Lo de Aznar como comisionista de Abengoa para venderle
desaladoras al dictador Gadafi huele a lo éticamente reprochable. Que
sea legal, como dice el ex-presidente del gobierno de España, no
significa que sea lo correcto. Porque me parece que quien se ha sentado
en La Moncloa y ha presidido el consejo de ministros de este país debe
dar un ejemplo de moralidad, de ética y de compostura. Por eso es
correcto que, con carácter vitalicio, nuestros ex-presidentes gocen de
despacho oficial, secretaria, asistente, coche oficial, chófer y
sueldo.
Pero no para
hacerse rico y que sus asistentes les hagan gestiones como
comisionista. Debería trabajar para el Estado, haciendo gestiones dados
los contactos que su paso por la presidencia le han proporcionado. No es
de recibo que utilice estas influencias en hacer negocio privado. Sus
contactos, sus relaciones, se pagaron con dinero público. No son fruto
de sus actividades privadas. Por eso sería bien venido que la
legislación futura pusiera coto a actividades como la de Felipe
González, la de Aznar, que ahora sabemos que estuvo negociando con el
dictador venezolano para venderle armas.
Ya
sé que va a ser muy difícil dado que quien cuida el corral es la zorra,
y que nuestra clase política pasa de la concejalía a la empresa y al
enriquecimiento con mucha facilidad. No sólo por los casos de políticos
que últimamente desfilan por los juzgados en calidad de detenidos. No,
si miramos el listado de empresarios que se han hecho ricos de la nada a
lo mejor nos sorprendemos de sus orígenes como concejales en
determinadas plazas. Yo personalmente conozco a media docena de
ex-concejales que ahora son empresarios de postín. Y en la España
corrupta, tiene sentido. El paso por el ayuntamiento da mucho
conocimiento para el enriquecimiento fácil. Las relaciones
político-empresario deberían ser vigiladas porque siempre que un
empresario invita a un político es por interés.
Por
eso es de vergüenza que como están las instituciones a fecha de hoy,
José María Aznar y su esposa, la alcaldesa de Madrid, acepten la
invitación al palco de Florentino Pérez, el empresario que quiere
hacerse con el contrato de recogida de la basura de la capital del
Reino. Pero me da en la nariz que nuestro José María Aznar ha perdido
toda compostura y dignidad. Por eso habrá que obligarle, por ley, claro.
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
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