Vaya la que ha liado Iglesias con su intención de asaltar los cielos. El País
reproduce el cartel de la película de López-Linares y Javier Rioyo de
ese título y, rastreando el origen de la expresión en Marx, muestra
luego su uso en la retórica comunista, pero recuerda que la figura
procede de la mitología griega, vía romanticismo alemán.
Si no yerro, está al menos en Schiller, y es una referencia colateral a
la titanomaquia o guerra de los titanes contra los olímpicos. Pero los
titanes perdieron y volvieron al averno mientras los olímpicos, la casta
de la época, se alzaron con la victoria. Menos conocida es otra
derrota. Al parecer, Hitler llegó a decir que, con el 6º ejército,
quería tomar el cielo al asalto, lo lanzó contra Stalingrado y se quedó
sin él. Mi ilustración, el famoso cuadro con autorretrato de Delacroix, la libertad guiando al pueblo no es de la revolución de 1871 sino de la de 1830, otra en donde también se iba al asalto del cielo.
Antiguo
anhelo de la humanidad, nunca realizado, siempre renovado, época tras
época, generación tras generación, hay que entender la expresión como
broche de oro de la retórica de Podemos. Es una licencia poética y no
hay que tomársela al pie de la letra cual si fuera un apunte contable,
como hace un enfurruñado editorial de El País de hoy titulado Podemos se organiza en el que se arremete contra los dirigentes de la reciente formación, acusándolos de populismo, personalismo y manipulación, ignoro si a fuer de manipuladores o de manipulados o quizá de ambas tristes condiciones.
Tiene
Podemos algo de populismo, sin duda, y de populismo patriótico, pero es
nada comparado con el populismo que se gastan los demás partidos.
Populista hasta dar grima es UPyD; populistas innumerables políticos del
PP; populista Susana Díaz y hasta algunos ribetes populistas muestra
Pedro Sánchez. Y populismos, además, la verdad, bastante vistos. Parece
mentira que El País ni lo mencione. Y ya del populismo de la
subclase delictiva y corrupta del sistema político no hace falta hablar.
Toros, fiestas, jolgorios, procesiones, congregaciones y fútbol, mucho
fútbol.
¿El
personalismo? Igualmente inevitable. Diré más, como Hernández y
Fernández, con su punto de narcisismo. Sin duda. Estoy tentado de añadir
que a quien Dios se la da, san Pedro se la bendiga, porque no veo qué
valor ni mérito tiene una crítica que no se dirige a las ideas sino a
las personas. Argumenten en buena hora sobre las propuestas y dejen en
paz a quienes las hacen.
En cuanto a la acusación de manipulación, si uno consigue superar el pasmo que produce escucharla en boca de El País,
preciso es solicitar alguna explicación complementaria. ¿Exactamente en
qué consiste la manipulación? ¿Cómo se prueba? ¿En qué distorsiona
Podemos la verdad, la veracidad, la realidad o la sinceridad? ¿En qué
miente? Claro que quizá El País no quiera decir que Podemos
manipula sino que está manipulado. El desván conspiranoico guarda una
teoría según la cual Podemos es una invención del PP para fastidiar al
PSOE. Más o menos.
Cierto,
con algo más de razón se pide a Podemos que haga el favor de precisar
sus propuestas en términos inteligibles, verosímiles y que puedan
compararse con otras. Pero la petición es prematura. Precisamente esta
Asamblea tiene ese cometido. Así que habrá que esperar a ver qué dicen
antes de ponerse nervioso y presumir que no van a decir más que
disparates.
Más
importante me parece una cuestión que anduve rastreando todo el día; en
concreto, cuál fue la asistencia al acto de Vista Alegre. No había
fotos en las redes, lo cual era sospechoso. Finalmente fueron
filtrándose algunas, que mostraban vacíos muy considerables. Ninguna
panorámica. Por último, salieron los datos: unos siete mil asistentes. A
los socialistas les faltó tiempo para colgar en Twitter y FB fotos de
Vista Alegre en sus mítines con lleno hasta la bandera y la de ayer con
mucho espacio vacío. Tampoco he visto referencias a este dato en las
crónicas y noticias, como si no fuera relevante. Y lo es. Los
socialistas, a quienes los de Podemos quieren derrotar en las
elecciones, llenaban Vista Alegre y los de Podemos, no. Se quiera o no,
es algo significativo, porque contradice la tendencia ascendente que
reflejan las encuestas y permite augurar la masiva presencia mediática
de los líderes, e ignorarlo no conduce a nada. Conozco tres
razonamientos de consolación:
Primero:
los sociatas llenaban Vista Alegre en otros tiempos. La cuestión es si
lo llenarían ahora. Seguramente tampoco, pero eso no borra los vacíos de
ayer.
Segundo:
en realidad, este es el precio que se paga por no fletar autobuses de
todos los puntos y pagar el bocata al pasaje. Quizá. Pero Podemos, que
es una fuerza predominantemente madrileña, obtuvo en Madrid casi 250.000
votos. La asistencia a Vista Alegre es el 2,8 por ciento de esa
cantidad y suponiendo que los 7.000 asistentes sean madrileños. Un
porcentaje muy bajo, demasiado bajo para una opción nueva, dinámica, muy
abierta, con mucha proyección pública y que levanta tantas
expectativas. ¿Es posible que la ubicuidad mediática de Podemos y sus
dirigentes actúe en contra de su faceta presencial? Lo es, desde luego, y
no está claro si es bueno o malo. Por si acaso, convendría pensar sobre
ello e interpretarlo.
Tercero:
lo presencial en un partido fuertemente implantado en las redes y que
tiene un funcionamiento telemático no es tan relevante como antaño.
También es argumento digno de consideración. Pero no hace mucho al caso.
Sin duda Podemos tiene la más alta proporción de internautas entre los
partidos. Pero, justamente por eso, la asistencia debió haber sido mucho
mayor pues los internautas ya no están amarrados a los sobremesa y
pueden seguir navegando mientras se desplazan a interaccionar con los
otros presencial y virtualmente al mismo tiempo. Entre otras cosas, hoy
habrá otra interesante comparación: la que permita ver a cuánta gente
movilizan los soberanistas en la Plaza de Catalunya en Barcelona.
Definitivamente,
siete mil para asaltar los cielos son pocos. Las legiones angélicas, al
mando de San Miguel y a las órdenes de la casta de hoy, son mucho más
poderosas.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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