MADRID.- El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio
María Rouco Varela, ha comentado que "las causas más profundas de las
carencias materiales y de la pobreza física tienen que ver con los
fallos morales y la indigencia espiritual", durante la celebración ayer de la
Eucaristía en la Plaza de la Almudena, en la Solemnidad del Corpus
Christi.
En su homilía, el Cardenal había comenzado señalando que "como en pocas veces en el pasado más reciente y en el más lejano,
se ha revelado cómo las causas más profundas de las carencias
materiales y de la pobreza física tienen profundamente que ver con los
fallos morales y la indigencia espiritual. Por tanto, portando por las
calles de nuestro entrañable y viejo Madrid el Santísimo Sacramento, se
proclama y muestra a todos los ciudadanos que hay verdad, que hay
esperanza y que hay auténtico amor.
"En este Corpus del 2012, en el que la palabra 'crisis' sigue
descubriendo tanto sufrimiento en la vida de las personas y de las
familias de Madrid, de toda España y de tantos otros países del mundo,
la vivencia interior del ser amado por el Señor Eucaristía que se
proclama como el Salvador y la voluntad renovada de amar a los otros
como Él amó, son condición indispensable para la autenticidad cristiana y
la fecundidad humana y espiritual de la celebración", ha subrayado
Monseñor Rouco Varela.
Para el Cardenal, "amar y ser amados por Cristo y en Cristo
eucarístico implica, sobre todo, en la actual coyuntura histórica" el
"respeto exquisito y el trato esmerado de la dignidad de toda persona
humana, desde que es concebida en el seno de su madre hasta su muerte
natural; especialmente aplicado a la que sufre pobreza, marginación,
enfermedad, exclusión social".
Además, "la búsqueda y el servicio al bien común es tarea
primordial y responsabilidad primera de la comunidad política y de los
que en ella ejercen la autoridad" y "exigencia básica para el
comportamiento justo y solidario de todos los que depende el futuro de
la sociedad". Y "una defensa incondicional de la dignidad de la persona
humana, y un impulso y fomento decidido del bien común, deben estar
apoyados en principios y estilos de conducta y convivencia marcados por
la 'gratuidad'".
"Tres actitudes ante la problemática individual, familiar y social
de el doloroso día a día que urge recuperar y actualizar en todos los
ámbitos de la vida privada y, muy principalmente, de la vida pública. A
la vista de la gravedad de la situación por la que atraviesan tantas
familias y tantos conciudadanos hermanos nuestros, hay que intentar con
todas las energías morales y espirituales de que disponemos, a partir de
la vivencia fiel de lo que exige en la práctica 'la coherencia
eucarística', instaurar una verdadera cultura del bien común, acompañada
e impregnada de una cultura de la gratuidad", ha declarado el Cardenal.
Por ello, ha exhortado a "una disposición interior para la
conversión" y a ser testigos del amor de Dios "para todos los que pasan
al lado, para los que viven en la proximidad de las casas y de los
lugares de trabajo, para los que lo han perdido y/o lo buscan
agobiadamente; en una palabra, para todos los que por necesidades del
cuerpo y/o del alma precisan de mucho amor".
En el Año de la Fe y en la Misión Madrid, ha dicho que "se quiere
responder con todas las consecuencias de vida cristiana y de acción
pastoral precisas" al "reto evangelizador que propone Benedicto XVI: la
fe sin la caridad no da fruto".
El Cardenal ha concluido encomendando a la Virgen "la eficacia
evangélica del testimonio eucarístico de fe, de esperanza y de caridad, a
fin de que todos los hermanos de Madrid crean, se sientan acogidos y
amados en el amor humano-divino de su Hijo Jesucristo, real y
substancialmente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía; y
así puedan y quieran amar".
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