Tras la encuestas de la última
semana a nadie le queda duda ya que Podemos ha venido para quedarse. El
avance de resultados publicado ayer por el CIS confirma con pequeños
matices el empuje de esta fuerza Política avanzado por la encuesta de Metroscopia para El País, aunque las pócimas secretas de la cocina del CIS y de Metroscopia nos situen las estimaciones de voto en niveles bastante distintos (27,7% y 22,5%).
Podemos acredita su avance en el indicador de intención directa de
voto, el punto de partida de cualquier buena estimación, que salta de
11,9% en julio a 17,6% en octubre. Antes del dato de julio, habíamos
tenido elecciones el 25 de mayo, que representan el momento de la
irrupción de Podemos en escena. Con motivo de esas elecciones, Agenda Pública
sacó un análisis de urgencia radiografiando socialmente los apoyos a
Podemos en base al recuerdo de voto declarado en la encuesta
postelectoral del CIS. A continuación ponemos al día ese análisis.
Lo primero que destacamos en ese primer análisis es que, en contraste
con la ideas que se había extendido en los primeros momentos, Podemos no
era un partido que recabara apoyos solo en las clases más
desfavorecidas de la sociedad. Podemos no debía ser catalogado como un
partido de clase al uso que se nutría de sectores castigados por la
crisis. Esa primera idea se afianza en el barómetro de octubre. Podemos
se convierte en la primera fuerza política de la clase alta y media
alta, con 8,6 puntos de intención de voto probable más que el PP (23,2% y
14,6% respectivamente). La composición de esta clase social es el resultado
de agrupar bajo una misma categoría condiciones sociolaborales
distintas, desde empresarios y altos funcionarios a profesionales
técnicos.
En el otro extremo, Podemos avanza entre
obreros cualificados (19,8% ahora, 11,9% en recuerdo de voto en mayo),
pero apenas logra hacerlo en obreros no cualificados, donde el PSOE
sigue manteniendo su principal nicho de apoyos.
En esta línea, Podemos se configura
como el partido de los segmentos más bien formados del electorado, tanto
entre la población con estudios postobligatorios como superiores. En
cambio tiene muy baja penetración en los grupos con menor nivel de
estudios.
Respecto a mayo, Podemos también se
reafirma como el partido preferido por los más jóvenes. Pero ahora se
refuerza su condición de partido de partido hegemónico en edades
intermedias (desde los 35 a los 55). Aunque tiene un apoyo escasísimo
entre mayores de 65 años, sí experimenta un ascenso considerable entre
personas de 55 a 65 años (del 9,2% al 18%). Frente a Podemos, PP y PSOE
mantienen inabordables para Podemos a los votantes de más de 65 años.
A diferencia de mayo, Podemos ya
no es un partido que cosecha sus votos primordialmente en municipios de
más de 50.000 habitantes. El barómetro de octubre permite vislumbrar
avances significativos en municipios más pequeños, aunque pueda existir
una asignatura pendiente en los pueblos de menor tamaño.
El mayor damnificado del ascenso
Podemos es IU, que pierde el 45,6% de sus votantes de 2011,
acentuándose claramente las fugas ya considerables observadas en las
elecciones de mayo (26%). El PSOE pierde el 24,7% de sus antiguos
votantes, algo más que en mayo (16,1%). Y, aparentemente (y con las
debidas cautelas a que obliga la muestra), Podemos pesca cada vez más
votos entre antiguos votantes UPD (27%). En cambio, apenas existe
evidencia de trasvases de antiguos votantes del PP a Podemos.
El panorama que dibujan estos cambios apunta a una consolidación de los
apoyos sociológicos de Podemos, acompañado de un avance sustancial en
segmentos progresistas centrales
del electorado, más proclives a votar críticamente en función del clima
político del momento. Está por ver si estos grupos mantendrán la
lealtad a Podemos si mejora la coyuntura económica, y el PSOE (que
compite claramente en su mismo espacio sociológico e ideológico) es
capaz de articular una oferta atractiva que le permita recuperar parte
un electorado progresista e ilustrado todavía enfurecido con los últimos años de gobierno de Zapatero y el bienio perdido de Rubalcaba. Si eso no ocurre, Podemos podrá.
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(*) Profesor de Sociología en la Universidad de Zaragoza. Doctor en
Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid, Máster en la
University of Chicago y en el Centro de Estudios Avanzados en Ciencias
Sociales del Instituto Juan March. Ha sido investigador en el Instituto
de Políticas y Bienes Públicos del CSIC (2010-2012), profesor de la
Universitat de Barcelona (2006-2010) y autor o co-autor de nueve libros y más de treinta artículos académicos y capítulos en obras colectivas.
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