MILÁN.- El cardenal italiano Carlo Martini, azote de los católicos
más conservadores, murió el viernes a los 85 años. El periódico Il
Corriere de la Sera ha publicado su última entrevista, que quedará como
su testamento espiritual, en el que reconoce el alejamiento de la
Iglesia de los fieles y apuesta por una transformación radical.
«Nuestras iglesias son grandes, nuestras salas de oración están vacías».
Miles de italianos, laicos y religiosos, han pasado por su capilla
ardiente, instalada en el Duomo de Milán, de donde Martini fue arzobispo
durante dos décadas, para mostrar su reconocimiento por una figura que
aspiró a ser Papa, pero no dudó nunca en denunciar públicamente lo que
no le gustaba del Vaticano.
En la entrevista con Il Corriere se expresa francamente sobre las
grandes cuestiones que afectan a los católicos y defiende posturas
liberales, radicalmente opuestas a la doctrina de Benedicto XVI.
Partidario de la eutanasia o del uso de condones para combatir el sida,
apostó por modernizar la visión de la Iglesia sobre la familia. Pedía
una actitud más generosa con los divorciados y señalaba que el problema
no está en negarles o no la comunión, sino en cómo la Iglesia puede
ayudar en situaciones familiares complejas.
Comentando los escándalos de pederastia protagonizados por curas
católicos, Martini afirma que esos casos «nos obligan a emprender un
camino de transformación». Pero no solo por eso, el cardenal en una
frase expone una triste visión de la Iglesia católica de hoy: «Nuestra
cultura se ha vuelto vieja, nuestras iglesias son grandes, pero están
vacías. La burocracia de la Iglesia crece y nuestros ritos y las
vestimentas que usamos son pomposos». Su consejo contra el cansancio de
la Iglesia es «una transformación radical, empezando por el Papa y sus
obispos».
Martini fue sacerdote jesuita. En 1979, Juan Pablo II le nombró
titular de la archidiócesis de Milán, la más grande de Europa, y en 1983
fue nombrado cardenal. Ha sido una figura respetada dentro y fuera del
catolicismo, intentando siempre el diálogo entre ateos y creyentes y
entre fieles de distintas religiones. Een el año 2000, recibió el Premio
Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.
El papa Benedicto XVI ha enviado un telegrama de pésame en el que
elogia su «competente y vigoroso» servicio, «abriendo cada vez más a la
comunidad eclesial los tesoros de la sagrada escritura, especialmente a
través de la promoción de la 'Lectio Divina'».
No hay comentarios:
Publicar un comentario