Mentirosos. La actitud e intervención de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella,
en la rueda de prensa celebrada en Buenos Aires el pasado día 6, como
aperitivo a la votación para la concesión de los Juegos Olímpicos de
2020, yéndose por los Cerros de Úbeda para vacilar, sí, vacilar —su
gesto y sonrisa autosuficientes, así parecían indicarlo— sobre si “el
90% de las infraestructuras ya están terminadas” (aunque al final
concluyese que sólo era el 80% de las mismas, lo que venía a indicar que
no tenía ni idea de qué hablaba), cuando se le había preguntado, en
concreto y muy claramente por el paro, es cuando menos incalificable. Si
esta señora y quienes la eligieron como alcaldesa no se sonrojan, es
que España no tiene arreglo.
Si yo fuese miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) y hubiese
estado viendo esa rueda de prensa, no hubiese tenido ninguna duda a
partir de ese momento de que mi voto no iba a dárselo a Madrid 2020.
“¡Pero, a quién quiere tomarle el pelo esta señora!”, me hubiese
preguntado enseguida. ¿A santo de qué venía esa falta de humildad y
respeto, primero a quien le había hecho la pregunta, y después a la
audiencia mundial que la estaba viendo y escuchando? Ocurrió exactamente lo mismo cuando, tras los atentados de los trenes de Atocha, el 11 de marzo de 2004: salió el señor Ángel Acebes,
a la sazón ministro de Interior, en Televisión Española diciendo que
los atentados eran cosa de ETA. En aquel momento, miles de
abstencionistas e indecisos salieron corriendo a votar al candidato José Luís Rodríguez Zapatero. Pues así ha ocurrido ahora.
Ladrones. Es verdad que
el mundo anda podrido; más o menos como siempre. Pero, ¡hombre!, en los
países de nuestro entorno —aquéllos ante los que presumimos de poder
compararnos— con lo que se sabe de la Gürtel, los EREs, Nóos,
etcétera, ya habrían dimitido hace tiempo desde el presidente del
Gobierno para abajo… Daba grima ver ayer a gran parte de la
pléyade de nuestros gobernantes defendiendo no sé qué “valores”
olímpicos… Si yo fuera un miembro del COI —y con esto no quiero defender
ni un tanto así a ninguno de ellos porque vaya usted a saber quiénes
son estos señores y de qué pesebre comen—, pero si yo fuera un miembro
del COI, repito, me pensaría el darle mi voto a unos gobernantes así,
con este currículum de choriceo y despropósitos económicos como los que
han salido a la luz en los últimos tiempos en España. La anécdota de que
al venir por aquí…, aunque sea “de celebración” o a unos Juegos, puede
suponer que te birlen la cartera, no es más que eso, una anécdota; un
argumento para el chiste fácil.
Lo real, lo importante… lo que de verdad
cuenta, y que es un clamor en todos los rincones del mundo y canales de
comunicación, es que España —como acaba de publicar la prensa alemana—
es un país corrupto, tan corrupto que ya se compara con aquellos
países más corrompidos del Tercer Mundo. Y esto es lo que cuenta: que
sea vox pópuliel mangoneo que aquí nos traemos en el gobierno
de lo público. De modo que no parece que sea de “buen gusto” darle unos
Juegos Olímpicos a un país que hoy es famoso, entre otras cosas, por sus
desmanes económicos. Por lo que se ve, la intelligentsia olímpica y económica mundial prefiere achicharrarse en Tokio, a la sombra de la central nuclear de Fukushima, antes que correr el riesgo de que le roben la cartera en Madrid.
Deportistas. ¡Pobres! Es verdad que alguno puede
jugar o haber jugado sucio… y haber utilizado productos prohibidos para
alcanzar sus mayores éxitos, pero, en general, los deportistas españoles
pertenecen a una raza de héroes. Son Quijotes. Durante años, sin
recursos ni medios, han ido sembrando una imagen del deporte español muy
superior a la que le corresponde a este país por población y recursos.
Hoy, España, es verdad, es un ejemplo en el mundo del buen hacer
deportivo. Pero había que verlos ayer, tras ser eliminado Madrid en la
primera votación, llorosos, abatidos, sin entender nada… La mayoría de
los deportistas españoles se han entregado a la causa del “olimpismo
madrileño” aún sabido que muchos de los que ocupaban el primer lugar del
estrado no eran trigo limpio, o eran incompetentes, o ineptos, o
personas simplemente incapaces para exhibir la cualidad de humildad, uno
de los primeros y más grandes valores que preconiza el olimpismo.
Con todo, no son los deportistas las principales víctimas de este
fiasco vivido ayer, 7 de septiembre de 2013, en Buenos Aires. Porque
perder con Tokio entraba dentro de lo posible; pero que “nos” ganase
Turquía… A nadie se le había pasado por la cabeza. Las principales
víctimas son los propios españoles que ven como se rechaza a su país
para celebrar unos Juegos Olímpicos porque unos gobernantes, señalados
como corruptos por medio mundo, no han tenido la valentía de retirarse y
dejar paso a otros más éticos.
Creo que ha llegado el momento de plantearse una Regeneración, con mayúsculas, como escribía en El País no hace mucho el catedrático de Historia Javier Moreno Luzón.
Yo no sé cómo ni quién debe hacerlo; supongo que deberíamos ser los
propios españoles, todos a una, en las urnas, quienes acabásemos con la
casta que ahora gobierna. Necesitamos nuevos partidos políticos para no
caer en los mismos errores que aquellos regeneracionistas más
convencidos cayeron; recuérdese al aragonés Joaquín Costa.
La tentación de invocar “una autoridad de hierro” puede ser un peligro y
no resolvería en ningún caso los problemas de este país. Y también lo
será apelar al populismo…
Pero España necesita barrer en las urnas,
insisto, a esta panda de incompetentes que desde la casta política a la
que pertenecen, o en la que se han instalado, son capaces de tragar
ruedas de molino a diario con tal de permanecer en el Poder.
Ah!, y por si alguien tiene dudas: a mí que le diesen o no los Juegos
Olímpicos a Madrid me resultaba indiferente. Supongo que hay expertos
honestos, con capacidad para discernir, que pueden explicar y aclarar
qué le conviene más a Madrid, España y a los españoles; seguro que hay
quienes están preparados para decirnos si necesitamos competir por unos
Juegos o no.
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