MADRID.- Con Pablo Iglesias Turrión, desde hoy secretario general de Podemos, se afianza en la arena política nacional un profesor universitario curtido en las tertulias televisivas, sobre quien recae la responsabilidad -eso dice él- de responder a las demandas ciudadanas y romper el bipartidismo.
Fue
la gran revelación en las últimas elecciones europeas, que dieron a
Podemos cinco escaños, y ahora se dispone a "disputar la democracia" a
la 'casta', título precisamente del último libro que ha publicado hace
poco, pero escrito cuando aún no le acosaba ese compromiso político.
"Dispuesto al duelo en el OK Corral con mi última sonrisa de enfant terrible.
Aprovéchense porque no podré darles muchas más oportunidades", alerta
Iglesias en ese libro aludiendo al legendario tiroteo ocurrido en
Arizona, que en varias ocasiones se ha llevado a la gran pantalla.
El
líder de Podemos ya se mostraba consciente de que su nuevo estatus le
condiciona para expresar las mismas reflexiones que antes, sobre todo
cuando su última pretensión es ocupar la "centralidad" del tablero.
Pablo Iglesias llega al ruedo político procedente del universitario,
el mismo en el que se gestaron buena parte de los movimientos sociales y
estudiantiles que desembocaron en el 15-M y acabaron germinando en
Podemos.
Nacido en Madrid en 1978, es profesor honorífico de la
Universidad Complutense, donde impartió clases de Ciencia Política hasta
que el pasado mes de julio ocupó su escaño de eurodiputado.
Se
sitúa en la izquierda ideológica: "No hay más que verme", ha dicho
cuando ha explicado que Podemos no es un proyecto que haya que
encasillar en la izquierda o la derecha, sino en la lucha del ciudadano
contra el poder.
Una renuncia a la ideología, exigida por la coyuntura, que no se refleja en la trayectoria de Iglesias, quien dio sus primeros pasos en la política en la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE), en la que militó desde la adolescencia hasta los 21 años.
A
partir de 2001 participó activamente en el movimiento
antiglobalización, en el que defendió la desobediencia civil como forma
de lucha, asunto que fue también eje central de su tesis doctoral.
El 15-M le sirvió de trampolín para saltar a la política activa,
pero fue su paso por las televisiones lo que le valió la fama y con
ella la simpatía de muchos ciudadanos por ese profesor que rebatía en
las tertulias sin alzar la voz y el rechazo de quienes le acusaban de no
ser claro condenando a ETA o de querer traer a España el modelo de
Venezuela.
No llegaba a los platós sin experiencia, porque había
tenido su propia sala de ensayos en los programas de debate político on
line Fort Apache y La Tuerka, que le dieron las tablas suficientes para
salir airoso en las tertulias frente a los que defendían los argumentos
de "la casta".
Lo consiguió rompiendo moldes, también en imagen, una muy distinta a la de los políticos tradicionales,
que no en pocas ocasiones hablan de él como el chico "de la coleta",
ese joven de 36 años -los cumplió el pasado 17 de octubre- al que vemos
en la tele con las mangas de la camisa remangadas.
Una imagen, en
cualquier caso, que -al igual que su discurso- ha ido suavizando,
renunciando incluso al piercing que solía llevar.
Lleva a gala su formación universitaria
-es doctor en Ciencias Políticas y licenciado en Derecho-, reconoce
entre sus errores un exceso de arrogancia, y es aficionado a series como
Juego de Tronos, cuyo argumento es capaz de trasladar a la situación
política para advertir de que "enfrentamos una situación de una
complejidad política incomparable".
Con todos esos ingredientes en la coctelera el secretario general de Podemos ha conseguido que su mensaje cale.
Su ensayo general ha sido el Parlamento Europeo,
donde como todos los eurodiputados de Podemos, se ha obligado a no
cobrar más de tres veces el salario mínimo en España -2.258 euros-
frente a los 8.000 establecidos, ha donado el resto a Podemos y otras
causas y ha rechazado planes privados de pensiones y viajar en business.
Ahora,
y a la vista de las encuestas que dicen que su partido será una de las
tres primeras fuerzas políticas del país, se enfrenta al reto de pasar
de la teoría a la práctica en la política nacional y demostrar, como
alardea, que Podemos está preparado para gobernar en año y medio.
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