La corrupción es la principal lacra de España. Esta es
desgraciadamente, la conclusión que saca la gran prensa europea,
asombrada ante los últimos casos que afectan al ex director gerente del
Fondo Monetario Internacional (FMI) Rodrigo Rato; al ministro del
Interior, cuando el atentado islamista del 11- M, y ex secretario
general del partido en el poder, Ángel Acebes; al tesorero del
partido en el poder Luis Bárcenas, actualmente en prisión; al gerente
de ese partido, Alvaro Lapuerta; a un presidente de una Comunidad
Autónoma y ex ministro, Jaume Matas, en prisión; al expresidente de
los empresarios Gerardo Diaz Ferrán encarcelado en una cárcel cercana a
Madrid, y al padre de la Patria catalana Jordi Pujol i Solei, a su
esposa y a su extensa familia, investigada por delito fiscal, tráfico
de influencias y corrupción.
Y eso que no le ha dado tiempo de recoger, el gran suceso de este
jueves: la detención del más pequeño del clan de los Pujol, Oleguer, al
que fuentes policiales consideran como el administrador de la fortuna
familiar, calculada en más de 2.000 millones de euros. Durante toda la
jornada se han realizado siete registros en Madrid, Barcelona, Valencia
y Melilla, se ha requerido la entrega de documentación en otras tres
sedes sociales, se ha requisado diferente documentación y archivos
informáticos y se han utilizado perros policiales a la búsqueda de un
supuesto zulo con dinero oculto.
Una investigación que lleva a cabo el magistrado Santiago Pedraz, que
pretende aclarar el origen del dinero con el que se adquirieron, por
ejemplo 1.152 oficinas del Banco Santander por parte de la sociedad Samos Servicios y Gestiones; la adquisición de edificios de Bankia
por parte de las sociedades Step Negocios y Ursus Alfa; la compra de
un hotel en Canarias y operaciones realizadas entre la sociedad
inversora Longshore y Prisa División Inmobiliaria. También se encuentran
entre las transacciones investigadas las realizadas entre Nueva Melilla Asociados
y Tres Forcas Capital, así como la compra de inmuebles en Palma de
Mallorca y la adquisición del edificio del Consejo General de la
Abogacía por Step Negocios en 2012.
Sin conocer todavía la detención del más joven del clan de los Pujol,
la prensa europea, en un variopinto batiburrillo en el que mezcla
todo, llega a la conclusión de que, en efecto, la corrupción es, para
desgracia de la Marca España, el principal problema con el que se
enfrenta el país. Según la última encuesta del CIS, la corrupción
sigue siendo para los españoles el segundo mayor problema del país,
después de la elevada cuota de desempleo. El reputado Instituto Elcano,
se encarga de recordar el diario conservador alemán Die Welt,
que en España el nepotismo y las corruptelas controlan la economía y
la política aún más que en Grecia e Italia. Esto provoca anualmente
un peligroso daño para el país. Los cálculos más prudentes lo cifran
en el 1 por ciento del PIB, lo que corresponde a 10.500 millones de
euros.
Pero si a los sobornos y al fraude fiscal se suman los problemas de
imagen que causa la corrupción, el daño alcanza una suma de 40.000
millones de euros, dice un estudio de la Universidad de Las Palmas. Los
expertos temen que la pérdida de imagen provoque aplazamientos de las
inversiones, que el país necesita urgentemente para alcanzar la
ansiada recuperación económica. En efecto, la lacra se extiende hasta
las más altas instituciones del país. Según informaciones del
Consejo General del Poder Judicial, la justicia se ocupa actualmente de
1.600 casos de corrupción, la mitad de ellos en Valencia y Andalucía.
Están implicados políticos de todas las tendencias, pero también
sindicatos y empresarios. La gran mayoría de los sospechosos se
encuentran en libertad.
El panorama que fuera del país se presenta de la situación española
es desolador, especialmente desde el escándalo de las “tarjetas
opacas” de Caja Madrid, y el descubrimiento de cómo ha sido el
comportamiento del ex director del FMI Rodrigo
Rato a quien llaman “el padrino de España”, tan poderoso que según el
mismo medio, Rato Figaredo ha llegado a ordenar “la desviación de un
río, no para secar la ciénaga de la corrupción en España, sino para
llevar una cañada hasta su finca en el pueblecito de Carabaña, al sur
de Madrid, para que su molino volviera a repiquetear de lo lindo”.
Pero lo más grave no es la desviación del río, aunque sirva para
darle color a la información, sino el perfil que se presenta, del
político español, y del grado de delicuescencia de una parte de la clase
dirigente nacional.
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