BUENOS AIRES.- El Gobierno argentino rompió su silencio para rechazar
las denuncias de supuestas prácticas corruptas en el círculo del poder
reveladas, entre otros, por Miriam Quiroga, secretaria del fallecido
expresidente Néstor Kirchner, que acudió hoy a declarar ante la
Justicia.
Quiroga declaró a puerta cerrada ante un juez de Buenos Aires como
testigo en una causa abierta por presunta asociación ilícita de
funcionarios y empresarios relacionados con el expresidente Kirchner
(2003-2007).
Miriam Quiroga llegó a los tribunales acompañada de una custodia
policial y evitó su contacto con la prensa que esperaba frente a la sede
judicial.
La exsecretaria fue citada por la Justicia tras participar en un
programa televisivo en el que afirmó que cuando trabajaba en la Casa de
Gobierno vio a un estrecho colaborador de Kirchner salir con bolsos,
supuestamente cargados de dinero, destinados a la quinta presidencial de
Olivos y a la residencia familiar del expresidente en Santa Cruz.
Fuentes judiciales evitaron confirmar si Quiroga ratificó sus
declaraciones televisivas ante el juez que investiga la causa abierta en
2008 por una denuncia de la diputada opositora Elisa Carrió contra
Kirchner y varios de sus colaboradores.
Miriam Quiroga empezó a trabajar con Néstor Kirchner cuando era
gobernador de Santa Cruz (sur), y tras su elección como presidente fue
contratada como secretaria de Documentación en la Casa Rosada, donde se
mantuvo hasta que fue despedida apenas unos meses después de la muerte
del exmandatario, fallecido en octubre de 2010.
En 2011, hizo unas explosivas declaraciones a una revista argentina
en las que sugirió que había mantenido una estrecha relación con
Kirchner, esposo y antecesor en el cargo de la actual mandataria,
Cristina Fernández.
Sus revelaciones coinciden con denuncias periodísticas sobre la
presunta implicación de empresarios próximos a Kirchner en supuestos
delitos de lavado de dinero, como Lázaro Báez, quien precisamente hoy se
presentó ante la fiscalía de Río Gallegos para reivindicar su inocencia
y rechazar las acusaciones que le vinculan con la evasión de millones
de dólares a Uruguay para su traslado a bancos suizos.
El escándalo ha crecido en los últimos días con nuevas declaraciones
anónimas de un piloto que supuestamente habría visto cómo un estrecho
colaborador de Kirchner utilizaba su avión para el traslado de dinero en
bolsos y con la declaración de un arquitecto que asegura que la
vivienda del matrimonio presidencial tiene una bóveda destinada a
guardar valores.
Mientras la Justicia avanza en las investigaciones por las denuncias
sobre presuntas prácticas ilícitas, dirigentes oficialistas y altos
funcionarios del Gobierno han roto el silencio que habían guardado
durante las últimas semanas y han salido a rechazar las acusaciones,
aunque la presidenta, por el momento, se se ha mantenido al margen de la
polémica.
La diputada oficialista Diana Conti defendió hoy a los Kirchner
asegurando que hicieron su "fortuna desde muy jóvenes, con trabajo".
Es "una campaña de desprestigio y difamación", declaró Conti a medios
locales, en alusión a las revelaciones de las últimas semanas.
Para el secretario general de Presidencia, Óscar Parrilli, las
denuncias proceden de "alcahuetes mediáticos" que "intentan generar un
clima de terror, un ambiente de miedo, donde se cae todo y está todo
mal".
También el ministro de Planificación, Julio De Vido, salió a
responder a las "críticas conservadoras" y animó a sus compañeros de
filas a reaccionar porque "tenemos que salir a contestar los que somos
peronistas".
El escándalo por corrupción que salpica al entorno de Cristina
Fernández ha provocado una caída de su valoración en las encuestas,
según medios locales, en un año especialmente complejo por las
elecciones legislativas de octubre, en el ecuador del segundo mandato de
la presidenta.
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