viernes, 12 de octubre de 2012

12 de octubre de 1492 ¿Caducan los genocidios? / Maria Claudia Cambi

  Ya es un clásico del 12 de octubre y los días previos en las redes sociales. Por un lado, mensajes y publicaciones recordando que ese día comenzó un proceso de exterminio de culturas y grupos humanos enteros y por otro lado, mensajes y publicaciones que con mayor o menor educación se resumen en: a mí que me cuentas, eso fue hace 500 años y yo no maté a nadie ni nadie de mis antepasados, además no te quejes que tu origen es europeo.
 
Veamos:
¿Fue un genocidio la conquista de América?

Claro que lo fue. Eduardo Galeano lo describe con una calidad literaria que no le quita rigor. Pero también lo hace Fray Bartolomé de las Casas (para quien tenga prejuicios en acercarse a Las Venas Abiertas de América Latina). Ambos deberían ser leídos antes de opinar, especialmente si no se ha nacido o vivido en América. Fue un genocidio religioso, cultural y económico. Que haya ocurrido hace mucho hace que no existan responsables ni víctimas directos, y explica que en su momento no se haya visto como tal (ni por los victimarios ni por la víctimas, puesto que el concepto de genocidio ni existía como tal).
¿Son culpables los actuales “descendientes” de los genocidas, los habitantes actuales de los reinos conquistadores?

Claro que no. Estoy de acuerdo con un amigo que con motivo de la efeméride del 12 de octubre expresó que ninguna condena dura más de una generación. Las generaciones actuales no son las culpables de ese genocidio fundante u originario. Parece una tontería aclararlo, pero resulta necesario cada vez que cuando alguien recuerda el tema, otro se defiende invocando “a mí que me cuentas” como si se lo hiciera responsable directo. No, nadie culpa a los españoles actuales de lo ocurrido en el siglo XVI, así que, por favor, no os defendáis -de eso- que no hace falta.

¿Subsisten los efectos de ese genocidio, o no?

La conquista de América creó las bases de una estructura social, política y económica profundamente desigual, tanto en el ámbito geopolítico (Norte-Sur) como dentro de Latinoamérica. El etnocentrismo europeo es una realidad actual. El relegamiento económico y político de los pueblos originarios, de los mestizos, de los “morochitos”, es una realidad. Que no sorprendiera en su momento que Bolivia tuviera un presidente que hablaba mejor inglés que castellano y que sí fuera todo un hito que Bolivia tenga un presidente indígena, es todo un botón de muestra. Que recién ahora -me refiero a las últimas décadas o años como mucho- se visibilicen y se reconozcan jurídica y políticamente los derechos de los pueblos originarios, es también otra prueba.

Que actualmente existen emporios económicos y grandes fortunas -en ambos lados del Atlántico- que se formaron al amparo de dicho genocidio, es un dato, no una opinión.
Sí, ya sé, no hace falta que nadie me lo aclare, no hay vuelta atrás, la historia ha continuado y debemos aceptarla. De hecho no creo que nadie se plantee seriamente la expulsión de los descendientes de los conquistadores, ni siquiera que sean restituidas todas las riquezas expoliadas, literalmente hablando (entre otras cosas porque es imposible de determinar su cuantía). Una hipotética compensación económica es un tema mucho más complejo y que pondría a prueba todo el andamiaje actual del Derecho Internacional Público y Privado.

¿Y los que no somos descendientes de los pueblos originarios no tenemos derecho a hablar del tema ni de recordar el genocidio?

No puedo negar mis orígenes. De hecho, culturalmente me siento lo que soy, una americana de orígenes europeos, con posiblemente una mínima parte indígena por parte de mi abuela paterna. Para muchos yo no tendría derecho a recordar el genocidio y llamarlo como tal sólo porque no soy, mapuche, qom o aymará. Tendría que aceptar la respuesta muy difundida: y tú de que hablas si eres europea en realidad. Y yo digo: ¿sólo los armenios tienen derecho a denunciar el genocidio armenio? ¿Sólo los judíos, gitanos, polacos, etc. tienen derecho a denunciar el genocidio nazi? Entonces no hagamos excepciones con el genocidio americano.

¿Y entonces?

Claro que ya no hay culpables de los hechos. Todos murieron, hace mucho. Pero las consecuencias dañosas subsisten. Y acá es donde entra a jugar el concepto de responsabilidad, que no es lo mismo que culpabilidad (reproche subjetivo a una conducta). Responsabilidad de aceptar la realidad actual. Responsabilidad de hacerse cargo colectivamente de contribuir a revertir las consecuencias negativas de un hecho ilegítimo, si pertenecemos al grupo beneficiado por ese hecho. Responsabilidad de contribuir al diálogo superador. El genocidio nazi se cerró en los Juicios de Nuremberg, podría decirse. El genocidio americano ya no puede tener su Tribunal de Potosí. Habrá que encontrar una manera de cerrarlo. No sé cual es, eso resultará de un esfuerzo colectivo.

Pero sí se que hay una manera en la que nunca se cerrará, y es amordazando a quienes lo siguen recordando. Porque es como negarlo.

(*) Master en Derecho Comunitario por la Universidad Carlos III, de Madrid

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