Un dogma que se ha extendido en los establishments financieros,
económicos, mediáticos, académicos y políticos de España es que para
salir de la crisis hay que bajar los salarios. Tal creencia ha sido
reforzada por el último informe sobre España del Banco Central Europeo
dado a conocer el pasado jueves (09.08.12), el cual subraya la necesidad
de que se bajen los salarios y el salario mínimo (así como otras
medidas encaminadas a debilitar al mundo del trabajo, como la
descentralización y debilitamiento del proceso de negociación colectiva)
a fin de aumentar la competitividad de la economía española y con ello
facilitar la recuperación económica de España. El argumento que se
utiliza para justificar tales medidas es que, al no poder devaluar la
moneda (posibilidad denegada a los países de la Eurozona al tener todos
ellos la misma moneda) a fin de abaratar los productos y hacer al país
más competitivo, la única solución que les queda a tales países que
están en recesión es abaratar los productos a base de disminuir los
salarios. De esta manera serán más y más competitivos y venderán más
productos, exportando más y más, convirtiendo tales exportaciones en el
motor de la economía, permitiendo así que salgan de la recesión.
Este
argumento ha pasado a ser parte de la teología de tales establishments y
se reproduce no solo por los equipos económicos de los partidos
gobernantes, la mayoría conservadores y liberales (en realidad
neoliberales), sino también entre economistas que gozan de gran
visibilidad mediática y que han tenido responsabilidad gubernamental
tanto a nivel central como autonómico (gobierno Zapatero y tripartito),
ahora en la oposición. Podría citar muchas declaraciones recientes de
economistas próximos al PSOE y al PSC que, añadiendo un “tono de
realismo” (que siempre se utiliza para defender tesis neoliberales),
concluyen que sí, que hay que descender los salarios como parte de lo
que Paul Krugman y muchos otros han llamado la “devaluación doméstica”.
Por cierto, incluso la Monarquía está promoviendo esta creencia (que ha
alcanzado niveles dogmáticos) en sus proclamas. Así, el heredero del
trono de España, el Príncipe Felipe, en su inauguración de unos de los
campus del centro de reflexión y promoción neoliberal, el IESE, hizo
referencia a que “nuestros precios y salarios están marcando el ritmo
del retorno al sendero de la competitividad”, lo cual, decodificada la
narrativa diplomática, quiere decir que las bajadas de salarios están
preparando la salida de la crisis, mediante el supuesto aumento de la
competitividad (discurso probablemente preparado por Javier Ayuso,
periodista económico de persuasión neoliberal, exdirector de
comunicaciones del BBVA, que hoy trabaja en temas de comunicación en la
Casa Real).
Los supuestos de tal dogma
Tal dogma, como todos los dogmas, se basa en fe en lugar de evidencia
científica. En primer lugar, incluso si aceptáramos por un momento la
necesidad de devaluación doméstica, tal bajada de los costes de
producción puede hacerse a base de reducir los beneficios empresariales,
en lugar de los salarios, posibilidad que casi nunca se menciona. Y
cuando, raramente se hace, es para descartar tal posibilidad pues –según
ellos- ello desincentivaría la inversión. Mírese como se mire, se
propone cargar el peso de la recuperación económica en las espaldas de
los trabajadores y no sobre las de los empresarios, a los cuales hay que
darles todas las facilidades y estímulos para que exporten, pues ahí es
donde radica toda nuestra salvación. Pero los datos muestran el error
de los supuestos sobre los que se basa tal dogma. Veámoslos.
El error de los supuestos que sustentan el dogma
Uno de los centros de investigación económica próximo al mundo empresarial de las grandes corporaciones estadounidenses (The Conference Board)
acaba de publicar un detallado estudio de la evolución de los salarios
en la Eurozona que muestra que éstos han descendido de una manera muy
marcada en España, Irlanda, Grecia y Portugal (los famosos países PIGS
en la terminología anglosajona). Como promedio los costes laborales han
descendido un 15% desde 2009.
Pero como bien señala el economista belga
Ronald Janssen, este descenso de los salarios y aumento de los
beneficios no ha ido, por lo general, acompañado de un aumento ni de las
inversiones ni de las exportaciones (“Falling Wage Costs: Europe’s Light at the end of the tunnel”).
Janssen muestra gráfica y convincentemente en su artículo que en
Grecia, por ejemplo, el muy marcado descenso de los salarios, incluidos
en la manufactura, no ha ido acompañado de un aumento de las
exportaciones. Antes al contrario, éstas han descendido también muy
marcadamente. Grecia, por cierto, tenía un fuerte sector exportador
antes de que se iniciara la crisis en el 2008. Los salarios pues han
bajado (caído en picado) en Grecia pero ello no ha supuesto ni un
crecimiento de las exportaciones ni de las inversiones. Lo único que ha
subido han sido los beneficios empresariales que se han disparado
alcanzando una cifra equivalente a un 12% del PIB griego. Mientras, la
economía griega está yendo de mal a peor.
En España y en Portugal, sin embargo, las exportaciones sí que han crecido sobre todo a partir del 2009. Tal crecimiento sin embargo no ha sido suficiente para reavivar la economía de tales países.
En ambos países, la gran destrucción de empleo (en parte responsable
del aumento de la productividad), consecuencia de las políticas de
austeridad y de la gran bajada de salarios, ha creado una recesión tal
que el aumento de las exportaciones no ha sido suficiente para estimular
de nuevo la economía. La bajada de salarios que en teoría está
aumentando las exportaciones está a la vez deprimiendo la economía
doméstica, venciendo esta última a la primera. Ello confirma lo que
varios autores hemos estado señalando durante bastante tiempo: el gran
error, mostrado muchas veces en Latinoamérica, de querer estimular la
economía a base de colocar el sector exportador en el centro de la
economía. No fue hasta que gobiernos de izquierdas y centroizquierdas
potenciaron la demanda doméstica que aquellos países de América Latina
salieron de su recesión.
