CASTELLÓN.- Hace 15 años que Ignacio Ramonet (Pontevedra, 1943) advirtió en su artículo Desarmar a los mercados de la necesidad de establecer medidas de control financiero para que no acabaran imponiendo su ley. Hoy, el director de Le Monde Diplomatique insiste en 'El País' que la crisis es consecuencia de la inacción de la política y cita “escándalos” como el de Bankia. El periodista y pensador, que participa estos días en el festival Rototom de Benicàssim, critica las políticas de recortes y se pregunta hasta cuándo van a aguantar los ciudadanos.
Pregunta. Predijo hace años las consecuencias de no poner límites a los mercados. ¿Es la realidad peor de lo que imaginó?
Respuesta. Efectivamente, está siendo peor. Cuando
avisábamos de que la lógica en la que entrábamos podía conducir a un
desastre social es que nos parecía que había que reaccionar para
corregir a los mercados, no suprimirlos. Si ayudan a dinamizar la
economía, bien, pero si quiere tomar el poder e imponerse no se puede
tolerar.
¿Qué diferencia hay entre la política de recortes de Rodríguez
Zapatero y la de Rajoy? Ese es el efecto de los mercados, la crisis es
la consecuencia de su irracionalidad y no ha habido ninguna decisión
política para ponerle freno.
P. Y ahora se aprueban recortes y se apela al sacrificio de los ciudadanos. ¿Es un sacrificio necesario?
R. Pienso que no, es lo que llamó el sadismo económico
que se está imponiendo. Tenemos a dirigentes que consideran que la
única solución a este ataque de los mercados consiste en sacrificar a la
población como si el tormento infringido a las sociedades pudiera
calmar a los mercados.
Además, los gobernantes quisieran que las sociedades soportaran estos
terribles castigos sin protestas. Es como si quisieran someternos a la
droga de la sumisión química. Las sociedades no son masoquistas y van a
reaccionar, ya lo están haciendo.
P. ¿Se puede mantener durante mucho tiempo la política de austeridad?
R. Donde se está aplicando no está dando resultado.
Me pregunto hasta cuándo se puede mantener y hasta cuándo las sociedades
lo van a soportar. La sociedad española aún cree que esto es un
accidente y que las cosas van a volver a su sitio.
Cuando tome conciencia de que no es así y de que estas medidas no son
de crisis sino que son estructurales y que vienen para quedarse, creo
que la protesta alcanzará un nivel importante y, qué pasará entonces.
Temo que vayamos hacia las democracias autoritarias en las que para
defender este modelo económico se doten de leyes que permitan una
represión fácil.
P. ¿Qué futuro le espera a España?
R. En la medida en que no tenga personalidad
jurídica suficiente para al menos discutir las consignas que se le
impongan desde Europa, lo único que está haciendo es obedecer ciegamente
las consignas europeas. Con ello está liquidando la soberanía nacional.
Podría haber dicho, como Francia, que no aceptaba el pacto fiscal si no
hay un proyecto de crecimiento. ¿Por qué no se hace? ¿Es España una
especie de protectorado alemán?
P. ¿Y es viable otro camino?
R. Un gobierno con voluntad de resistir a estas
políticas se apoyaría en una dinámica popular para plantear que no se
pueden aplicar. Pero España tiene dos presiones, la de los mercados y la
de la UE, que no van forzosamente en la misma dirección porque los
mercados saben que estas políticas que la Unión Europea impone a España
le impedirán crecer. Y si no crece no tiene recursos para pagar a los
inversores que han comprado deuda. Por eso vuelven a castigar. España,
junto a otros países, tendría que insistir en que Europa necesita
también una política de crecimiento, que el BCE debe comprar deuda y una
política más activa en defensa de sus intereses.
P. ¿Qué parte de responsabilidad tienen las comunidades autónomas que, como la valenciana, se embarcaron en proyectos millonarios?
R. Dentro de esta locura de la especulación también
hay una responsabilidad de aquellos que creyeron que este momento iba a
ser eterno y que lo que un buen administrador tenía que hacer era
endeudarse. Y ahí sí que hubo delirios y los que más creyeron en este
sistema y en que la especulación era eterna son los que construyeron los
elefantes blancos como el aeropuerto de Castellón. Hubo un
gasto muy importante y hay una responsabilidad de aquellos que se
endeudaron de esa manera porque ahora lo pagan los ciudadanos.
P. Se habla ya de una generación perdida, ¿pero qué le espera a la siguiente?
R. Está en juego algo fundamental: la igualdad. Se
está privatizando de forma silenciosa la educación y se va a crear una
educación pública de bajo nivel en el que las condiciones de trabajo
estructuralmente van a ser difíciles y no va a permitir la emergencia de
personas de origen humilde. Pero para las personas acomodadas está la
enseñanza privada que seguramente va a tener un auge aún mayor. Vamos de
nuevo a crear unas categorías sociales que van a tener acceso a los
puestos de mando del país y una secundaria que va a tener acceso a los
puestos de obediencia. Es gravísimo.
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