VIENA.- La conferencia de la ONU destinada a promover la
tolerancia, la pluralidad y la inclusión mundial advierte de la amenaza
que supone la intolerancia religiosa y étnica. También se ha mostrado la
preocupación de que muchos países siguen adoptando leyes y prácticas
que restringen la libertad de culto, marginando a comunidades enteras.
La Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas (Unaoc),
creada para promover el diálogo y el entendimiento intercultural,
incluye a más de 130 países y cientos de miles de organizaciones no
gubernamentales de todo el mundo. En el V Foro Mundial de la Unaoc,
líderes de la ONU, incluyendo a su secretario general, Ban Ki-moon, y al
nuevo alto representante de la Alianza, el qatarí Nasser Abdulaziz
Al-Nasser, han alertado sobre los peligros de la intolerancia y del
extremismo.
Al Nasser ha dicho que «vivimos en un mundo de xenofobia, conflictos e
intolerancia. Algunas sociedades ven la cultura como una fuente de
división en vez de un camino a la inclusión y la paz». «Vemos una
peligrosa intolerancia religiosa. En algunos países se denigran los
símbolos religiosos y se quema la literatura religiosa. Debemos trabajar
(para prevenir esto) y promover la paz y la tolerancia», explica.
Mientras, otros participantes han expresado su preocupación por leyes
aprobadas en muchos países, incluyendo algunos con representantes en la
conferencia, que iban en contra de los ideales de la ONU. «Lo que se
debe hacer es revisar el estado de derecho en cada país de la Unaoc para
ver si va de acuerdo con las cartas de derechos humanos de la ONU»,
explica el presidente de la Fundación del Llamado a la Conciencia, el
rabino Arthur Schneier.
Líderes religiosos que participan del encuentro mencionan la
persecución de cristianos en Medio Oriente y la violencia contra
musulmanes en países occidentales. También hacen referencia a ataques
documentados a templos, iglesias, mezquitas y sinagogas. Pero además
advierten sobre el grado de apoyo a la opresión religiosa por parte de
los propios estados, tanto a través de leyes como políticas.
Brian Grim, del Centro de Investigaciones Pew, explica que un tercio
de los países del mundo imponen restricciones altas o muy altas a la
libertad de culto. Añade que el Centro había identificado una fuerte
correlación entre ciertos tipos de acciones de gobierno contra la
libertad de religión y la hostilidad social.
Y esas restricciones muchas veces van más allá de fronteras, indica
Grim, citando como ejemplo el caso de un saudí que huyó de su país
acusado de blasfemia por una opinión que publicó en su cuenta de la red
social Twitter. Fue detenido en Malasia y extraditado a Arabia Saudita.
Algunos estados son famosos por sus leyes religiosas represivas. Arabia
Saudita es quizás la nación con las normas más estrictas sobre la
observancia del Islam. En ese país se castiga con la pena capital, la
blasfemia y la conversión a otras confesiones de fe. También está
prohibida la observancia de cualquier otra religión.
Pero similares restricciones, si bien no tan severas, son aplicadas
en muchos otros estados. En Malasia, autoproclamada como una sociedad
abierta y multicultural, la Constitución enfatiza la posición elevada de
la población malaya, la etnia mayoritaria del país, y establece que el
Islam es la religión oficial. El Estado malasio destinó policías
especiales para desalentar cualquier actividad religiosa que no sea
musulmana y para promover el Islam. Además, prohíbe la construcción de
iglesias cristianas y templos de otras confesiones.
En Indonesia, la situación para las minorías es quizás peor. Según el
Instituto Wahid, solo en 2011 hubo 93 violaciones a la libertad
religiosa instigadas por el propio gobierno, contra 64 el año previo, y
hay casos documentados del cierre de templos e iglesias, así como
restricciones a la construcción de casas de adoración de otras
confesiones.
Mientras, en Kazajastán, país que envió representantes de alto nivel a
la conferencia en Viena, aprobó una ley en 2011 que redujo de 46 a 17
las religiones reconocidas por el Estado. La ley obliga a todas las
denominaciones religiosas y organizaciones de fe a volver a registrarse.
Además, toda la literatura religiosa debe ser aprobada por un organismo
estatal antes de que pueda ser distribuida.
Pero este tipo de restricciones no solo ocurren en países menos
desarrollados o predominantemente musulmanes. Suiza prohibió la
construcción de minaretes, y en Austria, sede del foro de la Unaoc, se
discute una prohibición similar a nivel regional.
Todos estos países son miembros de la Alianza y suscriben sus ideales.
No obstante todo esto, varios de los presentes en Viena subrayan que
ven progresos en materia de libertad religiosa en el mundo. «Aunque
muchos países tienen altos o muy altos niveles de restricción religiosa,
en tres cuartas partes del mundo los gobiernos toman acciones para
reducir esas restricciones», explica Brian Grim, del Centro de
Investigaciones Pew.
Por su parte, el rabino Schneier a explicado que «el hecho de que
esos países hayan adherido a la Unaoc muestra que están, al menos en
espíritu, de acuerdo con lo que defendemos. Las cosas no pueden cambiar
de la noche a la mañana. Se trata de un proceso». «Unirse a la Unaoc es
el primer paso. Es la forma que tiene un país de adoptar los estándares
de la comunidad internacional».
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