecho, el propio presidente visitó al joven en la unidad de cuidados intensivos, donde pasó sus últimos días. Bouazizi falleció el 4 de enero de 2011 y detonó con su muerte una revuelta popular que acabó con el régimen tunecino en solo en diez días.
Bouazizi colmó su paciencia a lo largo de la mañana del 17 de diciembre de 2010. El joven trasladaba su carro con vegetales por la localidad de Sidi Bouzid cuando la inspectora municipal Faima Hamdi le ordenó detenerse, presuntamente por realizar un recorrido ilegal de venta ambulante.
En un primer momento se creyó falsamente que Hamdi, una veterana oficial de 45 años con una inmaculada hoja de servicios, había escupido al joven y le dio una bofetada delante de la multitud. El supervisor de la agente consideró que la noción era absurda. "¿De verdad alguien se cree que una mujer es capaz de abofetear a un hombre ante 40 personas sin que nadie haga nada?", declaró el oficial al diario 'The New York Times'.
Cuatro testigos declararon posteriormente que no existió violencia en la interacción entre Hamdi y Bouazizi, como aseguraba un testigo que, según se descubrió después, era un vendedor que se la tenía jurada a la agente. Hamdi, no obstante, pasó cuatro meses en la cárcel por orden de Ben Alí y puesta en libertad el pasado mes de abril, después de que la familia de Bouazizi decidiera finalmente no presentar cargos.
Bouazizi acudió inmediatamente a la sede provincial de Gobierno para exigir la devolución de sus pertenencias. No fue atendido por las autoridades. El joven compró una lata de gasolina en una gasolinera cercana, y a las 11.30 de la mañana, hora local, se prendió fuego delante del edificio. Falleció 18 días después y fue enterrado en el cementerio de Garaat Bennour, a 16 kilómetros del Sidi Bouzid, en un acto al que intentaron asistir más de 5.000 personas, cuyo acceso al lugar fue impedido por un cordón policial.
Un año después, el gesto de Bouazizi todavía no ha caído en el olvido. El Parlamento Europeo entregó este miércoles el Premio Sajarov 2011 a la Libertad de Conciencia a cinco activistas de la 'Primavera Árabe', entre ellos de manera póstuma al joven, en reconocimiento por su lucha pacífica a favor de más democracia en sus países en una emotiva ceremonia celebrada en el pleno de la Eurocámara en Estrasburgo.
El presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, recordó que el año 2011 pasará a la historia como el año de las revoluciones árabes y ha subrayado que con el premio "el Parlamento Europeo reconoce los esfuerzos de todos aquellos que luchan por la dignidad, las libertades básicas y el cambio político", subrayando el papel destacado que han desempeñado mujeres y jóvenes como Bouazizi en las distintas revoluciones y la necesidad de mejorar sus perspectivas, sobre todo de las mujeres en el futuro.
El destino políico de Túnez esta ahora en manos de su nuevo presidente, Moncef Marzouki, quien prestó este martes juramento de su cargo tras ser elegido ayer por los miembros de la Asamblea Constituyente, en virtud del acuerdo de gobierno alcanzado por los islamistas moderados de Ennahda, que se impusieron en las elecciones de octubre, y otras dos formaciones.
Marzouki tendrá que lidiar con un desarrollo regional injusto y desequilibrado, según los indicadores recogidos por la TAP. Las diferencias regionales en la tasa de desempleo entre los graduados de educación superior es especialmente palpable. La provincia de Gafsa (47,4 por ciento) duplica la media nacional (23,3 por ciento). En Sidi Bouzid, donde falleció Bouazizi, un 41 por ciento de los graduados superiores están desempleados.
El desequilibrio es aún más notable en el nivel de inversión privada, acumulada entre 1992 y 2010 (per cápita). En las provincias situadas en la costa, el volumen de la inversión privada supera los 9.500 dinares por habitante (unos 4.800 euros) frente a los entre 2.600 y 2.750 dinares (unos 800, 1000 euros) que se perciben en las zonas desfavorecidas.
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