SANTIAGO DE CHILE.- Enfrentando cargos por el giro doloso de cheques,
obligados a vender sus joyas y muebles para vivir, algunas de sus
propiedades tapizadas por la maleza, la familia del exdictador chileno
Augusto Pinochet Ugarte pasa penurias a seis años de su muerte.
Este martes, el hijo mayor del exdictador, Augusto Pinochet Hiriart,
de 69 años, debía presentarse ante un tribunal para ser informado de los
cargos en su contra por el giro doloso de un cheque por casi 7.000
dólares, pero no llegó a la cita.
No obstante, la audiencia en un
tribunal de La Serena (a unos 500 km al norte de Santiago) se realizó de
todas formas, confirmó una fuente del tribunal.
"Es súper simple de entender: estas cosas me pasan sólo porque me
llamo igual que mi padre", afirmó Pinochet Hiriat al diario El Mercurio.
Según se indicó en el tribunal, Pinochet Hiriart no se presentó
porque no logró ser notificado de la acción judicial en su contra, pero
la jueza a cargo del caso, Ximena Pérez, fijó una nueva audiencia para
el próximo 12 de febrero.
"Lo que sucedió fue que le vendieron un compresor malo a un minero,
Luis Donoso, a quien le presté un cheque y quien por su parte, me iba a
pagar con mineral. (...) Al no estar en buenas condiciones el equipo, le
dimos orden de no pago", explicó Pinochet Hiriat, agregando que para
acabar con la demanda pagaría lo adeudado.
Esta no es, sin embargo, la primera vez que el hijo mayor del
exdictador enfrenta a la Justicia. Tras el retorno a la democracia, en
1990, y cuando Pinochet se mantenía aún al frente del Ejército, estalló
el escándalo de los llamados "pinocheques", por cheques girados en su
favor por el Ejército chileno por unos tres millones de dólares.
Con una democracia aún endeble y tras algunos movimientos de tropas
ordenados por Pinochet a fin de presionar, el caso se cerró "por razones
de Estado".
En 2004, Pinochet Hiriart fue condenado a 541 días de prisión
remitida tras ser encontrado culpable de recibir objetos robados y por
tenencia ilegal de armas.
El nuevo escándalo da cuenta de las penurias por las que atraviesa
parte de la familia del exdictador a seis años de su muerte, ocurrida en
diciembre de 2006, a los 91 años, víctima de un infarto.
En todo este tiempo, sus hijos y su viuda, Lucía Hiriart, han
permanecido casi en el anonimato, salvo por sus aprietos económicos o
sus frustrados intentos por ser electos en algún comicio popular.
En febrero pasado, la menor de los hermanos y la más consentida por
el exdictador, Jacqueline, reveló que debió vender sus joyas y muebles
para vivir.
"La verdad, he vendido mis joyas, muebles antiguos y casi todas mis
cosas. Me enorgullece vender un reloj de oro y poder comer, pagar la
universidad y que me dé lo mismo. Lo material no vale nada", afirmó en
una entrevista con la revista Caras.
"Busqué trabajo, toqué puertas, pero la gente cree que no lo
necesito", agregó Jacqueline, de 52 años y madre de nueve hijos de tres
distintos matrimonios.
La herencia del exdictador se halla embargada por la Justicia, en el
marco de una investigación judicial que busca aclarar el origen de una
fortuna de más de 20 millones de dólares oculta en bancos extranjeros.
El proceso sigue abierto y las autoridades aún no logran determinar la forma en que el exdictador amasó esa fortuna.
En 2008, en el marco de esta investigación, sus cinco hijos y su
viuda fueron detenidos, acusados de malversación de fondos públicos.
Luego de dos días fueron liberados y todos sobreseídos, sin cargos.
Recién en abril pasado, por orden judicial ante el desinterés de su
familia, fue abierto el testamento del exdictador, el que favoreció
exclusivamente a su familia aunque no entregó detalles acerca de sus
bienes.
En tanto, en las pasadas elecciones municipales de octubre, otra de
sus hijas, Lucía, se postuló sin éxito por un escaño en el consejo de la
municipalidad de Vitacura. Antes, su hijo Rodrigo había también
postulado por el mismo distrito sin resultar electo.
Según sus allegados, la viuda del exdictador vive hoy de la pensión
que recibe del Ejército, mientras en la que fue la residencia favorita
de Pinochet en Los Boldos, en la costa central chilena, la maleza crece y
crece.
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