MADRID.- El asesor financiero independiente, Paco
Álvarez, anima a los españoles a sumarse a la Economía del Bien Común, un
sistema económico alternativo completo basado en los valores de
"dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad, justicia social y
democracia".
Álvarez, que fue consejero director general de la Bolsa de
Valencia y vicepresidente de la Bolsa de París, habla de por qué es
necesario cambiar el modelo actual y, para ello, detalla los resortes
del sistema actual y sus características principales, que él resume en
la búsqueda de un crecimiento "por encima de todo", y "el uso del dinero
por el dinero y no como herramienta para generar bienestar".
Álvarez remarca que este modelo se ha implantado gracias, en
parte, a la educación que se imparte a la población y a que se inculca
la idea de que "seremos más felices cuanto más dinero tengamos". Además,
se instruye bajo el concepto de que las empresas "tienen que crecer a
toda costa" y que nosotros "debemos conseguir el mejor salario posible,
tener tres casas y el último modelo de coche", asevera.
En este sentido, lamenta que el crecimiento "se mide solamente por
el dinero", como prueba el hecho de que el principal indicador para
medir este concepto es el Producto Interior Bruto (PIB), que mide la
riqueza 'per capita'.
En cambio, critica que el PIB "no indica si este país es una
democracia o una dictadura, ni revela si ese Estado utiliza mano de obra
explotada, o si se remunera de la misma forma a un hombre y a una mujer
para un mismo puesto de trabajo".
Asimismo, lamenta que el beneficio empresarial "también se mide
por dinero, y no por el bienestar que hay en la compañía, por la
transparencia de la misma, o por el hecho de que se pueda emplear mano
de obra infantil explotada en países terceros", mientras que la
competencia consiste en acabar a toda costa con otras empresas.
Álvarez también pone de relieve que lo necesario para hacer que el
sistema funcione son los recortes, que con anterioridad se obtenían a
través de las guerras, destruyendo cosas y reconstruyendo a
continuación, provocando la consiguiente bajada y subida de la economía.
En este sentido, Álvarez celebra que la última crisis económica ha
contribuido a que la población tome conciencia de que, efectivamente,
el modelo actual ha aumentado al diferencia entre los que tienen más
dinero y los que menos tienen.
Álvarez también habla del Fondo Monetario
Internacional (FMI), del Banco Mundial o de la OCDE, que son organismos
"que sostienen el modelo", pero que implican una reflexión sobre el fin
para el que se crearon y la labor que están llevando a cabo.
Por ejemplo, recuerda que el FMI fue creado en 1944 y entre sus
funciones se encontraba "evitar crisis financieras", tal y como indica
todavía su página web; ayudar a los países en desarrollo; y erradicar la
pobreza en el mundo, lo que pone en evidencia el fracaso en sus
propósitos.
Álvarez considera que si la sociedad no cambia los principios del
sistema actual, seguirá habiendo crisis. Para ir al "meollo de la
cuestión", apuesta por cambiar el modelo, pero sostiene que esto no
implica "llevar a cabo una revolución". Al contrario, recuerda que en el
preámbulo de la Constitución española "está escrito que el objetivo es
buscar el bien de los ciudadanos españoles".
Por tanto, de lo que se trata es de llevar estos preceptos a la
práctica y, para ello, Álvarez apuesta por aplicar "valores" en los
principios de la empresa, lo que recibe el nombre de Matriz del Bien
Común.
Por ejemplo, llevar a la práctica estos planteamientos pasa por
preguntarse si la empresa tiene un comportamiento correcto con el
entorno social en el que se encuentra; si se reparten los beneficios
empresariales de forma justa entre todos aquellos que hacen que la
empresa exista, es decir, el empresario, el financiador y también los
trabajadores.
Igualmente, se pregunta si existe transparencia en la empresa; si
existe un pacto salarial y si se ha hablado de cuál es el salario mínimo
decente. Además, plantea la posibilidad de reflexionar sobre la
existencia de un salario máximo interprofesional, de la misma forma que
existe un salario mínimo interprofesional.
Frente a la competencia empresarial, Álvarez propone modelos
cooperativos que ya existen y que permiten hacer estructuras
empresariales diferentes, obteniendo beneficios, creando empleo y
beneficio en su entorno social. Este sistema, aclara, no implica
renunciar a herramientas capitalistas.
Álvarez explica que la Economía del Bien Común consiste
precisamente en aplicar estos valores a las empresas, todo ello "sin dar
la espalda al uso del dinero", pero empleándolo como "herramienta para
poder alcanzar el bienestar que todos pretendemos y que nuestros propios
gobiernos dicen trabajar para alcanzar".
Este asesor financiero tampoco rechaza los beneficios financieros,
sino que puntualiza que solo hay que saber el uso que se hace de ellos,
y cuestionarse si se lo deben llevar solo unos pocos o si se deben
reinvertir a mejorar las condiciones de la empresa y el entorno social
de la compañía.
"Desgraciadamente", lamenta que estas buenas prácticas no se
aplican por lo general, aunque ya hay en España empresas que las
ejecutan y ONGs que también llevan a cabo experiencias como el comercio
justo, desde antes incluso de que el economista austríaco Christian
Felber acuñara el concepto de Economía del Bien Común.
Álvarez critica que el modelo económico actual está estructurado
de arriba a abajo, y el modelo de Economía del Bien Común está planteado
al revés: la célula inicial del sistema es la empresa y se pide a las
administraciones públicas, como los ayuntamientos, que reflexionen sobre
el tratamiento que dan a estas compañías, primando que dan bienestar.
Por lo tanto, sostiene que los cambios normativos vendrán dados
por el hecho de que el modelo se ha construido desde la base, poco a
poco, y no hay ninguna pretensión de obligar a nadie a hacer nada, pero
sí poniendo sobre la mesa "un cierto número de valores que debe de ser
compartido". De hecho, en España ya hay 17 ayuntamientos que están
ejecutando estas prácticas.
El movimiento está auspiciado a través de grupos creados en casi
todas las principales ciudades españolas para difundir y animar a las
empresas a hacer el ejercicio, con la colaboración de universidades y
catedráticos universitarios.
Desde 1971 hasta 1995, Álvarez trabajó en la Bolsa de París, de la
cual llegó a ser Vicepresidente. En 1995 regresó a España para ser
Consejero-Director de la Bolsa de Valencia hasta el año 2000. En la
actualidad preside 'ÉTICA Familiy Office', es autor de 'No le digas a mi
madre que trabajo en Bolsa' y coautor de 'Adiós peseta', publicadas por
Alianza Editorial. Asimismo, es autor de 'La bolsa en tu bolsillo',
publicada por la Editorial Almuzara.
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