Tras siete días de cuidados paliativos ha fallecido el
misionero Miguel Pajares, a los setenta y seis años de edad, infectado
del virus ébola en el hospital Carlos III de Madrid. Esa es la triste
noticia que no debe sorprender a nadie porque en círculos sanitarios, de
entendidos, ya se anticipaba. Y ese sector se preguntaba con qué
criterios se montó la operación mediática del traslado en un avión de la
Fuerza Aérea Española, y su hospitalización en una planta de un
hospital español. Y se lo preguntaban porque el tratamiento en España de
un infectado del ébola no era diferente del que se practica en Africa,
ya que no hay medicina que lo cure.
Fue
precisamente la anterior vicepresidenta del gobierno de Zapatero, María
Teresa Fernández de la Vega, vinculada a la ONGD Juan Ciudad, quien
decidió que se fletara un avión para que fuera repatriado desde Liberia y
tratado en España. Por supuesto que el gobierno de Rajoy dio el visto
bueno, quizá de forma precipitada, ya que todos los informes médicos
señalaban las pocas probabilidades de que Miguel Pajares sobreviviera al
ébola, dado su avanzado estado de contagio además de la elevada edad
del paciente. Pero Fernández de la Vega lo exigió como favor muy
especial, y a Rajoy se le ablandó el corazón ante las amenazas de que
todo el partido socialista la montaría mediáticamente si se le dejaba
morir en Liberia.
Vamos
a hablar claro. Es muy humano tratar de evitar que un misionero
infectado sea abandonado en un país tercermundista de Africa. Pero da la
casualidad de que no ha sido el gobierno de España quien lo he enviado a
ese lugar maldito del que nadie se acuerda. Ha sido una organización de
voluntarios, como Juan Ciudad ONGD, que tiene una boyante economía y hospitales,
aparte de en España, en Africa, América y Asia.
A última hora, y viendo
que el misionero no reaccionaba, decidieron tratarlo con un medicamento
experimental, sólo administrado a monos, para ver si se producía un
milagro que salvara toda la operación que se había montado. Ahora han de
incinerarse todos los equipos expuestos al ébola en el hospital Carlos
III de Madrid. Otra millonada de euros arderá en llamas.
Con
lo invertido en el misionero Miguel Pajares dicen los entendidos que se
podría haber mantenido durante diez años un hospital en Liberia, o en
cualquier otro país africano. Diez años de hospital donde seguro se
habrían salvado cientos de niños y madres que siguen muriendo en el
África occidental por falta de atención médica. Eso es lo real. Lo demás
es demagogia.
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
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