En este aspecto, es interesante ver la similitud de los argumentos
neoliberales (presentados como argumentos de sentido común en las
“ciencias económicas”) utilizados en América Latina y ahora aquí en
España. Tales argumentos están siendo utilizados hoy en España no solo
por las derechas sino también por economistas de partidos exgobernantes
de centroizquierda, como el PSOE y el PSC, hoy en la oposición
(resultado, por cierto, de la aplicación de tales políticas). Otro
argumento que utilizan tales economistas, que asumen que la recuperación
económica procederá del sector exportador (para lo cual exigen un
descenso salarial), es que este tipo de recuperación deberá ser, por
necesidad, muy lenta. En América Latina se insistió en ello, año tras
año, durante toda una década de dominio liberal en las esferas de poder.
La famosa luz al final del túnel, sin embargo, nunca se agrandó. En
realidad, la famosa luz aparecía cada vez más lejos y más pequeña. Y
está ocurriendo lo mismo ahora en España.
A donde está llevando este dogma
Todo este proceso era predecible. Es fácil de ver que tales políticas
son erróneas. Solo se necesita mirar los datos y olvidarse de la
teología neoliberal (presentada como conocimiento económico). Cuando
tantos trabajadores están sin trabajo y cuando la mayoría de jóvenes
están sin trabajo durante muchos años, significan una pérdida, muchas
veces irreversible, de recursos productivos. Y esto es lo que está
ocurriendo en España. Frente a un sector exportador vivo, existe una
economía doméstica paralizada por una enorme falta de demanda, creada
por la confluencia de bajada de salarios, destrucción de empleo, y
reducción de gasto público. Esta fue la situación en Latino América en
el periodo neoliberal y ésta es la situación en los países PIGS ahora
(convertido en GIPSI, con la inclusión de Italia).
En realidad, la bajada de salarios está creando una enorme recesión
no solo en los países periféricos de la Eurozona sino también en los
países del centro. El nivel de demanda de la manufactura (PMI, purchasing manager index)
está bajando también en Alemania y en Francia a niveles de Italia,
habiendo alcanzado cuotas por debajo de lo que se considera el nivel
aceptable y/o sostenible. Y ello era, de nuevo, predecible, pues gran
parte de las exportaciones alemanas y francesas son importaciones
italianas, españolas, portuguesas y griegas. Y la bajada de salarios y
recortes de gasto público están reduciendo dramáticamente el consumo
doméstico y exterior.
La respuesta del establishment alemán no es estimular la demanda en
Alemania y en los otros países de la Eurozona sino al contrario. Sus
políticas públicas están recortando los salarios de los trabajadores
alemanas y (presionando a través del Bundesbank y, por lo tanto, del
BCE) de los trabajadores de los países periféricos de la Eurozona,
conduciendo al precipicio a toda la Eurozona. Se inicia así una
competición para ver quién paga menos a sus trabajadores. Estos son los
costes de continuar creyendo en el dogma neoliberal. Pero como bien ha
dicho la Organzacion Internacion del Trabajo, en su respuesta al informe
del BCE, tal estrategia llevará a una depresión no solo europea sino
mundial. Lo que está ocurriendo en la Eurozona es un ejemplo de las
consecuencias de tales políticas. Su venidera recesión puede llevar a
una gran depresión. En realidad, para miles de españoles y de europeos
esta depresión ya ha llegado. Estos son los costes de continuar creyendo
y aplicando el dogma.
Una última observación. La enorme fuerza e influencia del pensamiento
neoliberal en España (resultado del gran poder que tiene la banca y la
gran patronal en los fórums mediáticos y políticos) se refuerza con la
enorme pasividad de las izquierdas. Y no me estoy refiriendo a los
partidos políticos (a los que habría que reformar sustancialmente) y a
los sindicatos sino a las personas que se consideran de izquierdas y que
con su pasividad están permitiendo que tal pensamiento y las políticas
que las sustentan (que están haciendo mucho daño) continúen. De ahí que
me permito sugerirle al lector de este artículo que se movilice y que,
si está de acuerdo con la tesis que expongo (enormemente minoritaria en
España, debido a su marginación en los medios), envíe este artículo a
todo tertuliano, a todo periodista, a todo canal informativo que
reproduce tal dogma, a fin de mostrarles que lo que dicen y promueven no
tiene ninguna base científica, denunciando con ello, su función
propagandística en lugar de informativa.
Permítanme una observación
personal. Mi blog recibe alrededor de 10.000 contactos al día. Si
suponemos que al menos un 10% coinciden con mis tesis y éstos enviaran
cartas o llamaran a los medios cada vez que tal propaganda ocurre, tales
medios captarían el mensaje de que la población es consciente de su
actitud propagandística, exigiéndoles mayor rigor y diversidad. La
enorme pasividad de las personas de izquierda debería sustituirse por
una agitación social e intelectual que mostrara las enormes falsedades
de la sabiduría convencional que se reproduce a través de los medios de
información de mayor difusión, transformándolos en medios de persuasión.
Una de las grandes insuficiencias de la democracia española es
precisamente la falta de diversidad de tales medios. La ciudadanía
debería movilizarse para protestar y denunciar tal situación.
(*) Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Es también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 35 años. Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio Social de España.
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